Juan Arturo Brennan
Durante la última parte del año de 1879, Chaikovski se dedicó fundamentalmente a la orquestación de su ópera La doncella deOrléans y a la terminación de su Primera suite. En octubre de ese año, en su retiro en Kamenka, comenzó la composición de su Segundo concierto para piano, una obra que por razones diversas nunca ha alcanzado la enorme popularidad de su ilustre predecesor. El compositor trabajó en este concierto en París durante el mes de diciembre, y hacia el fin del año marchó hacia el clima más benévolo de Roma, donde compuso el Capricho italiano, inspirado por las imágenes y los sonidos que lo rodearon durante su estancia en la capital italiana.
El capricho es sin duda una de las formas musicales más libres y flexibles, al grado de que en ocasiones es indistinguible de otras formas; en este caso, el Capricho italiano de Chaikovski bien puede ser escuchado como una rapsodia, en el entendido de que es una pieza construida sobre diversos temas y motivos de corte nacional. El propio compositor declara el carácter de la obra en una carta a su benefactora, Nadezhda von Meck:
Gracias a los encantadores temas, algunos de los cuales he tomado de colecciones folklóricas, mientras que otros los he escuchado en las calles, esta obra va a ser muy efectiva.
La audición cuidadosa de la pieza confirma esta cualidad rapsódica del capricho.
El Capricho italiano se inicia con una fanfarria amplia y solemne a cargo de las trompetas, que es retomada de inmediato por toda la sección de metales. Después, las cuerdas entonan una larga y solemne melodía, que es acentuada por los metales; más tarde las maderas se unen a este discurso. Esta sección llega a un clímax, en el que se reexpone la fanfarria del inicio, en esta ocasión reforzada con los címbalos. La melodía anteriormente expuesta por las cuerdas y acentuada por los metales es declamada ahora por los alientos y acentuada por las cuerdas. Chaikovski da paso entonces a una sección con aire de danza popular en compás de ¾, conducida por pares de alientos; el tema danzable es retomado después por las trompetas. Viene enseguida un episodio de indudable origen popular, encabezado por cuerdas, cornos y trompetas; una melodía de corte lírico es expuesta por las cuerdas, con acompañamiento de pandero. Esta melodía es repetida después con una orquestación distinta. Aquí, el compositor retoma la solemne melodía de cuerdas del inicio de la obra, para acentuarla con los metales. La música se acelera para convertirse en otro momento de danza, un saltarello en el que Chaikovski incluye una buena imitación de una gaita pastoral a cargo de los alientos. Se retoma la danza popular expuesta antes, se reexpone el saltarello, y el Capricho italianoconcluye en un ambiente brillante y marcial.
Los musicólogos, al estudiar la partitura del Capricho italiano, han localizado con mayor o menor fortuna el origen de algunos de los temas empleados aquí por el compositor. De la majestuosa fanfarria con que inicia la obra se ha dicho que es una llamada de corneta que el compositor escuchó repetidas veces durante su estancia en Roma. Chaikovski se hospedó en el Hotel Costanzi, y los conocedores de la geografía romana afirman que en aquel entonces se encontraban en el mismo vecindario unas barracas militares desde donde le llegaron las marciales notas de ese bello tema. Algunos estudiosos de la materia afirman que la intención principal de Chaikovski en su Caprichoitaliano fue la de emular las visiones mediterráneas de su colega Mikhail Glinka (1804-1857) en sus Oberturas españolas; estos mismos especialistas coinciden en decir que, en general, las aproximaciones de Glinka al espíritu mediterráneo son mejores y más auténticas que este intento de Chaikovski.
El Capricho italiano fue escrito entre el 16 de enero y el 27 de mayo de 1880, y se estrenó en Moscú el 18 de diciembre de ese mismo año. La partitura de la obra existe también en un arreglo de Chaikovski para piano a cuatro manos.