Juan Arturo Brennan
LEONARD BERNSTEIN (1918-1990)
Serenata para violín, cuerdas y percusión
Aunque Leonard Bernstein nació en Lawrence, Massachusetts, yo prefiero iniciar esta nota remitiéndome a la antigua Atenas, de donde fue originario Platón (427-347 a.C.), uno de los más grandes filósofos de todos los tiempos. Entre todos los discípulos de Sócrates, fue sin duda Platón el que mejor comprendió las enseñanzas del maestro y, al mismo tiempo, el que transitó su propio camino con mayor independencia. Entre las obras más notables de Platón están sus Diálogos, fascinantes textos en los que diversos personajes intercambian ideas sobre algunos de los conceptos fundamentales de la filosofía occidental. En un interesante estudio preliminar a una edición en castellano de los Diálogos de Platón, el estudioso Francisco Larroyo nos dice que hay duda sobre la autenticidad de algunos de los Diálogos, mientras que otros provienen indudablemente de la pluma de Platón. Entre estos últimos hay uno especialmente interesante, titulado Simposio, o el banquete, que es protagonizado por Apolodoro, un amigo suyo, Sócrates, Agatón, Fedro, Pausanias, Erixímaco, Aristófanes y Alcibíades. En el estudio citado, Larroyo nos dice lo siguiente:
En el Banquete se discurre sobre las formas del amor. Háblase del alma humana, finita, confinada en el cuerpo, en su anhelo de superar el mundo de los hechos sensibles, en obsequio de una existencia bella y perfecta. Así surge el tema de la inmortalidad del alma, que viene a ventilarse en el Fedón.
El Fedón mencionado por Larroyo es otro de los Diálogos. Este breviario filosófico viene a cuento por el simple hecho de que la Serenata de Bernstein está inspirada precisamente en el Simposio de los Diálogos de Platón. Así que, para no inventar ni improvisar nada al respecto, traduzcamos al buen castellano el texto escrito por el compositor sobre esta interesante obra suya. Nos dice Leonard Bernstein:
No hay un programa literal para esta Serenata a pesar del hecho de haber resultado de una relectura del encantador diálogo de Platón, el Simposio. La música, como el diálogo, es una serie de afirmaciones relacionadas al encomio del amor, y en general sigue la forma platónica a través de la sucesión de oradores en el banquete. La relación entre los movimientos no depende de algún material temático en común, sino más bien de un sistema en el que cada movimiento evoluciona a partir del movimiento precedente. Para los interesados en la alusión literaria, puedo sugerir los siguientes puntos a manera de guía:
I - Fedro; Pausanias. (Lento; Allegro) Fedro abre el simposio con una oración lírica en alabanza a Eros, dios del amor. (Fugato, iniciado por el violín solista). Pausanias continúa describiendo la dualidad del amante y el amado. Esto se expresa en un clásico allegro de sonata, basado en el material del fugato inicial.
II - Aristófanes. (Allegretto). Aristófanes no hace el papel de payaso en este diálogo, sino el de un narrador de cuentos que invoca la mitología amorosa del cuento de hadas.
III - Erixímaco. (Presto). El doctor habla de la armonía corporal como un modelo científico para el funcionamiento del amor. Este es un scherzo fugado muy breve, surgido de una mezcla de misterio y humor.
IV - Agatón. (Adagio). Este es quizá el más conmovedor discurso del diálogo. El panegírico de Agatón abarca todos los aspectos del poder del amor, sus encantos y sus funciones. Este movimiento es una sencilla canción en tres partes.
V - Sócrates; Alcibíades. (Molto tenuto; Allegro molto vivace). Sócrates describe su visita a la adivina Diotima, y cita su discurso sobre la demonología del amor. Esta es una introducción lenta de mayor peso que las de los movimientos anteriores y funciona como una repetición altamente desarrollada de la sección central del cuarto movimiento, sugiriendo así una forma sonata oculta. La famosa interrupción de Alcibíades y su banda de celebrantes borrachos introduce el allegro que es un rondó muy extenso que va desde la agitación a la celebración, pasando por festiva música de danza. Si hay una insinuación de jazz en la celebración, espero que no sea tomada como una anacrónica música griega de fiesta, sino como la expresión natural de un compositor estadunidense imbuido del espíritu de aquel banquete intemporal.
Y ahora, habiendo leído el extenso programa proporcionado por Leonard Bernstein, podemos olvidarlo de inmediato e ir directamente a la música. Para efectos prácticos, esta Serenata pudiera considerarse como un concierto para violín en un solo movimiento dividido en secciones. Y tal como lo indica el compositor en su nota, con un poco de atención es posible distinguir la relación temática que surge de un movimiento al siguiente. Así como otras obras de Bernstein fueron bien recibidas por el público y la crítica, la Serenata fue duramente cuestionada desde su mismo estreno. En particular, tenemos este breve texto de Robert Sabin:
Algunas de sus partituras más recientes muestran un triste deterioro en inspiración y en autocrítica. La Serenata, basada en el Simposio de Platón, es una decepción. En esta obra hay fallas de gusto, de desarrollo y de poder de invención.
A pesar de este duro juicio de Sabin, la Serenata es hasta la fecha una de las obras más relevantes del catálogo de música de concierto de Bernstein. La pieza resultó de un encargo de la Fundación Koussevitzki, y está dedicada por el compositor a la memoria de Serge y Natalie Koussevitzki. La Serenata fue terminada el 8 de agosto de 1954 y estrenada el 12 de septiembre de ese año en el Teatro La Fenice de Venecia, con la orquesta del propio teatro dirigida por Bernstein y con Isaac Stern como solista al violín.