Juan Arturo Brennan
Dada la poca afición de Revueltas por los congresos, los festivales y los viajes de estudio, y dada también la brevedad de su vida, es lógico que su pasaporte no contenga muchas visas ni esté pletórico de sellos oficiales de entrada y salida. En eso, Revueltas se distingue claramente de otros músicos que, por extrañas razones, prefieren viajar que componer. Sin embargo, no fue la de Revueltas una vida estática, y el genial compositor mexicano se dio tiempo y maña para recorrer algunos caminos. O para decirlo con más precisión, a la manera de Serrat, hizo muchos caminos al andar. Tales caminos son, básicamente, las líneas que unen los puntos principales de su itinerario vital: Santiago Papasquiaro, Colima, Durango, Ciudad de México, Austin, Chicago, Madrid, Valencia, Barcelona, Morelia...
Cada una de estas escalas le sirvió a Revueltas para ir descubriendo su propia voz y, al mismo tiempo, para detectar con toda claridad los innumerables vicios que rodeaban a la música tanto en México como en el resto del mundo. De ahí, y de su propia naturaleza desenfadada y honesta, Revueltas sacó sin duda algunas de las cualidades más notables de su pensamiento: la ironía, la observación aguda, el buen humor y una saludable capacidad de autocrítica de la que, indudablemente, carecen muchos de nuestros músicos famosos. Estas cualidades son apreciables en momentos singulares de su música, pero están siempre presentes en los escritos que Revueltas redactó sobre diversos temas: sus viajes, su trabajo, sus contemporáneos, sus propias obras. De hecho, algunos de sus mejores textos son aquellos, brevísimos, que dedicó a la descripción (si es que así se le puede llamar) de sus partituras. La lectura de tales textos hace evidente el hecho de que Revueltas entendía perfectamente aquello de que la música empieza donde terminan las palabras. Dicho de otra manera, parece claro que a Revueltas le chocaba tener que escribir textos sobre sus propias obras, de modo que cuando lo hacía era particularmente socarrón. Un buen ejemplo de ello es la breve, casi minimalista descripción que Revueltas hizo de su poema sinfónico Caminos. De estos Caminos orquestales, que sin duda nada tenían que ver con los caminos reales recorridos por el compositor, Revueltas escribió:
Un poco tortuosos; probablemente sin pavimento y que no recorrerán las limousines. Por lo demás, lo suficientemente cortos para no sentir su incomodidad, o lo suficientemente alegres para olvidarla.
¿Cómo son, entonces, estos Caminos? Simple y sencillamente, son tal y como Revueltas los describe: cortos y alegres. Las llamadas de las trompetas, que en principio parecen convocar a algún asunto más serio, dan lugar de inmediato a una serie de episodios ligeros y sabrosos en los que, como en ninguna otra obra de Revueltas a excepción de Janitzio, predomina el sonido de las bandas y las charangas de pueblo. Para quien escucha, estos caminos son evidentemente los senderos que pudieran recorrer los paseantes domingueros en cualquier parte de nuestra geografía. Los temas (nacionales pero no folklóricos) son sencillos y se reiteran a la luz de distintas orquestaciones; las locuaces disertaciones de los metales y las maderas son acentuadas por las percusiones, serias aquí, socarronas allá. Hacia el final, vuelven las llamadas de las trompetas para dar paso a una coda brevísima y categórica que deja al oyente con la impresión de que, en efecto, los Caminos de Revueltas fueron cortos y alegres, al menos en esta partitura.
En aquellos inocentes pero sinceros versos que Alfonso del Río le dedicó a Revueltas destacan los que están construidos con los títulos de las obras del compositor. El que importa para esta nota dice así:
Andando por los Caminos
Jugaba a los Colorines
Janitzio por preferido
Le dio sus ratos felices
Caminos fue escrito por Revueltas en 1934 y se estrenó ese mismo año con la Orquesta Sinfónica de México. En el curioso libro Silvestre Revueltas, genio atormentado de Guillermo Contreras, se encuentra esta referencia muy precisa:
Un 17 de julio y con motivo de una ceremonia para conmemorar la muerte del general Álvaro Obregón, se estrenó Caminos en el Parque de La Bombilla (San Ángel). Después, en las temporadas regulares de la Sinfónica Nacional se tocó varias veces; unas, bajo la dirección de Revueltas, otras, bajo la de Chávez.
Como parte de la aún escasa pero creciente discografía de la música mexicana de concierto, existe una estupenda versión de Caminos dirigida por Eduardo Mata al frente de la Orquesta Nueva Filarmonía de Londres, que recientemente ha sido transferida al formato de disco compacto. Otras grabaciones recientes de la obra han sido dirigidas por Enrique Bátiz, Jorge Pérez Gómez y Carlos Miguel Prieto.