Iván López Reynoso: Herrerías-Beethoven-Dvorak
Esta página documenta un concierto pasado.
Sábado, 24 de septiembre, 18:00 horas
Domingo, 25 de septiembre, 12:30 horas
Sala Silvestre Revueltas
IVÁN LÓPEZ REYNOSO, director
Claudia Herrerías El barco
El barco
CLAUDIA HERRERÍAS GUERRA (1962)
El barco
Claudia Herrerías Guerra nació en la Ciudad de México en 1962. Realizó estudios de letras hispanas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y de piano y fagot en la Escuela Nacional de Música (hoy Facultad de Música) de la UNAM. Durante sus estudios de piano (que motivaron sus primeras composiciones) contó con la guía y consejos de Juan Antonio Rosado. Posteriormente estudió la carrera de composición en el Meistersinger-Konservatorium de la Ciudad de Nuremberg en Alemania bajo la tutela de Vivienne Olive. Obtuvo la maestría en música en la Universidad de Glasgow, Escocia, estudiando principalmente con Bill Sweeney, y el doctorado en música en la Universidad de York, Inglaterra, con Bill Brooks. Durante el doctorado en York, en 2013 escribe una obra para orquesta de cámara que aún está esperando su estreno. Se titula Aeternae vires y es para contratenor solo, coro mixto y 24 instrumentistas.
Desde 2001 radica en Chiapas impartiendo asignaturas de teoría musical y composición en la Facultad de Música de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas. Pertenece a la mesa directiva del Colectivo Mujeres en la Música, A.C. Sus obras se han presentado en diversos foros de México y el extranjero. En 2021 recibió el reconocimiento de la Sociedad de Autores y Compositores de Música por sus 25 años de trayectoria como compositora de música de concierto. Justamente en ese año, compone unas Variaciones para banda, encargadas por la Secretaría de Cultura del Estado de Chihuahua.
Durante la realización de su maestría en Glasgow, la compositora habitaba en un cuarto piso, lo que le permitía estar lejos del mundanal ruido y concentrarse en su trabajo; desde allí miraba un barco abandonado que le inspiró la creación de esta partitura. Claudia Herrerías Guerra compuso El barco en el año 2004, y en 2009 revisó la partitura, básicamente reduciendo la orquestación para facilitar la interpretación de la obra.
La compositora ofrece esta breve descripción de esta obra suya:
La obra fue compuesta en Escocia, en 2004, durante días grises y lluviosos, mirando desde mi ventana un barco rojo varado en un canal. La estructura de la obra es la de un tema con variaciones, realizada con economía de medios: una escala de seis sonidos, transportada en algunas secciones. Procuro la independencia rítmica de las voces y el abandono del pulso regular.
De este texto vale destacar la expresión “economía de medios”, que además de ser una característica de la música misma, está reflejada en una orquestación sencilla y discreta: maderas a dos, más corno inglés y clarinete bajo; pares de cornos y trompetas; cuatro timbales, bombo, dos toms, y cuerdas. Además de la voz de la compositora, vale la pena escuchar la del director de orquesta Ludwig Carrasco, quien se encargó de conducir la primera audición de la obra. Comenta el director:
La obra El barco de Claudia Herrerías fue compuesta en el 2004 y permaneció sin estrenar hasta marzo del 2019, cuando pude dirigirla con la Orquesta Filarmónica de Querétaro. Es una obra breve, de aproximadamente 8 minutos de duración, y donde la compositora hace un notable uso de las sonoridades orquestales, especialmente de los instrumentos graves. Con una dotación orquestal cercana a la orquesta clásica, crea una atmósfera evocativa y expresiva, que podría recordar en algunos momentos a Britten (Peter Grimes), aunque siempre en un lenguaje y estilo muy personal de la compositora.
Sin duda, esta apreciación de Ludwig Carrasco es doblemente interesante, en el entendido de que propone una asociación específica entre la partitura El barco, y la ópera Peter Grimes (1945) de Benjamin Britten (1913-1976), uno de cuyos personajes protagónicos es el mar.
La obra sinfónica El barco de Claudia Herrerías Guerra se escuchó por primera vez en Querétaro el 7 de marzo de 2019 como parte de un programa titulado La mujer en la música, en el que se interpretó también la obertura Fausto de la compositora alemana Emilie Mayer (1812-1883). La interpretación estuvo a cargo de la Orquesta Filarmónica de Querétaro, dirigida por Ludwig Carrasco. La segunda ejecución de El barco ocurre el 24 de septiembre de 2022, con Scott Yoo al frente de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México.
Ludwig van Beethoven (1770-1827) Obertura Egmont, Op 84
Obertura Egmont, Op 84
Hoy se hace necesario entrar de lleno a la materia de nuestra obertura, a través de una breve cronología:
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1566: Levantamiento en Holanda en contra de la tiranía española, encabezado por los señores Lamoral, Conde de Egmont; Philip de Montmorency, Conde de Horn; y Guillermo de Orange.
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1568: Ejecución de Egmont y Horn. A través de la llamada Unión de Utrecht las provincias del norte se declaran independientes de España.
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1791: Estreno del drama Egmont de Johann Wolfgang von Goethe.
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1810: Junio 15, estreno de la música incidental para el drama de Goethe, compuesta por Beethoven.
He aquí, de un plumazo, uno más de los muchos ejemplos en los que a lo largo del tiempo la historia se ha convertido en leyenda, la leyenda en drama, el drama en música y la música en historia. Sobre la situación de los Países Bajos hacia mediados del siglo XVI, Goethe escribió un drama de gran magnitud. Hacia 1786, en medio de una tormenta interior en la que se mezclaban los conflictos creativos y las decepciones amorosas, Goethe dejó Weimar y se lanzó a hacer un viaje por Italia. Como parte de su equipaje, el poeta y dramaturgo alemán llevó consigo los manuscritos de cuatro de sus obras más importantes, que por entonces se hallaban en diversos estados de acabado y revisión. Según los estudiosos de sus obras, el contacto que Goethe tuvo durante su jornada italiana con el arte y el pensamiento de la antigüedad clásica le permitieron llegar a asumir un nuevo planteamiento formal para sus obras, planteamiento en el que destaca, entre otras cosas, una aparente contradicción que en realidad es una síntesis: el poder expresar en las mesuradas cadencias del verso temas universales e intemporales, vibrantes y llenos de pasión.
Las cuatro obras que Goethe llevó consigo a Italia fueron Egmont, Fausto, Tasso e Ifigenia. De manera muy sintética, puede decirse que el Egmont de Goethe se desarrolla en Bruselas, durante el tiempo de la Inquisición. Felipe II, rey de España, mantiene dominados a los Países Bajos para impedir, entre otras cosas, el avance de la Reforma iniciada por Martín Lutero. Ante el descontento de los subyugados, el monarca español envía al duque de Alba a reprimir con mano dura los levantamientos encabezados por Egmont y Guillermo de Orange. Ante un posible encuentro con el duque de Alba, Guillermo de Orange huye, pero Egmont permanece fiel a su ideal rebelde y revolucionario y se enfrenta al represor. Egmont es tomado preso por Alba y condenado a muerte por traición.
La parte política y heroica de la trama lleva paralelamente una historia de amor, centrada en la relación de Egmont con su amada Clara. La familia de Clara pretende obligarla a casarse con un tal Brackenburg, hombre al que no ama. Al ser rechazado por Clara, Brackenburg, despechado, amenaza con envenenarse, pero finalmente es Clara la que se envenena. Los conocedores del drama parecen estar de acuerdo en que Egmont y Clara son los personajes más humanos creados por la pluma de Goethe y, al mismo tiempo, la personificación de una paz interna que es en realidad una forma más elevada de la sensibilidad independiente del pueblo de los Países Bajos, sensibilidad que se rebeló contra el poder español y finalmente lo derrotó.
Por encargo de Joseph Hartl, director del Hoftheater de Viena, Beethoven escribió la música incidental al drama de Goethe entre octubre de 1809 y mayo de 1810. Por la cronología, esta música se coloca entre las sinfonías números 6 y 7 de Beethoven. La partitura original para el drama de Goethe está formada por la obertura y otros nueve números musicales. Cuatro de ellos son interludios orquestales para tocarse entre un acto y otro del drama. Hay también un Larghetto instrumental y tres piezas vocales: dos lieder y un melodrama. Finalmente, tenemos la pieza que cierra la obra, designada como Sinfonía de la Victoria. Esta pieza no debe confundirse con otra obra orquestal de Beethoven, independiente de Egmont y que es conocida indistintamente como Sinfonía de la batalla, La victoria de Wellington y La batalla de Vitoria.
Es poco usual que se toque entera la música incidental de Beethoven para el Egmont teatral de Goethe, pero su obertura es una de las grandes favoritas en las salas de conciertos. Claramente descriptiva, la obertura nos ofrece la música lenta y oscura de la tiranía, los sonidos heroicos de la revolución y los brillantes acordes de la victoria moral. No está de más apuntar que Hartl no cometió ninguna indiscreción al solicitar esta partitura a Beethoven, ya que el mismo Goethe había señalado en el manuscrito de Egmont la necesidad de la música. En el verano del año 2010, en uno de los teatros de la UNAM, se puso en escena una versión del Egmont de Goethe adaptada por Juan Villoro, dirigida por Mauricio García Lozano y acompañada por la música original de Beethoven. Una poderosa experiencia teatral, sin duda.
BEETHOVEN LUDWIG VAN (1770-1827) Obertura La Consagración de la casa
Obertura La Consagración de la casa
LUDWIG VAN BEETHOVEN (1770-1827)
Obertura La consagración de la casa, Op. 124
Algunas de las oberturas escritas por Ludwig van Beethoven, particularmente aquellas que están asociadas a su ópera Fidelio, así como Egmont y Coriolano, han permanecido hasta nuestros días como parte importante del repertorio sinfónico en todo el mundo. Sin embargo, otras oberturas suyas, escritas con otros fines, han sido relegadas a una oscuridad que, en general, no se merecen. Como un recordatorio de la producción de Beethoven en el campo de las oberturas, va esta breve lista:
- Las criaturas de Prometeo, Op. 43
- Coriolano, Op. 62
- Fidelio, Op. 72c
- Leonora No. 1, Op. 138
- Leonora No. 2, Op. 72a
- Leonora No. 3, Op. 72b
- Egmont, Op. 84
- Las ruinas de Atenas, Op. 113
- Onomástico, Op. 115
- Rey Esteban, Op. 117
- La consagración de la casa, Op. 124
De entrada, es claro que varias de estas oberturas son prácticamente desconocidas en nuestro tiempo. Ello puede deberse, quizá, al hecho de que las obras escénicas para las cuales fueron escritas algunas de ellas hoy están olvidadas y se les recuerda más, probablemente, por las oberturas de Beethoven que por sus propios méritos. Entre estas oberturas, La consagración de la casa es una excepción, ya que no fue compuesta como parte de alguna música incidental, sino que fue escrita por Beethoven con motivo de las celebraciones por la inauguración de un nuevo teatro. No deja de ser interesante notar que ésta, la última de las oberturas de Beethoven, lleva el número de opus inmediatamente anterior al de la monumental Novena sinfonía, y que años después de su creación compartiría el escenario con esta gran obra.
La composición de la obertura La consagración de la casa fue abordada por Beethoven inmediatamente después de terminar la Misa solemne, en ocasión de la inauguración del nuevo Teatro Josephstadt de la ciudad de Viena. Corría el año de 1822, y en ese año ocurrió uno de los encuentros musicales más notables de ese tiempo. Gioachino Rossini (1792-1868) estaba de visita en Viena y un editor lo llevó a conocer a Beethoven. Durante ese breve pero emotivo encuentro ambos compositores se expresaron mutua admiración. Cuando Beethoven abordó la creación de esta obertura, llevaba ya mucho tiempo planeando escribir una obertura en el estilo que él llamaba clásico, y que para el compositor significaba el estilo de Georg Friedrich Händel (1685-1759). La solemne ocasión le proporcionó entonces a Beethoven el pretexto ideal para volver los ojos y los oídos hacia Händel y componer su obertura a partir de un pensamiento básicamente contrapuntístico, denso y complejo, pero nunca confuso. Así, tenemos una obertura que inicia, a la manera de la antigua obertura francesa, con una introducción lenta y solemne, a la que siguen poderosas y nobles fanfarrias, episodios de gran fuerza y colorido orquestal y una conclusión que es impecable desde el punto de vista técnico. El título original de la pieza es Die weihe des hauses, y La consagración de la casa es su traducción literal al castellano. La obertura fue estrenada precisamente en la inauguración del Josephstadt Theater de Viena y, al parecer, fueron presentados también otros números musicales, acompañados por la lectura de textos apropiados para la ocasión, escritos por un tal Carl Meisl.
Un par de años después, esta obertura habría de ocupar el lugar de honor al inicio del programa efectuado el 7 de mayo de 1824 en el Kärtnerthortheater de Viena, en el que se estrenó la Novena sinfonía de Beethoven junto con algunos fragmentos (Kyrie, Credo, Agnus Dei) de la Misa solemne. Fue éste el famoso concierto en el que Beethoven, ya completamente sordo, no se dio cuenta de la enorme ovación que le tributaba el público vienés hasta que una de las solistas lo hizo volverse hacia las repletas butacas. Como dato curioso puede mencionarse que diez años después de que Beethoven escribiera su obertura La consagración de la casa, el compositor alemán Louis Spohr (1784-1859) escribió en 1832 la cuarta de sus sinfonías, a la que puso por título La consagración del sonido.
Al paso del tiempo, la obertura La consagración de la casa ha sido utilizada en algunas ocasiones, siguiendo la tradición, como música propiciatoria para la inauguración de teatros y salas de conciertos. Un caso notable en este sentido fue la sesión inaugural de la Sala de Conciertos Eugene McDermott del Centro Sinfónico Morton H. Meyerson de Dallas, el 6 de septiembre de 1989. La sala, concebida y construida a instancias del gran director mexicano Eduardo Mata (1942-1995), fue inaugurada por la Sinfónica de Dallas bajo la batuta de Mata, y la primera obra del programa fue precisamente La consagración de la casa.
Dvořák, Dvořák Antonin (1841-1904) Sinfonía No. 9 Nuevo Mundo
Sinfonía No. 9 Nuevo Mundo
ANTONIN DVOŘÁK (1841-1904)
Sinfonía No. 9 en mi menor, Op. 95, Del nuevo mundo
Adagio-Allegro molto
Largo
Scherzo: Molto vivace
Allegro con fuoco
La repetición frecuente de las tres últimas sinfonías del catálogo de Antonin Leopold Dvořák (las números 7, 8 y 9) sin duda va en detrimento de las otras seis, que raramente son ejecutadas en los conciertos sinfónicos, y entre las cuales los melómanos de verdad podrían hacer interesantes descubrimientos sobre el desarrollo del pensamiento sinfónico del compositor. Es claro, sin embargo, que este estado de cosas no disminuye en nada el valor intrínseco de las tres sinfonías mencionadas, entre las cuales la última es, a pesar de su ubicuidad, una de las sinfonías más hermosas de todo el repertorio, y nada tiene de lugar común.
En el verano de 1891, después de repetidas negativas, Dvořák aceptó finalmente la proposición de la señora Jeannette Thurber de ir a Nueva York por dos años como director del Conservatorio Nacional que ella había fundado en 1885. Dvořák pidió licencia de sus deberes en el Conservatorio de Praga y marchó a los Estados Unidos, donde fue director del Conservatorio desde septiembre de 1892 hasta mayo de 1894. En este período, el músico checo (quizá habría que decir bohemio para no alterar la geopolítica europea de aquellos tiempos) adquirió un gusto particular por el folklore de la parte norte del Nuevo Mundo, por los músicos negros, por la poesía de Henry Wadsworth Longfellow, por los paisajes y las ciudades de los Estados Unidos. En el verano de 1893 Dvořák viajó por varias regiones del país y permaneció una corta temporada en el pueblo de Spillville, en el estado de Iowa, habitado mayoritariamente por bohemios venidos del Viejo Mundo. En Spillville, Dvořák tocaba el órgano en la iglesia los domingos, y en este pintoresco pueblo hizo numerosos apuntes para lo que habría de ser su obra más famosa, la sinfonía Del nuevo mundo.
Mucho se ha dicho y escrito sobre la autenticidad (o falta de ella) de los motivos, temas, armonías y ambientes sonoros americanos empleados por Dvořák en esta bella sinfonía. La única conclusión a la que se ha podido llegar sin demasiadas contradicciones es que, sea cual fuere el contenido “folklórico” de la sinfonía, el hecho es que la música misma es tan bohemia como la de cualquiera de las otras obras de Dvořák. El compositor creía en la identidad casi completa entre la música negra y la música indígena de los Estados Unidos; esta forma de pensar se refleja en la famosa melodía del corno inglés en el segundo movimiento de la sinfonía Del nuevo mundo, que para muchos estadunidenses está inspirada en el carácter de los spirituals negros. Sin embargo, el mismo Dvořák declaró que este tema había sido inspirado por la escena del funeral de Minnehaha en el poema épico Hiawatha (1855) de Henry Wadsworth Longfellow. El Scherzo de la sinfonía, por otra parte, y según las palabras del compositor, “fue sugerido por la escena de la celebración en Hiawatha, en la que los indios danzan, y es también un intento que hice de impartir a mi música el color local y el carácter indígena.” Hay, sin embargo, al menos un momento de la hermosa Sinfonía Del nuevo mundo en el que Dvořák parece aludir directamente a una fuente tradicional. La referencia específica, no del todo improbable, es el conmovedor spiritual titulado Swing low, sweet chariot, que parece ser citado por Dvořák en uno de los temas principales del primer movimiento de la sinfonía.
Cuatro días antes del estreno de la sinfonía, realizado el 15 de diciembre de 1893 por la Filarmónica de Nueva York dirigida por Anton Seidl, el compositor declaró en una entrevista:
Es este el espíritu que he tratado de reproducir en mi nueva sinfonía. No he utilizado ninguna melodía oída en América. Simplemente he escrito temas originales imbuidos de las peculiaridades de la música indígena y los he desarrollado con todos los recursos modernos de ritmo, armonía, contrapunto y color orquestal.
Respecto al Hiawatha de Longfellow, se sabe que Dvořák lo había leído treinta años antes de llegar a Nueva York. La señora Thurber, habiendo convencido a Dvořák de aceptar la dirección del Conservatorio Nacional, le pidió que compusiera una obra americana. Para tal efecto, ella se encargó de que el poema Hiawatha fuera convertido en un libreto. Sin embargo, la presunta ópera sobre el texto de Longfellow nunca se materializó, pero más tarde Dvořák indicó que algunos de los temas que pensaba incluir en la ópera hallaron un lugar en la sinfonía Del nuevo mundo, que fue compuesta entre diciembre de 1892 y mayo de 1893. Para los interesados, va le dato de que el título original de esta obra en checo es Z Nového světa.
Unos meses después del estreno de esta cálida, poderosa y evocativa sinfonía, Dvořák regresó a Europa, prometiendo volver pronto al Nuevo Mundo. En 1896 visitó Londres por última vez y en ese mismo año tuvo su único encuentro con Anton Bruckner (1824-1896), pocos meses antes de la muerte del gran sinfonista austriaco. El regreso de Dvořák a América, planeado para 1897, nunca se materializó. El compositor bohemio pasó los últimos años de su vida dedicado a la composición de óperas y poemas sinfónicos, hasta su muerte en 1904, y ya nunca habría de componer otra sinfonía.
Adagio-Allegro molto
Largo
Scherzo: Molto vivace
Allegro con fuoco
Iván López Reynoso

Director(a)
Considerado como una de las más importantes batutas jóvenes de México, realizó sus estudios de violín con la maestra Gellya Dubrova, de piano con el maestro Alexander Pashkov, de canto con el maestro Héctor Sosa y de dirección de orquesta con el maestro Gonzalo Romeu. Además, ha recibido clases de los directores Alberto Zedda, Jean Paul Penin, Jan Latham-Koenig y Avi Ostrowsky.
Ha dirigido a la Oviedo Filarmonía, la Orquesta Sinfónica de Madrid, la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, la Filarmónica Gioachino Rossini, la Orquesta de la Comunidad de Madrid, la Orquesta Sinfónica de Navarra, la Sinfónica de Tenerife, la Filarmónica de Málaga, la Orquesta Estatal de Braunschweig, la Orquesta Filarmónica de la UNAM, la Orquesta Filarmónica de Jalisco, la Orquesta Sinfónica del Estado de México, la
Orquesta Sinfónica Nacional, la Orquesta Sinfónica de Minería, Orquesta y Coro del Teatro de Bellas Artes y la Orquesta Sinfónica de Xalapa, entre otras. Ha trabajado con destacados artistas como Brigitte Fassbaender, Ildar Abdrazakov, Alessandro Corbelli, Javier Camarena, Ramón Vargas, Irina Lungu, John Osborn, Franz Hawlata, María Katzarava, Paolo Bordogna, Xabier Anduaga, Alfredo Daza, Roberto de Candia, Michael Barenboim,
Gabriela Montero, Yulianna Avdeeva, Conrad Tao, Oxana Yablonskaya, Ryu Goto y Alex Klein, entre otros.
La versatilidad de Iván López Reynoso lo ha llevado a dirigir distintas disciplinas y estilos como ballet, danza contemporánea, música antigua, música contemporánea y, con especial interés, ópera. Su extenso repertorio operístico incluye más de cuarenta títulos, entre los cuales destacan Carmen, El holandés errante, Aida, Don Carlo, La traviata, Rigoletto, La bohème, Tosca, Madama Butterfly, Hansel y Gretel, Werther, Las bodas de Fígaro, La flauta mágica, Don Giovanni, Così fan tutte, I Puritani, La scala di seta, La cenicienta, El turco en Italia, El barbero de Sevilla y El elixir de amor. Asimismo, dirigió los estrenos en México de Viva la mamma, Il pianto d’Armonia sulla morte di Orfeo, Il viaggio a Reims y Le comte Ory.
En agosto de 2014 realizó su debut internacional en el prestigiado Rossini Opera Festival de Pesaro, Italia, concertando la ópera El viaje a Reims de Rossini, convirtiéndose así en el primer mexicano en dirigir en dicho festival. Su creciente carrera lo ha llevado a presentarse con éxito en ciudades de Perú, Estados Unidos, España, Italia, Alemania y Omán. En 2018 el Congreso del Estado de Guanajuato le otorgó el Premio Estatal de
Artes Diego Rivera. Ha fungido como Director artístico interino de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, como Erster Kapellmeister del Teatro Estatal de Braunschweig y como Director asociado de la Orquesta Filarmónica de la UNAM. En diciembre de 2020 fue nombrado Director titular de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes y desde 2018 se desempeña como Principal director invitado de la Oviedo Filarmonía.
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