Toussaint, Eugenio - Popol Vuh

Allá por el lejano año de 1973, antes de decidirse a dedicar por completo sus talentos (que son muchos) a la música, Eugenio Toussaint estudiaba la carrera de comunicación. En la universidad se hizo amigo de un yucateco aventurero, auténtico hombre de mar y selva que ese año lo llevó a conocer Yucatán y, de paso, a descubrir las innumerables maravillas del mundo maya-quiché.

Gamboa, Eduardo - Jarabe

Con más frecuencia que la estrictamente justificada, los mexicanos solemos alardear de ser grandes conocedores de nuestra música popular. Lo cierto, sin embargo, es que la invasión inexorable de mala música comercial (tanto local como extranjera) ha embotado nuestro entendimiento y ensordecido nuestros oídos ante las manifestaciones tradicionales de la cultura musical de México.

Moncayo, José Pablo - Sinfonietta

¡Extra! ¡Extra! ¡Entérese sin tener la vista fija! ¡Noticia de no tan última hora! José Pablo Moncayo, compositor jalisciense nacido en Guadalajara y muerto en la ciudad de México, sí compuso más música que el ubicuo y famosísimo Huapango. Ahora usted podrá decir que lo leyó aquí antes que en ninguna otra parte. Para muestra de que Moncayo no es sólo el Huapango, va una incompleta relación de algunas de sus otras músicas:

  • Amatzinac, para flauta y cuerdas

  • Hueyapan

  • Cumbres

Ibarra Groth, Federico - Sinfonía No. 1

El paso del tiempo ha demostrado, más allá de toda duda, que Federico Ibarra es uno de los compositores mexicanos con personalidad más fuerte y definida. Una de las vertientes más diáfanas de esta sólida identidad se traduce en el hecho de que sus obras son inconfundiblemente suyas, valga la aparente redundancia, debido al rigor con el que el compositor se apega a sus ideales estéticos cada vez que acerca la pluma al pentagrama.

Lavry, Marc - Emek, Op. 45

Una lectura cuidadosa de la hoja de vida del compositor israelí Marc Lavry permite descubrir a un artista profundamente involucrado en los asuntos políticos, culturales y musicales más importantes del pueblo judío y del estado de Israel. Queda claro, asimismo, que el trabajo creativo de Lavry está marcado indeleblemente por la idea de Israel no sólo como la patria del pueblo judío, sino también como un cimiento inconmovible de identidad. Estas palabras del propio Lavry, escritas en 1967, dan cuenta cabal de ello:

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