Sínfonía breve No. 1
Allegro indígena
Andante (canción campestre)
Allegro (Ronda jarana)
ANTONIO GOMEZANDA (1894-1961)
Sinfonía breve No. 1
Sinfonía breve No. 2
Sinfonía breve No. 3
Dada la alta probabilidad de que quienes hayan asistido (ojalá hayan sido muchos) a escuchar estas obras de Antonio Gomezanda se hayan quedado con el apetito musical y la curiosidad de conocer más música suya, doy noticia de la existencia de un disco compacto cuya ficha cito a continuación:
ANTONIO GOMEZANDA:
Lagos, poema sinfónico para violoncello, piano y orquesta
Seis danzas mexicanas para piano y orquesta
Fantasía mexicana para piano y orquesta
Xiuhtzitzquilo, festival azteca del fuego
Alan Marks, piano
Wolfgang Boettcher, violoncello
Orquesta Sinfónica de Berlín
Jorge Velazco, director
KOCH SCHWANN 3-1023-2
No he consignado aquí este dato discográfico por mero capricho, ni por ociosidad: lo he hecho porque es la única referencia tangible que he encontrado sobre la música de Antonio Gomezanda fuera de las enciclopedias; tampoco tengo noticia de que otras obras suyas han sido grabadas y, en cuanto a interpretaciones en concierto, poco o nada más allá de las partituras sinfónicas dirigidas en la década de 1980 por Jorge Velazco (1942-2003), sin duda el músico mexicano que más interés ha mostrado en la música de este compositor jalisciense, de quien fue alumno.
Además de compositor, Gomezanda fue pianista y ejerció labores de docencia. Fue alumno de músicos mexicanos notables como Manuel M. Ponce (1882-1948) y Julián Carrillo (1875-1965). Además de sus estudios musicales, realizó estudios de medicina, que dejó truncos. Gomezanda pudo ir a Europa gracias a un nombramiento de José Vasconcelos como enviado para estudiar los sistemas de enseñanza musical del Viejo Continente. En Alemania recibió la influencia de Ferruccio Busoni (1866-1924) y estuvo asociado con la Orquesta Sinfónica de Dresde. Más tarde realizó una serie de giras como pianista por diversas ciudades de Europa y los Estados Unidos, y fue solista de las principales orquestas mexicanas. Egresado del Conservatorio Nacional de Música, al paso de los años se convirtió en profesor de esa institución, así como de la Escuela Nacional de Música. Fue cronista y crítico musical y, además de dar clases particulares de piano, fundó su propia academia, en la que enseñaba con un método de su propia invención. Para complementar sus variadas actividades, el pianista y compositor nativo de Lagos de Moreno fundó su propia casa editorial para la publicación de sus partituras, la Editora de Música Gomezanda. En su catálogo de composiciones hay una buena cantidad de obras para piano solo, algunas para dos pianos, música vocal con piano o con ensamble instrumental, piezas para banda y para diversas combinaciones, música concertante para solista y orquesta y partituras de ballet. De especial interés en el catálogo de Antonio Gomezanda es la presencia de dos óperas, ambas designadas como “óperas rancheras mexicanas”. De una de ellas, La virgen de San Juan, no se tiene noticia de que haya sido estrenada. La otra, titulada Fantasía ranchera, se estrenó en el Teatro Arbeu en 1923 y fue filmada dos décadas más tarde bajo la dirección de Juan José Segura, estrenándose en 1947.
De la audición de las cuatro obras de Gomezanda grabadas en el disco arriba citado es posible inferir que en el estilo y el lenguaje del compositor conviven algunos gestos del romanticismo tardío con abundantes expresiones de abierto nacionalismo sonoro mexicano, pero también se encuentran en su música algunas insinuaciones, pinceladas apenas, de una estética más moderna. De ello dan testimonio complementario los títulos y el contenido de algunos de sus escritos teóricos y de crónica: Bases técnicas de la música moderna y Música moderna en la capital de México. En un artículo de Jorge Velazco sobre el pianista y compositor jalisciense se encuentra este párrafo, que describe con claridad la posición estética de Gomezanda. Escribe Velazco:
Gomezanda fue un compositor plenamente mexicanista, cuyos resultados estéticos no son fáciles de aceptar para las generaciones de la vanguardia. Su música, junto con la pulida perfección formal e instrumental que tiene, acusa un candor en la intención y una inocencia en la expresión que suelen chocar con la complicada y algo retorcida posición estética que nuestro tecnológicamente complejo y políticamente indescifrable mundo ha provocado.
Respecto a las últimas líneas de este párrafo, no está de más señalar que Velazco escribió el artículo en 1980, y siguen siendo perfectamente válidas. El texto, por cierto, lleva el título de El hijo de Pancho Gómez, que es como Gomezanda solía referirse a sí mismo; porque Gómez era su apellido paterno, y De Anda el materno. Como homenaje a sus progenitores, el músico jalisciense decidió utilizar ese apellido compuesto por ambos.
Últimos datos sobre las obras de Gomezanda incluidas en este programa: ninguna de las fuentes que consulté para esta nota menciona la existencia de estas tres Sinfonías breves. Luego entonces, hacen falta los detectives para hacer la búsqueda. Uno de esos detectives es el director de orquesta mexicano Ludwig Carrasco, quien tiene por costumbre programar obras poco conocidas, evadiendo los lugares comunes, para lo cual hace interesantes labores de investigación. Las obras de Gomezanda que hoy se interpretan fueron encontradas por Carrasco en la Colección Gomezanda que está alojada en la Universidad Northwestern en Evanston Illinois. Uno más de los tristemente abundantes casos en los que trozos importantes de nuestra herencia cultural van a dar a instituciones extranjeras, como consecuencia directa de la desidia y el abandono que propician en México aquellos que debieran ser garantes y custodios de ese patrimonio. Por cierto: Ludwig Carrasco hizo sus estudios de doctorado en dirección orquestal precisamente en Northwestern.