Max Bruch - Concierto No. 1 para violín en sol menor, op. 26

Max Bruch (1838-1920)

Concierto No. 1 para violín en sol menor, op. 26

Preludio - Allegro moderato
Adagio
Allegro energico - Presto

MAX BRUCH (1838-1920)

Concierto para violín y orquesta No. 1 en sol menor, Op. 26
Preludio - Allegro moderato
Adagio
Allegro energico - Presto

El compositor alemán Max Bruch es actualmente, según todos los parámetros que intervienen en la elusiva fama musical, una figura más o menos oscura, prácticamente olvidada, que permanece en la conciencia de algunos violinistas, y nada más. A diferencia de músicos polémicos y contradictorios, de esos que abundan en la historia, la figura y la música de Bruch nunca ocasionaron tormentas, ni entre el público ni entre la crítica. Se sabe que fue un compositor asiduo, dedicado y honesto, cuyas obras no trascendieron la eficacia y la corrección. De hecho, en las enciclopedias y obras de referencia en las que es posible hallar toneladas de información sobre otros compositores, las referencias a Bruch son mínimas. Aquí, nos enteramos de que Bruch dedicó la mayor parte de sus esfuerzos productivos a enormes obras sinfónico-corales que fueron muy populares en su tiempo y que hoy están olvidadas, tales como La bella Helena, Odiseo, La canción de la campana y Gustavo Adolfo. Allá, encontramos que Bruch no tiene un párrafo propio, sino que se le menciona tangencialmente como maestro de Ottorino Respighi (1879-1936). Por acá, leemos que la contribución única de Bruch a la posteridad musical es el primero de sus tres conciertos para violín. Más allá de estos datos, es muy poca la atención que los tratadistas brindan a la música de Max Bruch. Así, a la luz de esta escasa información, no deja de ser sorprendente que una consulta ulterior a un catálogo discográfico nos informe que existen en el mercado cerca de 40 grabaciones del Primer concierto para violín de Max Bruch. Dicho de otra forma, si la trascendencia de Bruch ha cristalizado a través de una sola obra, ha sido una trascendencia por demás sólida. Y, finalmente, justificada, ya que este concierto es en verdad una de las más bellas piezas del repertorio del violín. Respecto al asunto de las grabaciones, no es una coincidencia que varias de ellas contengan en el mismo disco este concierto de Bruch junto con el muy famoso Concierto en mi menor de Félix Mendelssohn (1809-1847). Las similitudes estructurales entre ambas obras son evidentes, lo que hace suponer que Bruch tomó a Mendelssohn como su modelo. Los dos elementos comunes más claros en Mendelssohn y Bruch a través de sus respectivos conciertos para violín son la aparente fusión de los dos primeros movimientos y la creciente integración del violín solista a la textura orquestal. Si bien el Primer concierto para violín de Bruch no generó, como quedó apuntado arriba, mayores polémicas críticas y analíticas, se vio envuelto de modo muy tangencial en una controversia muy curiosa. A raíz del estreno del Concerto Russo del compositor francés Édouard Lalo (1823-1892), alguien se atrevió a llamar suite a esta obra suya. Furioso, Lalo se quejó de esta nomenclatura errónea, y en una carta a su amigo Otto Goldschmidt (pianista acompañante del gran violinista Pablo de Sarasate, 1844-1908) exploraba la importancia comercial, que no artística, del título de una obra, comparando suites y conciertos diversos. En un párrafo de esa carta, Lalo escribió lo siguiente a Goldschmidt:

Otro ejemplo: esa cosa informe que se llama Segundo concierto de Bruch, un concierto sin primer movimiento, que empieza con el segundo, que pasa por un intermezzo en forma de recitativo y termina con un final muy pobre, y que levantó un clamor entre los escolásticos. Estrictamente, es una suite, pero Bruch conservó el título y logró un buen éxito comercial: se llama concierto, y los violinistas que tocan su magnífico Primer concierto quieren tocar el segundo.

Es probable que Lalo no hubiera querido asumir claramente el hecho de que aún en un compositor tan conservador como Bruch las innovaciones formales progresivas eran algo inevitable.
Max Bruch comenzó a realizar los bosquejos de su Primer concierto para violín hacia el año de 1864, y el estreno de la obra en su primera versión fue realizado en la ciudad de Koblenz el 24 de abril de 1866 bajo la dirección del compositor y con Otto von Königslow como solista. Poco tiempo después, con la asesoría del gran violinista Joseph Joachim (1831-1907) Bruch pulió algunos detalles de la parte solista, y el mismo Joachim estrenó la nueva versión del concierto, en Bremen, el 5 de enero de 1868, bajo la batuta de Karl Martin Reinthaler. El éxito del concierto fue inmediato, y si bien es lógico que a raíz de este triunfo Bruch sintiera el natural impulso de probar suerte otra vez, de inmediato, con la misma forma musical, lo cierto es que lo hizo tomando todo el tiempo del mundo: su Segundo concierto para violín apareció en 1877 y el Tercer concierto hasta 1890. Como lo registra claramente la historia, estas dos obras permanecen hasta la fecha ocultas a la sombra del hermoso Primer concierto.

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