Juan Arturo Brennan
SILVESTRE REVUELTAS (1899-1940)
Cuauhnáhuac
A veces, un poco para mitigar el olvido en el que solemos tener a nuestras raíces, recordamos alguna costumbre, algún sonido, cierta palabra antigua; aprendemos algún nombre en náhuatl, y con ello creemos quedar conectados con el pasado remoto, con el México profundo, con el mundo de nuestros ancestros. Es así como, en algún momento ya olvidado, nos han dicho que Cuauhnáhuac es el nombre con el que antiguamente se conoció aquello que para nosotros es la ciudad de Cuernavaca. Y es también el nombre con el que Silvestre Revueltas designó al primero de sus poemas sinfónicos. A veces, recordar el nombre no es suficiente, y hacen falta más datos.
El viejo nombre de Cuauhnáhuac puede ser hallado en el Códice Mendocino, en la parte conocida como Matrícula de Tributos. Cuauhnáhuac está representada por un jeroglifo con figura de árbol en el que hay una abertura bucal de la cual emerge una vírgula, que es el símbolo de la voz, de la palabra. A partir de esta imagen se ha hecho la definición del término: el diccionario náhuatl-español de fray Alonso de Molina indica que Cuauhnáhuac significa “junto a los árboles”, mientras que el Códice Aubin afirma que quiere decir “cerca del bosque, a la orilla de la arboleda.” La historia y la arqueología muestran que lo que hoy es Cuernavaca fue habitado alrededor del año 1500 a.C. por una tribu de tlahuicas que, al no hallar acomodo en el Valle de México, se establecieron al sur del Ajusco, en la antigua Cuauhnáhuac. Algunos escritos indican que Cuauhnáhuac fue el paraíso mítico conocido legendariamente como Tamoanchan. En el mismo Códice Mendocino consta que Cuauhnáhuac fue conquistada sucesivamente por Acamapichtli, Izcóatl y Moctezuma el Viejo. Es decir, vivió sometida por los señoríos militaristas del Valle de México hasta que fue conquistada definitivamente por los españoles el 13 de octubre de 1521. ¿De dónde, entonces, el moderno nombre de Cuernavaca que sustituyó al antiguo de Cuauhnáhuac? Sencillamente de la corrupción lingüística típica del conquistador español. En alguna de sus cartas, Hernán Cortés se refería a Cuauhnáhuac como Coadalvaca, mientras que Solís hablaba de Cuautlavaca. En un tono bastante ligero y socarrón, Ignacio Ramírez escribió estas líneas al respecto:
Robóse Hernán Cortés una hermosa mujer de un hombre apellidado Vaca. El cornudo va al rey, y daños y perjuicios saca. Esta historia da nombre a Cuernavaca.
¿Qué inspiró a Revueltas a componer un poema sinfónico con el nombre de Cuauhnáhuac? Probablemente, nada. Es más factible que Revueltas haya elegido esta eufónica palabra al azar para dar título a una pieza sinfónica sin asociaciones programáticas o descriptivas. Sin embargo, alguien con tendencias románticas podría pensar en Revueltas escribiendo un texto descriptivo para su Cuauhnáhuac, un hipotético texto en términos como:
El hospitalario clima, la exuberante vegetación y la añeja historia de Cuauhnáhuac me inspiraron para trazar un retrato sonoro de...
Por fortuna, Revueltas era demasiado honesto e inteligente para caer en semejante cursilerías o perpetrar tales tarjetas postales con orquesta. Escribió, en cambio, este breve texto:
Cuauhnáhuac. Antiguo nombre de Cuernavaca, que significa ‘junto al bosque’. Música sugerida por una palabra. Música sin calles, sin árboles y sin turistas, que puede sugerirlo todo o nada. Cualquier camión que no sea de Cuernavaca puede llevar hasta la música sin gran peligro. En la partitura se usa un huéhuetl como medio de propaganda nacionalista. El huéhuetl está pintado con los colores nacionales. A veces algunos otros instrumentos de la orquesta dicen cosas más nacionales. No hay que hacerles caso, es propaganda anticapitalista.
Este texto apareció en el programa de mano del concierto en el que se estrenó la obra. Por cierto, hay discrepancias respecto a la fecha. Un catálogo de la obra de Revueltas preparado por la O.E.A. indica que Cuauhnáhuac se estrenó el 29 de junio de 1933, mientras que Yolanda Moreno Rivas, en su libro sobre el nacionalismo musical mexicano, afirma que la pieza se estrenó en 1930. Investigaciones más recientes indican que Revueltas compuso en 1931 la primera, original versión de Cuauhnáhuac para cuerdas, realizando más tarde dos versiones de la partitura, una para pequeña y la otra para orquesta sinfónica. Sea como fuere, el hecho es que existe el programa del concierto que la Orquesta Sinfónica de México dio el viernes 2 de junio de 1933 en el Teatro Hidalgo, dentro de la temporada extraordinaria de ese año, y en ese programa se lee que el propio Revueltas dirigió a la OSM en un concierto que incluyó, además de Cuauhnáhuac, el Tercer concierto de Brandenburgo de Bach, la Séptima sinfonía de Beethoven y las Danzas polovetsianas de Borodin. Por cierto, en su libro arriba mencionado, Yolanda Moreno Rivas indica que Cuauhnáhuac fue concebida por Revueltas como una obra para pequeña orquesta, y más tarde realizada para orquesta sinfónica, mismo procedimiento que el compositor siguió con Esquinas, Janitzio, Planos y Sensemayá.
La audición de Cuauhnáhuac confirma lo sugerido por Revueltas en el texto citado arriba; nada hay en la partitura que tienda a complacer la memoria de los turistas que invaden Cuernavaca cada fin de semana. Es más: se antoja probable que los turistas, al escuchar Cuauhnáhuac, pudieran salir huyendo, cosa que sin duda complacería mucho al maestro Revueltas.