38 Aniversario de la OFCM
Esta página documenta un concierto pasado.
Viernes 25 de diciembre, Palacio de Bellas Artes
Los Planetas
Scott Yoo, director artístico y director titular
Ensamble Vocal Memorias del Viento
Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) Sinfonía no. 41 en do mayor, K. 551, Júpiter
Sinfonía no. 41 en do mayor, K. 551, Júpiter
Considerando el creciente interés de Mozart por la ópera en los últimos años de su vida, es probable que si se le preguntara al respecto diría que el acontecimiento más importante de su carrera en el año de 1788 había sido la primera representación en Viena de su ópera Don Giovanni. En el plano de las cuestiones personales, 1788 no fue un año generoso con Mozart. En el mes de junio, a la edad de seis meses, murió su hija Teresa, apenas dos años después de la muerte de otro de sus hijos, Johann Thomas Leopold. Al mismo tiempo, los problemas económicos de la familia Mozart se agravaban. Un año antes había muerto Leopold Mozart, y con él, la única mano más o menos firme que pudo haber guiado al joven Mozart en la temperancia y la buena administración. Así que, hacia el mes de junio de ese 1788, una fuerte desavenencia con el casero que insistía groseramente en cobrarle a Mozart la renta de su departamento, obligó a la familia a una más de sus muchas mudanzas. En esta ocasión se cambiaron a otra sección de Viena, a un pequeño y no muy cómodo departamento en la Währingerstrasse. De hecho, este cambio representaba para Mozart un súbito y doloroso descenso en la escala social. Sin embargo, el compositor no estaba dispuesto a aceptar de buen modo este nuevo revés, así que tomó las cosas con filosofía respecto a sus nuevas habitaciones, diciendo que en el departamento de la Währingerstrasse podía trabajar mejor ya que no recibía tantas visitas como antes, y que en primavera, verano y otoño la pasaba muy bien gracias al jardín que tenía al lado de su ventana. A pesar del optimismo no totalmente convincente de Mozart, la situación monetaria era verdaderamente grave y a partir de ese año de 1788 Mozart se vio obligado a pedir dinero para sobrevivir. La mayor parte de sus peticiones pecuniarias fueron dirigidas en una veintena de ocasiones, a través de otras tantas cartas, a Michael Puchberg, amigo de Mozart, masón como él y amante de la música. Una de esas cartas, fechada en junio de 1788, dice así:
Queridísimo hermano: tu auténtica amistad y fraterno amor me animan a pedirte un gran favor. Todavía te debo ocho ducados y no sólo por el momento no estoy en condiciones de pagártelos, sino que mi confianza en ti es tan grande que me atrevo a rogarte que me ayudes, sólo hasta la próxima semana (cuando empiezan mis conciertos en el Casino) con el préstamo de 100 florines. Para entonces, el dinero de las suscripciones estará seguro en mis manos y podré devolverte con toda facilidad 136 florines con mis más calurosas gracias.
Unos días después de enviar esta carta, y con los conciertos por suscripción a la vista, Mozart se dio a la tarea de componer tres obras que están entre sus creaciones más notables: sus tres últimas sinfonías. Estas sinfonías, las números 39, 40 y 41, fueron concebidas por Mozart como un ciclo unitario, y no deja de ser extraño que haya decidido componer sinfonías para sus conciertos por suscripción, dada su costumbre de producir conciertos para piano en tales ocasiones. El caso es que en el breve lapso de seis semanas Mozart terminó las tres sinfonías, fechando la partitura de la última, la número 41, el 10 de agosto de 1788. Resulta significativo el hecho de que, dada la continuidad sinfónica de Mozart a partir de 1764, año en que compuso la primera de sus sinfonías, cerrara su catálogo con la número 41 y dejara pasar los tres últimos años de su vida sin volver a abordar esta forma. Como en el caso de numerosas otras obras musicales, el nombre de Júpiter con el que hoy se conoce a la última sinfonía mozartiana no le fue dado a la obra por el compositor, sino por otra persona. En este caso, la historia registra que el nombre se debe al empresario Johann Peter Salomon, el mismo que promovió las exitosas visitas de Franz Joseph Haydn (1732-1809) a Londres.
Hasta nuestros días, la sinfonía Júpiter es considerada como una de las obras maestras indiscutibles del repertorio sinfónico, y con justificada razón. La amplitud de su diseño y la riqueza de su invención marcaron de hecho un punto culminante en el tratamiento clásico de la forma. Esta cima significó una cumbre desde la cual se precipitó vertiginosamente el desarrollo de la forma sinfónica en manos de Ludwig van Beethoven (1770-1827), sus contemporáneos y sus sucesores. Como dato más anecdótico que musicológico se menciona que el segundo tema del primer movimiento de la sinfonía Júpiter fue tomado por Mozart de otra obra suya, escrita en ese mismo año de 1788: una arietta titulada Un bacio di mano (‘Un beso en la mano’), compuesta para el bajo Francesco Albertarelli. Hasta la fecha parece seguir en disputa el hecho de que la sinfonía Júpiter haya sido ejecutada o no en vida de Mozart. Lo que sí es un hecho indiscutible es que sus tres últimas sinfonías no sirvieron para aliviar sus penurias económicas. Las regalías por conciertos, grabaciones, películas, libros y biografías llegarían, para Mozart como para tantos otros, demasiado tarde.
Allegro vivace
Andante cantabile
Menuetto: Allegro
Finale: Allegro molto
Gustav Holst (1874-1934) Los planetas
Los planetas
Si fuera necesario hacer una lista de los compositores con tendencias místicas, seguramente entre los primeros lugares estarían músicos como el ruso Alexander Scriabin (1872-1915) y el estadunidense Alan Hovhaness (1911-2000), y muy cerca de ellos, el inglés Gustav Holst. La genealogía y la historia de sus primeros años no parecen justificar el hecho de que Holst haya desarrollado un interés tan especial en ciertas cuestiones esotéricas. Originalmente, la educación musical de Holst parecía tenerle reservado un buen futuro como pianista, pero una lesión en una mano lo obligó a dedicarse al órgano y, con mayor vocación aun, al trombón. Después de terminar sus estudios de trombón con el profesor Case, el joven Holst se unió a la orquesta de la Compañía de Ópera Carl Rosa como primer trombón. Durante su estancia en esta orquesta Holst comenzó a interesarse por la mitología y la filosofía del oriente, al grado de que se puso a aprender el sánscrito para poder estudiar la literatura oriental en versiones originales. De estos primeros contactos de Holst con el misticismo surgió lo que a la larga sería una de las dos vertientes principales de su música. En la otra vertiente hallamos una serie de obras suyas relacionadas directamente con el espíritu inglés, ya sea en forma de canciones basadas en poemas ingleses, o sus suites para banda, o su música para piano basada en temas populares. Por otra parte, encontramos que Holst transformó en música su interés por las cuestiones místicas a través de diversas formas musicales. Así, compuso la ópera Sita basada en un episodio del Ramayana, el libro sagrado hindú. Más tarde, Holst escribió varias piezas vocales y corales sobre textos del Rig-Veda, y para completar el ciclo de los libros sacros de la India, compuso la ópera Savitri, basada en un episodio del Mahabarata. Hacia 1901 Holst se interesó por una peculiar fiesta religiosa de Argelia, y sobre ella escribió la suite orquestal Beni Mora. Así pues, no es extraño que Holst haya decidido abordar en su música un tema místico que es común a toda la humanidad: la astrología, bajo cuya inspiración compuso la más popular de sus obras, y sin duda una de las suites orquestales más interesantes del siglo XX: Los planetas.
El nacimiento de esta pieza tiene una interesante historia, que bien vale la pena de ser narrada otra vez. El gran director de orquesta inglés Adrian Boult escuchó primero la versión para dos pianos de Los planetas, tocada por dos señoritas que eran asistentes de Holst en la Escuela de San Pablo, donde el compositor era maestro. Poco después, en el otoño de 1918 y en plena Primera Guerra Mundial, Holst se puso en contacto con Boult para hacerle una proposición. El compositor debía partir hacia Salónica, en donde participaría en los proyectos de educación del ejército británico. Sucedió entonces que Balfour Gardiner, un compositor menor cuyo mérito principal fue el de promover continuamente la música de sus colegas, ofreció a Holst un interesante regalo de despedida: una orquesta sinfónica y un auditorio a su disposición durante toda la mañana de un domingo. Fue entonces que, para aprovechar al máximo el regalo, Holst se aproximó a Boult y le propuso que dirigiera la versión orquestal de Los planetas. Así, en la mañana del 29 de septiembre de 1918, con la Orquesta del Queen’s Hall dirigida por Adrian Boult (quien aún no había sido armado caballero por la reina), se escucharon por primera vez Los planetas de Gustav Holst, para gran emoción del compositor y el deleite de muchos de los asistentes. Entre ellos se hallaban algunos miembros de la Sociedad Filarmónica Real, quienes invitaron a Boult a repetir la ejecución de Los planetasen uno de sus conciertos.
Quienes conocen a fondo esta suite y al mismo tiempo saben algo de astrología nos dicen que el significado de cada uno de los siete movimientos de Los planetas debe ser descifrado a partir del perfil astrológico de cada planeta y no a partir de cuestiones mitológicas que tengan que ver con los dioses griegos. Los planetas, un verdadero alarde de maestría en el manejo del color orquestal, tiene muchos momentos felices y asombrosamente poderosos y evocativos, entre los cuales tres merecen especial atención.
El primero es el brutal impulso guerrero de Marte, logrado por Holst a base de un incesante pulso en compás de 5/4. El segundo es la compacta y categórica brillantez de Júpiter, llena de fuerza y de contagiosa energía. El tercero es la conclusión de la obra, en la que el misticismo deNeptuno se presenta bajo el aura de un movimiento que, paradójicamente, carece casi por completo de movimiento y que, hacia sus últimas páginas, introduce sutilmente un coro de voces femeninas que cantan fuera de la escena, vocalizando misteriosas y elusivas armonías sin texto, en un final que parece no terminar nunca.
Entre las muchas preguntas, no necesariamente místicas, que podrían surgir después de escuchar Los planetasde Holst, una es particularmente apropiada: ¿por qué no aparecen en esta suite ni la Tierra ni Plutón? En el caso de la Tierra, sólo podemos especular que Holst no se sintió capaz de crear una representación sonora de este complejo y atribulado planeta que le sirvió de hogar. Otra posible explicación: desde la antigüedad, los alquimistas solo consideran a estos siete planetas como pertenecientes al sistema energético que rige el destino de la humanidad. El caso de Plutón es más sencillo: este planeta fue descubierto por Clyde Tombaugh doce años después de que Holst se marchó a Salónica para cumplir sus deberes de guerra luego de escuchar sus Planetasdirigidos por Adrian Boult.
ADDENDA 1: En agosto de 2006, durante una reunión en la ciudad de Praga, la Unión Astronómica Internacional decidió quitar a Plutón de la lista oficial de planetas de nuestro Sistema Solar, degradándolo a la ínfima calidad de “planeta enano”. Dicho de otra manera, la suite Los planetasde Gustav Holst es más completa a partir de esa fecha. Tales son las veleidades de la ciencia moderna. Y desde entonces, el asunto se ha complicado bastante, pero eso es materia de las publicaciones especializadas en astronomía.
ADDENDA 2: En el año 2006, la Orquesta Filarmónica de Berlín, dirigida por Sir Simon Rattle, realizó una nueva grabación de Losplanetasde Gustav Holst. El álbum doble que contiene esta nueva versión también incluye obras encargadas ex profeso para la ocasión, en una especie de intento por “completar” la obra del compositor inglés, obras que se refieren a diversos asuntos planetarios y espaciales. Estas obras son: Plutón, el renovador, de Colin Matthews; Ceres, de Mark-Anthony Turnage; La caída de Komarov, de Brett Dean; Asteroide 4179: Toutatisde Kaija Saariaho; Hacia Osiris, de Matthias Pintscher.
Marte, el mensajero de la guerra
Venus, el mensajero de la paz
Mercurio, el mensajero alado
Júpiter, el mensajero de la alegría
Saturno, el mensajero de la vejez
Urano, el hechicero
Neptuno, el místico
Scott Yoo
Director(a)
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Scott Yoo
Director(a)
Scott Yoo es director principal y director artístico de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México y director musical del Festival Mozaic. Es también anfitrión y productor ejecutivo de la nueva serie de PBS Now Hear This, primera serie sobre música clásica en la televisión estadounidense agendada para prime time en 50 años. Es director del festival de música de Colorado College y fundador del Medellín Festicámara, programa de música de cámara que reúne a artistas de talla mundial con jóvenes músicos desfavorecidos.
En el último año, el Mtro. Yoo dirigió la London Symphony Orchestra y la Royal Scottish National Orchestra en grabaciones para Sony Classical. Ha dirigido las sinfónicas de Colorado, Dallas, Indianápolis, Nuevo Mundo, San Francisco y Utah, y a la Orquesta de Cámara de St. Paul tanto en su festival propio, el Elliott Carter, como en su debut en el Carnegie Hall. En Europa ha dirigido la English Chamber Orchestra, la City of London Sinfonia, la Britten Sinfonia, la orquesta filarmónica de Radio Francia, el ensamble orquestal de Paris, la Odense Symphony y la Sinfónica Nacional de Estonia. En Asia el Mtro. Yoo ha dirigido la Orquesta sinfónica Yomiuri Nippon en Tokio, la Filarmónica de Seúl y Filarmónica de Busan en Corea.
Como defensor de la música de nuestro tiempo, Yoo ha estrenado 71 obras de 38 compositores. Con la orquesta de cámara Metamorphosen, grabó American Seasons de Mark O'Connor para Sony Classical; con la orquesta de cámara John Harbison, trabajando con la soprano Dawn Upshaw para Bridge Records, consiguieron la nominación al National Public Radio Performance Today; y los ciclos de canciones de Earl Kim con las sopranos Benita Valente y Karol Bennett para el sello New World, grabación que recibió el Critics Choice en el New York Times. Otros de sus proyectos de grabación incluyen la obra integral para orquesta de Earl Kim con la Orquesta Nacional de Irlanda RTE para el sello Naxos, las obras de Carter, Lieberson y Ruders, y el ciclo de conciertos para piano de Mozart.
Como violinista, Yoo se ha presentado como solista en la Boston Symphony, la Dallas Symphony, la San Francisco Symphony, la Colorado Symphony, la Indianapolis Symphony, la New World Symphony y la Orquesta de St. Luke's. También ha sido invitado a festivales de música de cámara en todo Estados Unidos, como el Bargemusic, el propio de la Boston Chamber Music Society, con la Chamber Music Society del Lincoln Center, el Kingston Chamber Music Festival, Laurel Music Festival, New Hampshire Music Festival y el Seattle Chamber Music Festival.
Tras comenzar sus estudios musicales a la edad de tres años, recibió el primer premio en el Concurso Internacional de Violín Josef Gingold en 1988, el Young Concert Artists International Auditions en 1989 así como la beca de carrera Avery Fisher en 1994. En 1993 fundó la orquesta de cámara Metamorphosen, que ha dirigido en los conciertos por suscripción en la Jordan Hall en Boston y en el Troy Savings Bank Music Hall en Troy, Nueva York; de gira también en lugares como Avery Fisher Hall y 92nd Street. 'Y' en Nueva York y la Biblioteca del Congreso en Washington.
Scott Yoo nació en Tokio y se crió en Glastonbury, Connecticut. Hijo de madre japonesa y padre coreano, asistió a la Universidad de Harvard, donde obtuvo la licenciatura. Estudió violín con Roman Totenberg, Albert Markov, Paul Kantor y Dorothy DeLay, y dirección orquestal con Michael Gilbert y Michael Tilson-Thomas.
Ensamble Vocal Memorias del Viento
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Ensamble Vocal Memorias del Viento
Ensamble Memorias del Viento
El Ensamble Memorias del Viento es una agrupación dedicada a la interpretación del vasto y valioso repertorio de la música vocal de cámara de todos los tiempos, con vocación comprometida e ineludible en la difusión de la gran música a públicos cada vez más amplios y diversos.
Está integrado por cantantes e instrumentistas de gran experiencia y reconocida capacidad en el panorama musical de nuestro país, que han desarrollado carreras como solistas ó bien, colaborando en las orquestas y grupos vocales más connotados de México.
El Ensamble Memorias del Viento se ha presentado en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, en el Salón de Recepciones del Museo Nacional de Arte MUNAL, en el marco del Festival Música Antigua que organiza el INBA, en el Museo del Ex arzobispado, en la Escuela Nacional de Música de la UNAM, Música Encantada en Opus 94.5, así como en una importante cantidad de recintos de centros educativos de nivel medio y superior.
Salvador Guízar
Director
Realizó estudios de dirección coral y canto en el Conservatorio de las Rosas. La música de cámara ha sido una actividad fundamental y continua desde que inició su vida profesional en 1992. Ha pertenecido a diversas agrupaciones: Coro polifónico “Miguel Bernal Jiménez”, Octeto “ Juan D. Tercero”, “Cappella Cervantina”, Coro “Melos Gloriae”, “Coro de Madrigalistas de Bellas Artes”, “Capilla Virreinal de la Nueva España” y el Sexteto Vocal “Mexicalia” , con quienes se ha presentado en diversas salas y festivales dentro y fuera del país, grabando además una decena de discos con repertorio diverso.
Fue asesor vocal (1998-2001) de los coros universitarios de la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM, así como director fundador del Coro de la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán.
Ha sido director huésped habitual del “Coro de Madrigalistas” del INBA en múltiples ocasiones, preparando además la Misa de Requiem de Gabriel Fauré, Gran Misa en Do menor de W.A. Mozart y la Pequeña Misa Solemne de Gioachino Rossini para las participaciones de esta agrupación con la Orquesta de Cámara y Orquesta Sinfónica Nacional del INBA.
En 2005 funda el Ensamble vocal “Memorias del Viento”
En 2006 fue ganador del primer lugar del Concurso Nacional de Arreglo Coral en su Décima edición que promueve el Sistema Nacional de Fomento Musical CONACULTA.
Desde el 2008 es Director del Coro del Instituto Tecnológico Autónomo de México ITAM. Del 2008 a la fecha es Director del Coro de La Orquesta Típica de la Ciudad de México declarada recientemente Patrimonio Cultural Intangible de la Ciudad de México, de la que ha sido también director huésped; para el coro de dicha orquesta ha realizado alrededor de 70 arreglos de música tradicional mexicana.
Desde el 2015 realiza un trabajo de investigación consistente en la recuperación del acervo musical de la Orquesta Típica de la Ciudad, que contiene un valioso repertorio que va de fines del Siglo XIX a la actualidad.
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