No deja de ser interesante saber que Carmen, una de las óperas más queridas y populares del repertorio, fue recibida fríamente la noche de su estreno en la Opera Cómica de París el 3 de marzo de 1875. De hecho, este fracaso parcial de su ópera afectó tanto a Georges Bizet (1832-1875) que su salud se deterioró rápidamente y murió tres meses después, a la tierna edad de 36 años.

No deja de ser interesante el hecho de que algunas de las obras más populares de la música de concierto se hayan hecho famosas en versiones distintas a las originales, es decir, en una concepción acústica diferente a la ideada en primera instancia por su compositor.

Joy Webb fue una pianista, vocalista y guitarrista que fundó en Inglaterra un grupo de música vocal-instrumental cristiana conocido como The Joystrings o The Joy Strings, cuyo género predominante era el góspel. Joy Webb fue, además, oficial del Ejército de Salvación, institución en la que ostentó diversos grados de una jerarquía semejante a la militar. En el año 2004, ya retirada, le fue otorgada la Orden del Fundador, el más distinguido honor que concede el Ejército de Salvación. Como es de suponerse, la música de Joy Webb es de clara orientación religiosa.

Dada su orientación filosófica, no es extraño que Gustav Holst (1874-1934) haya decidido abordar en su música un tema místico que es común a toda la humanidad: la astrología, bajo cuya inspiración compuso la más popular de sus obras, y sin duda una de las suites orquestales más interesantes del siglo XX: Los planetas.

Cuando se piensa en el repertorio básico de un moderno ensamble de metales, el nombre indispensable que viene a la mente de inmediato es el de Giovanni Gabrieli. (ca. 1557-1612) Lo interesante del caso es que Gabrieli compuso sus canzonas y sonatas para grupos de instrumentos muy distintos a los metales de hoy. Entre las cosas que pueden decirse sobre Gabrieli hay una que por improbable no es menos cierta: es posible atribuirle la creación de la estereofonía a este habitante de la segunda mitad del siglo XVI y la primera década del XVII.

Cuando se piensa en el repertorio básico de un moderno ensamble de metales, el nombre indispensable que viene a la mente de inmediato es el de Giovanni Gabrieli. (ca. 1557-1612) Lo interesante del caso es que Gabrieli compuso sus canzonas y sonatas para grupos de instrumentos muy distintos a los metales de hoy. Entre las cosas que pueden decirse sobre Gabrieli hay una que por improbable no es menos cierta: es posible atribuirle la creación de la estereofonía a este habitante de la segunda mitad del siglo XVI y la primera década del XVII.

Cuando se piensa en el repertorio básico de un moderno ensamble de metales, el nombre indispensable que viene a la mente de inmediato es el de Giovanni Gabrieli. (ca. 1557-1612) Lo interesante del caso es que Gabrieli compuso sus canzonas y sonatas para grupos de instrumentos muy distintos a los metales de hoy. Entre las cosas que pueden decirse sobre Gabrieli hay una que por improbable no es menos cierta: es posible atribuirle la creación de la estereofonía a este habitante de la segunda mitad del siglo XVI y la primera década del XVII.

Johann Pachelbel (1653-1706) pertenece a ese grupo de infortunados músicos que pueden ser definidos como “compositores de una sola obra”, no en el sentido de que hayan escrito una sola pieza de música, sino que la posteridad, muchas veces errada en su criterio selectivo, ha mantenido vivo un solitario ejemplo de su trabajo en el campo de la composición, en detrimento del resto de su producción.

William Byrd (1543-1623) fue una de las figuras más importantes en el panorama musical renacentista inglés. Al parecer, fue alumno de otro grande, Thomas Tallis (1502-1585), y a los 20 años fue nombrado organista de la Catedral de Lincoln. Casi una década más tarde, llegó a compartir el puesto de organista de la Capilla Real inglesa con su maestro Tallis. En reconocimiento por sus servicios, la Reina Isabel I les otorgó el monopolio de la impresión de música, que ejercieron durante más de 20 años.