Franz Joseph Haydn - Concierto para trompeta en Mib Mayor. Hob. Vlle:1

Franz Joseph Haydn (1732-1809)

Concierto para trompeta en Mib Mayor. Hob. Vlle:1

Allegro
Andante
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FRANZ JOSEPH HAYDN (1732-1809)

Concierto para trompeta y orquesta en mi bemol mayor, Hob. VIIe:1
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En la ciudad de Viena, en el año de 1767, nació Anton Weidinger, personaje que estaba destinado a hacer historia musical casi sin proponérselo. Desde muy niño, comenzó el aprendizaje de la trompeta, y su precoz talento le permitió terminar su entrenamiento en un corto período de tiempo. Muy pronto, el joven Weidinger estuvo calificado para tocar la trompeta en la corte y en el ejército. Perteneció a las bandas de música de diversos regimientos militares y en 1792 fue contratado como trompetista de la ópera de la corte de Viena. Fue durante su servicio en esta institución que Weidinger comenzó a experimentar con una trompeta de llaves que, al paso del tiempo, le iba a permitir librarse de las limitaciones de su instrumento.
Ese instrumento era la trompeta natural, heredada directamente del período barroco y que, debido a la ausencia de pistones, válvulas o llaves, era muy limitada en los registros medio y bajo, aunque en el registro alto, el llamado clarino, adquiría un cierto grado de cromatismo que permitía tocar más notas y melodías más complejas. Por desgracia, en el ocaso del barroco los trompetistas especialistas en tocar el registro clarino vieron declinar su fama, su prestigio y su fortuna, de modo que el repertorio para trompeta solista en la generación siguiente a la de Johann Sebastian Bach (1685-1750) es prácticamente inexistente. Acaso, han trascendido un concierto de Leopold Mozart (1719-1787), y la noticia ciertamente triste de que un Concierto para trompeta de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) se perdió para siempre.
El caso es que el caballero Weidinger, a base del conocido sistema de prueba y error, llegó a diseñar un mecanismo de rudimentarias llaves que, realizando un trabajo análogo al que hoy hacen los pistones, permitía al intérprete modificar la longitud de la columna de aire en la trompeta, dando al instrumento posibilidades cromáticas que ya no estaban restringidas a las regiones más agudas del registro. Así, en 1795, Weidinger tenía en su poder una trompeta de llaves, en mi bemol, que en su tiempo fue conocida como organisierte Trompete, algo así como trompeta organizada. Las posibilidades de este instrumento llamaron de inmediato la atención de Haydn, quien conocía bien a Weidinger, y en 1796 el compositor creó el que hasta la fecha es el más importante concierto para trompeta de todo el repertorio. Aprovechando para sí mismo (y con pleno derecho) la fama de Haydn y la buena recepción que se dio a su concierto, Weidinger comenzó a dar demostraciones de su novedosa trompeta y siguió experimentando con el mecanismo que había desarrollado. Dondequiera que Weidinger tocaba el concierto de Haydn, el público se sorprendía de la capacidad del instrumento para trazar líneas melódicas complejas en los registros medio y bajo, cosa impensable en las rústicas trompetas naturales. Y al mismo tiempo, admiraban la maestría de Haydn y su intuición para aprovechar al máximo los recursos de esta trompeta organizada de Weidinger. Hacia 1803, Weidinger realizó algunas giras que lo llevaron a cosechar éxitos en Alemania, Francia e Inglaterra, y para ese año había dado algunos pasos adelante en el desarrollo de las llaves de su trompeta, de modo que el instrumento para el que Johann Nepomuk Hummel (1778-1837) compuso su igualmente famoso concierto resultó aún más avanzado y flexible que el que Haydn había tenido a su disposición siete años antes. Además de los conciertos de Haydn y Hummel, el trompetista Weidinger se hizo acreedor a una importante parte de trompeta en la partitura de un Réquiem compuesto por Sigismund Neukomm (1778-1858) para el rey Luis XVII. Y poco más. No deja de parecer extraño, considerando la altísima calidad del Concierto para trompeta de Haydn y los avances representados en el Concierto para trompeta de Hummel, que ningún otro compositor importante de su tiempo le dedicara otra obra a Weidinger. Sin embargo, el sólo hecho de haber sido el impulso motor para este par de estupendas obras le garantiza a Weidinger un lugar importante en la historia musical y un reconocimiento especial por parte de quienes aman la trompeta y su música con especial pasión. Si se considera la importancia capital del Concierto para trompeta de Haydn en la historia del instrumento, no deja de ser extraño que la obra haya tenido que esperar cuatro años para su estreno, que ocurrió el 28 de marzo de 1800 en el Antiguo Burgtheater de Viena, con Anton Weidinger como solista.
Como la obra más importante del repertorio, el Concierto para trompeta de Haydn ha sido grabado en numerosas ocasiones, por trompetistas de diversas latitudes, orientaciones estéticas, estilos y capacidades expresivas. Entre las grabaciones de corte tradicional, son especialmente recomendables las de Maurice André, Adolf Scherbaum, Timofey Dockschitser, y Adolph Herseth. Si en cambio usted prefiere alguna versión más moderna en cuanto al estilo y el sonido, con trompetistas de técnica asombrosa, escuche las versiones de Wynton Marsalis, John Wallace, Alison Balsom o Hakan Hardenberger. Y si le entra la curiosidad por el asunto de los instrumentos antiguos, hay por ahí un par de muy buenas versiones a cargo de los trompetistas Friedemann Immer y Crispian Steele-Perkins, con la Academia de Música Antigua que dirige Christopher Hogwood y The King’s Consort conducido por Robert King, respectivamente.
Y en medio de tantos trompetistas ilustres, ¿qué se hizo el señor Weidinger, de ilustre memoria? Pues fue muy admirado y aplaudido hasta la década de 1820, cuando el interés por su instrumento comenzó a decaer drásticamente. Así, Anton Weidinger pasó los últimos treinta años de su vida tocando su novedosa trompeta en salas de concierto semivacías, y murió en el olvido en Viena, su ciudad natal, en 1852.

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