Yoo dirige Ravel y Scriabin
Esta página documenta un concierto pasado.
Sábado 18 de marzo, 18:00 horas
Domingo 19 de marzo, 12:30 horas
Sala Silvestre Revueltas CCOY
SCOTT YOO, director
Maurice Ravel (1875-1937) Rapsodia española
Rapsodia española
Permítame, amable lector, hacer una digresión turístico-geográfica antes de entrar en materia musical. Allá por el otoño de 1990, gracias a una serie de afortunadas coincidencias, me hallaba en Europa, yendo y viniendo de aquí para allá en trenes de diversas nacionalidades. En París, y teniendo como destino final la capital española, me monté en un tren-no-tan-rápido para dirigirme hacia la frontera hispano-francesa. Después de una noche de trayecto bastante movido y agitado (es falso que se pueda dormir en un tren, aunque sea europeo), el tren se detuvo, al filo de la madrugada, en su última parada en Francia, muy cerca ya de la frontera con España. Recién detenido el tren abandoné mi estrecho compartimiento con el objeto de echarle un último vistazo a Francia. Al abrir la puerta del vagón vi con mis desvelados ojos, a la naciente luz del día y a escasos centímetros de mi nariz, un letrero típico de estación ferroviaria, en no muy buen estado, que decía: ST. JEAN DE LUZ-CIBOURE. Me quedé mirando el letrero con la sospecha de que algo debía recordarme ese nombre y, de pronto, llegó el chispazo de memoria y me encontré hablando solo, para sorpresa de los demás viajeros: “¡Ah, caray, si aquí es donde nació Ravel!” Respondí a un impulso automático, y apenas tuve tiempo de esgrimir la cámara para tomar una fotografía del letrero (turista al fin y al cabo) porque segundos después el tren partió, y unos minutos más tarde estábamos en España, en la ciudad de Irún.
Sí, así de cerca nació Maurice Ravel de España, lo que explica muy bien el alto conte nido de asuntos hispanos que hay en su música. Además de ser originario de la fron teriza región de los Bajos Pirineos, Ravel tenía en la sangre una interesante mezcla de nacionalidades: era suizo por parte de su padre y vasco por parte de su madre. Por ello, a nadie le extraña que este compositor tan esencialmente francés en muchos aspectos haya conservado a lo largo de su vida una clara liga creativa con España, sus ambientes y sus sonidos. Como prueba de esta cercanía con lo español, recordemos obras rave lianas como el Bolero, la Pavana para una infanta difunta, la Alborada del gracioso, Don Quijote a Dulcinea y La hora española.
Otra de sus obras de corte hispánico, la Rapsodia española, ocupa un lugar importante en el catálogo de Ravel, por una razón que bien vale la pena explicar brevemente. Por costumbre cultural, nos ha dado por meter a Ravel y a Claude Debussy (1862-1918) en un mismo paquete cuando hablamos de impresionismo musical. En efecto, Debussy es el impresionista francés por excelencia, pero muchos musicólogos y analistas sostienen que a pesar de algunos detalles superficiales que en algunas de sus partituras apuntan hacia el impresionismo, Ravel no fue un compositor impresionista. Y como suele ocurrir que la excepción confirma la regla, esos mismos musicólogos y analistas afirman también que la única obra realmente impresionista de Ravel es, precisamente, la Rapsodia española. Hasta aquí este dato, muy apto para desatar la polémica y para que los interesados se metan de nuevo en esa camisa de once varas que es el tratar de definir con claridad el impresionismo en términos musicales, a través de simples palabras.
En el año de 1895 Ravel produjo una interesante obra para dos pianos a la que puso el extraño título de Sites auriculaires. Con apenas 20 años de edad, Ravel ya estaba llamando la atención de sus contemporáneos y ya estaba dando los primeros pasos para convertirse en una figura de capital importancia en el desarrollo del lenguaje pianístico moderno. El caso es que años después, en 1907, Ravel abordó la creación de su Rapsodia española, obra planeada en cuatro movimientos: Preludio a la noche, Malagueña, Habanera y Feria. Para esta composición, Ravel escribió tres movimientos enteramente originales y retomó uno de los movimientos de Sites auriculaires, transcribiéndolo literalmente a la orquesta para obtener la Habanera de la Rapsodia española.
La pieza fue estrenada por el propio Ravel al frente de la Orquesta Colonne y, como solía ocurrir en aquellos años en que al público sí le importaba (para bien o para mal) la música nueva, el estreno causó un pequeño escándalo y una serie de explosivas reacciones encontradas. Por cierto, en la orquestación original de la Rapsodia española Ravel contemplaba la inclusión de un sarrusofón, extraño y rústico instrumento que hoy en día suele sustituirse por un contrafagot. El mencionado sarrusofón, mitad aliento-madera y mitad aliento-metal, fue inventado por un director de bandas llamado Pierre-Auguste Sarrus, a quien Adolphe Sax, inventor del saxofón, demandó infructuosamente ante la ley, acusándolo de haber violado algunas patentes suyas en la construcción de su raro instrumento.
En cuanto a la Rapsodia española, es claro que la obra habita ese mundo compartido de lo francés y lo español que, en todo caso, ayudaría a una posible definición de la personalidad musical de Ravel. Si al escuchar esta Rapsodia española usted se pregunta retórica mente: ¿qué distancia hay entre el Ravel francés y el Ravel español?, yo le propongo una respuesta práctica. La distancia es la misma que, frontera de por medio, separa a Saint Jean de Luz-Ciboure de Irún. O sea, unos cuantos minutos en tren.
Preludio a la noche
Malagueña
Habanera
Feria
Maurice Ravel (1875-1937) La valse
La valse
¿Por qué habría de componer Ravel un enorme vals sinfónico en el año de 1920? Quizá por las mismas razones por las que en 1911 compuso sus Valses nobles y sentimentales para piano, y por las que en 1928 volvería al fascinante mundo del compás de 3/4 en su famoso Bolero orquestal.
La idea de componer una apoteosis sinfónica del vals vienés, una especie de home naje a Johann Strauss Jr. (1825-1899), se le ocurrió a Ravel desde 1906, y el título original de la composición iba a ser simplemente Wien (‘Viena’). En 1918, casi inmedia tamente después del armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial, este proyecto volvió a la mente de Ravel. En esa ocasión, el empresario ruso Serge Diaghilev ofreció al compositor producir su obra como un ballet durante la temporada de verano de sus Ballets Russes en 1920. Así, Ravel pasó el invierno de 1919-1920 recluido en Lapras, un pequeño pueblo del valle del Ródano al sur de Francia, trabajando en la partitura. El 22 de diciembre Ravel escribió a su amigo Roland-Manuel:
Estoy trabajando de nuevo en Wien. Va de maravilla. Al fin pude despegar, y a gran velocidad .
Unas semanas más tarde, Ravel escribió esto:
Estoy bailando vals como un loco. Comencé a orquestar el 31 de diciembre.
El baile de Ravel fue interrumpido por un pequeño escándalo público cuando el gobierno francés le otorgó inesperadamente la Legión de Honor, y el compositor la rechazó indignado. La condecoración se le había otorgado por instigación de sus admi radores, que no imaginaron cuál sería la reacción de Ravel. Cuando el compositor leyó la noticia en los periódicos el 16 de enero de 1920 se horrorizó, y de inmediato telegrafió a Roland-Manuel pidiéndole que rechazara en su nombre la condecoración:
Qué asunto tan absurdo. ¿Quién me habrá jugado esta broma? Debo terminar Wien para fin de mes.
Tiempo más tarde, Ravel volvía a escribir sobre el tema:
Ya te imaginas el estado en que estoy. Todo esto ha tenido un efecto desastroso en la orques tación de mi obra. ¿Te das cuenta de que quienes han recibido la Legión de Honor son como morfinómanos, que harán cualquier cosa para que otros compartan su pasión, quizá para justificarla ante sus propios ojos?
A pesar del retraso ocasionado por este contratiempo, Ravel terminó la orquestación de Wien antes del fin de marzo de 1920. En mayo regresó a París y participó en una ejecución de la partitura en su versión para dos pianos, a la que asistieron Diaghilev, el coreógrafo Leonid Massine, y los compositores Francis Poulenc (1899-1963) e Igor Stravinski (1882-1971). Según Poulenc, Diaghilev afirmó que Wien era una obra
maestra, pero no un ballet. Ravel tomó su manuscrito, se marchó ofendido y rompió definitivamente con Diaghilev.
La primera ejecución de la obra en concierto ocurrió el 12 de diciembre de 1921 con Camille Chevillard dirigiendo la Orquesta Lamoureux. El título que la pieza tenía antes de la guerra, Wien, no fue considerado discreto en Francia tan poco tiempo después del armisticio, por lo que Ravel lo cambió por el más neutral de La valse. La obra adquirió popularidad inmediata en la sala de conciertos y sin embargo no fue producida como ballet sino hasta diciembre de 1928, cuando Ida Rubinstein la produjo en la Ópera de París. El mismo Ravel hizo el siguiente comentario sobre la pieza:
Después de La tumba de Couperin (1917) el estado de mi salud me impidió trabajar durante algún tiempo. Cuando comencé a componer otra vez fue para escribir La valse, un poema coreográfico cuya idea yo había tenido antes de escribir la Rapsodia española. Mi intención fue hacer una obra que fuera una apoteosis del vals vienés, que en mi imaginación estaba asociado con una especie de danza de derviches, fantástica y fatal. Imaginé este vals bailado en un palacio imperial alrededor de 1855.
Por si esta acotación de Ravel sobre el sentido de la obra no fuera suficiente, es preciso recordar que el carácter de la música está claramente marcado por el compositor en la partitura con la indicación Movimiento de vals vienés. Y para que no quedara duda alguna sobre las imágenes que el compositor quería evocar, Ravel escribió lo siguiente como prólogo a la partitura de La valse:
De tiempo en tiempo, a través de huecos que se abren entre las nubes turbulentas, se pueden observar a varias parejas bailando el vals. Las nubes se dispersan gradualmente y se descubre un gran salón de baile lleno de una multitud de bailarines que giran. Gradualmente el escenario se aclara. La luz de los candelabros ilumina la escena en plenitud.
Si consideramos que este vals de Ravel es ciertamente decadente y que tiene una fuerte dosis de sensualidad, uno no puede menos que preguntarse: ¿qué hubieran pensado compositores como Joseph Lanner (1801-1843), Joseph Hellmesberger (1828-1893) y los Strauss si hubieran podido escuchar este violento, lujurioso, heterodoxo e impropio vals? La posible respuesta es un asunto de especulación pura; lo que es indudable es que, a título muy póstumo, Ravel puede estar cierto de que a ninguna jovencita virtuosa de la alta sociedad se le ocurrirá jamás bailar La valse en su fiesta de quince años.
Scott Yoo
Director(a)
Leer más
Scott Yoo
Director(a)
Scott Yoo es director principal y director artístico de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México y director musical del Festival Mozaic. Es también anfitrión y productor ejecutivo de la nueva serie de PBS Now Hear This, primera serie sobre música clásica en la televisión estadounidense agendada para prime time en 50 años. Es director del festival de música de Colorado College y fundador del Medellín Festicámara, programa de música de cámara que reúne a artistas de talla mundial con jóvenes músicos desfavorecidos.
En el último año, el Mtro. Yoo dirigió la London Symphony Orchestra y la Royal Scottish National Orchestra en grabaciones para Sony Classical. Ha dirigido las sinfónicas de Colorado, Dallas, Indianápolis, Nuevo Mundo, San Francisco y Utah, y a la Orquesta de Cámara de St. Paul tanto en su festival propio, el Elliott Carter, como en su debut en el Carnegie Hall. En Europa ha dirigido la English Chamber Orchestra, la City of London Sinfonia, la Britten Sinfonia, la orquesta filarmónica de Radio Francia, el ensamble orquestal de Paris, la Odense Symphony y la Sinfónica Nacional de Estonia. En Asia el Mtro. Yoo ha dirigido la Orquesta sinfónica Yomiuri Nippon en Tokio, la Filarmónica de Seúl y Filarmónica de Busan en Corea.
Como defensor de la música de nuestro tiempo, Yoo ha estrenado 71 obras de 38 compositores. Con la orquesta de cámara Metamorphosen, grabó American Seasons de Mark O'Connor para Sony Classical; con la orquesta de cámara John Harbison, trabajando con la soprano Dawn Upshaw para Bridge Records, consiguieron la nominación al National Public Radio Performance Today; y los ciclos de canciones de Earl Kim con las sopranos Benita Valente y Karol Bennett para el sello New World, grabación que recibió el Critics Choice en el New York Times. Otros de sus proyectos de grabación incluyen la obra integral para orquesta de Earl Kim con la Orquesta Nacional de Irlanda RTE para el sello Naxos, las obras de Carter, Lieberson y Ruders, y el ciclo de conciertos para piano de Mozart.
Como violinista, Yoo se ha presentado como solista en la Boston Symphony, la Dallas Symphony, la San Francisco Symphony, la Colorado Symphony, la Indianapolis Symphony, la New World Symphony y la Orquesta de St. Luke's. También ha sido invitado a festivales de música de cámara en todo Estados Unidos, como el Bargemusic, el propio de la Boston Chamber Music Society, con la Chamber Music Society del Lincoln Center, el Kingston Chamber Music Festival, Laurel Music Festival, New Hampshire Music Festival y el Seattle Chamber Music Festival.
Tras comenzar sus estudios musicales a la edad de tres años, recibió el primer premio en el Concurso Internacional de Violín Josef Gingold en 1988, el Young Concert Artists International Auditions en 1989 así como la beca de carrera Avery Fisher en 1994. En 1993 fundó la orquesta de cámara Metamorphosen, que ha dirigido en los conciertos por suscripción en la Jordan Hall en Boston y en el Troy Savings Bank Music Hall en Troy, Nueva York; de gira también en lugares como Avery Fisher Hall y 92nd Street. 'Y' en Nueva York y la Biblioteca del Congreso en Washington.
Scott Yoo nació en Tokio y se crió en Glastonbury, Connecticut. Hijo de madre japonesa y padre coreano, asistió a la Universidad de Harvard, donde obtuvo la licenciatura. Estudió violín con Roman Totenberg, Albert Markov, Paul Kantor y Dorothy DeLay, y dirección orquestal con Michael Gilbert y Michael Tilson-Thomas.
Consulta todas las actividades que la Ciudad de México tiene para ti