Contreras, Salvador - Danza negra

Salvador Contreras (1910-1982)

Danza negra

En el año 1987, el CENIDIM (Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Musical) publicó un libro que hasta la fecha es el único trabajo exhaustivo de investigación que se ha realizado sobre Salvador Contreras. El libro se titula Salvador Contreras, Vida y obra, y su autor es Aurelio Tello, compositor y musicólogo que hoy por hoy es la máxima autoridad en lo que se refiere a la obra de este músico mexicano. Como en otros trabajos de este tipo, la intención del autor ha sido la de rescatar la figura y la música de Contreras del abandono y olvido en que ha caído. He aquí un fragmento de la visión de Tello sobre el asunto:

Ese olvido o aparente olvido se debe a que Contreras fue un compositor que se aisló de los círculos que gobernaban la música en México, y le faltó darse la importancia y la proyección que uno debe darle a una obra que uno crea, y en la que uno cree, con fe absoluta. Le faltó vencer también cierta timidez personal y le faltó entrar a ese juego político que siempre ha sido determinante en México para la institucionalización de la cultura.

Al margen de que su música se interprete muy esporádicamente en nuestro medio cultural, hay que señalar que la importancia histórica de Contreras está cimentada sobre todo por su pertenencia al llamado Grupo de los Cuatro. En 1935, cuatro discípulos de la clase de creación musical de Carlos Chávez (1899-1978) fueron así bautizados colectivamente, y en su momento fueron importantes en el desarrollo del nacionalismo musical en México; sus colegas en ese grupo fueron Daniel Ayala (1906-1975), José Pablo Moncayo (1912-1958) y Blas Galindo (1910-1993). Por demás está decir que, así como Moncayo y Galindo están presentes en las salas de concierto con su música (más Moncayo que Galindo), Ayala y Contreras han pasado a formar parte de eso que podría llamarse “historia de la música sin músicos”.
En 1948, Blas Galindo escribió un extenso artículo en el que analizaba la música y la personalidad de sus tres colegas. En ese artículo, decía de Contreras:

Su obra es abundante y en general se advierte en ella una marcada influencia de Silvestre Revueltas. Contreras, en efecto, utiliza los ritmos y los elementos melódicos mexicanos “a la manera” de Revueltas. Posiblemente esta influencia procede de la estrecha amistad que unió a los dos compositores. Contreras aspira a escribir obras de grandes proporciones, como lo atestigua su reciente Sinfonía, pero todavía no ha logrado en este terreno todos sus propósitos.

Aquí cabría mencionar que si Galindo veía (escuchaba) en la música de Contreras la influencia de Silvestre Revueltas (1899-1940), la influencia de Igor Stravinski (1882-1971) es mencionada por Aurelio Tello en su libro, refiriéndose fundamentalmente a la inclinación de Contreras por los constantes cambios de ritmo y compás en sus partituras.
Al consultar de nuevo el libro de Tello sobre Contreras, es posible hallar un catálogo detallado de la obra del compositor, cuya lectura parece confirmar lo dicho por Galindo respecto a las obras de grandes proporciones. En efecto, entre casi un centenar de obras, hay cerca de una treintena escritas para orquesta sinfónica, en diversos géneros: la sinfonía, la obertura, la suite, las danzas, el ballet, etc. En el año 1966, como se consigna en con el catálogo compilado por Tello, Contreras compuso Dos piezas dodecafónicas para piano, Dos piezas dodecafónicas para orquesta de cuerdas, Dos piezas dodecafónicas para quinteto de alientos, su Cuarteto No. 4 y la Danza negra. El hecho de que Contreras abordara con tanta dedicación la creación de música dodecafónica parece confirmar lo dicho por Aurelio Tello en el sentido de que el Grupo de los Cuatro representó, en su ocaso, la liquidación de la música nacionalista. A partir de entonces sería necesario buscar nuevos lenguajes y modos de expresión, y es evidente que Contreras ya estaba en ese camino. Al mismo tiempo, el compositor se dedicaba a solidificar los elementos típicos de su propio estilo: la intencionalidad rítmica de corte stravinskiano, la armonía seca, la búsqueda permanente de nuevas vías de expresión y una preocupación constante por los timbres instrumentales y sus combinaciones.
En algún momento, la Danza negra de Salvador Contreras fue programada para ser estrenada por la Orquesta Sinfónica Nacional. Sin embargo, el estreno se canceló a última hora. Entonces se dijo que la cancelación se debía a que las partes orquestales eran ilegibles. A partir de su análisis de la partitura de la Danza negra, Aurelio Tello afirma que, si bien la obra presenta un especial énfasis rítmico, no hay en ella nada que remita a una posible asociación con música de raíz afrocaribeña. En todo caso, una audición de la obra permite percibirla presencia de ciertos elementos indigenistas estilizados y, sí, ahí está presente la sombra de Revueltas. Más allá de que la Danza negra tenga o no un carácter claramente bailable, no hay referencias históricas que indiquen que Contreras la haya concebido como música de ballet. La obra transcurre entre episodios de fuerte impulso rítmico y otros de espíritu más contemplativo, y es interesante notar que, debido a sus colores orquestales más bien austeros y al carácter de su armonía y sus materiales melódicos, no parece tratarse de una danza festiva, sino que apunta más hacia un posible concepto ritual. Por otra parte, la estructura general de la pieza tiene como sustento la afirmación melódica y rítmica con que inicia la Danza negra, materia sonora que el compositor retoma varias veces en el transcurso de la partitura.
Ciertamente, recomiendo la búsqueda y lectura del libro de Aurelio Tello mencionado arriba; es una fuente invaluable de información y perspectivas para conocer a un compositor nacionalista mexicano injustamente desconocido.

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