HAYDN, FRANZ JOSEPH - Sinfonía No. 73 en Re Mayor, Hob. 1/73 La caza

Franz Joseph Haydn (1732-1809)

Sinfonía No. 73 en Re Mayor, Hob. 1/73 La caza

FRANZ JOSEPH HAYDN (1732-1809)

Sinfonía No. 73 en re mayor, La caza, Hob. 1: 73
Adagio – Allegro
Andante
Menuetto e trio
Presto: La caza

¡Cornos, cornos, cornos! (Cornos franceses, que son metales, y no cornos ingleses, que son maderas). Tales han sido los instrumentos preferidos por los compositores cuando han intentado describir escenas de cacería en su música orquestal. La razón es evidente: con los cornos orquestales, los compositores no hacen sino imitar (o tratar de imitar) los viejos cuernos de cacería. Entre los numerosos rituales sociales a los que el ser humano se dedica en sus ratos de ocio, la cacería (ritual abominable, por cierto) es uno de los que con más frecuencia han sido descritos con música. Las primeras piezas de este tipo datan del renacimiento, una época en la que la descripción eficaz de la cacería era más difícil, puesto que los compositores no contaban con una paleta instrumental tan variada como la de la orquesta que comenzó a surgir en el período barroco y que se solidificó en el período clásico y romántico. Así, por ejemplo, hay algunas escenas de caza del barroco temprano escritas para el clavecín.
Entre las numerosas descripciones musicales que se han hecho de la cacería utilizando la orquesta moderna, me vienen a la mente dos particularmente destacadas:

1.- Varias escenas de la espléndida ópera El cazador furtivo (1821) de Carl Maria von Weber (1786-1826), especialmente su vibrante, extrovertido y energético Coro de los cazadores, en el que los cornos juegan un destacado papel protagónico.

2.- El tercer movimiento, designado como Scherzo: Bewegt (‘Movido’) de la Sinfonía No. 4, Romántica (1874, varias revisiones hasta 1888) de Anton Bruckner (1824-1896). Este movimiento, conocido coloquialmente como el Scherzo de cacería (un título que Bruckner nunca utilizó) se caracteriza por ciertos patrones rítmicos que bien pudieran hacernos imaginar una cabalgata y, ciertamente, un uso intensivo de los cornos. Los musicólogos nos dicen que lo más probable es que Bruckner haya compuesto este gran scherzo sinfónico sin pensar en escenas de cacería ni nada parecido.

En el caso de la Sinfonía No. 73 de Franz Joseph Haydn, conocida como La caza, la idea sonora de la cacería está concentrada en el último movimiento, titulado Presto: La caza. Ahí, el compositor utiliza de manera sencilla pero eficaz los dos elementos descriptivos ya mencionados: ritmos veloces y bulliciosos, y algunas sencillas llamadas de los cornos.
Lo interesante de este asunto de Haydn el cazador es que la consulta de diversas fuentes permite armar un rompecabezas histórico-musical muy divertido sobre el origen de la música del último movimiento de la Sinfonía No. 73. Se menciona una melodía titulada La sourcillade, atribuida originalmente a Marc-Antoine Dampierre (1676-1756) y después retomada por François-André Danican Philidor (1726-1795), que fue utilizada por el compositor francés Jean-Baptiste Morin (1677-1754) en un divertimento para voces y orquesta titulado La caza del ciervo (1709). La melodía de cacería de este divertimento es citada por Haydn, primeramente, en la obertura de su ópera La fidelidad premiada (1780), misma obertura que después se convirtió en el movimiento final de la Sinfonía No. 73.
Este autoplagio explica con claridad el hecho de que no hay gestos sonoros de cacería en el resto de la sinfonía. Se menciona, en todo caso, que en el segundo movimiento de la Sinfonía No. 73 cita una canción suya titulada Gegenliebe. Por lo demás, en el primer movimiento el compositor utiliza un procedimiento muy usual en sus sinfonías, que es el de proponer una introducción lenta para preceder al allegro inicial. Otro detalle notorio de la obra es que el último movimiento de la Sinfonía No. 73 concluye de manera suave y callada, siendo éste el único otro caso entre las 104 sinfonías de Haydn (más dos sinfonías concertantes) junto con el final de la Sinfonía No. 45, conocida como Los adioses.

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