Juan Arturo Brennan
Bien conocida es la afinidad de los compositores con la naturaleza, o al menos su propensión a utilizar diversos objetos de ella como fuente de inspiración para la creación musical. En este sentido, ¿qué cosas interesantes podemos hallar en relación al bosque? Por ejemplo, el muy patriótico oratorio El canto de los bosques de Dmitri Shostakovich (1906-1975). Por ejemplo, el evocativo vals titulado Cuentos de los bosques de Viena de Johann Strauss Jr. (1825-1899) Por ejemplo, el soberbio poema sinfónico De los bosques y las praderas de Bohemia de Bedrich Smetana (1824-1884). Y si buscamos algunas referencias musicales más específicas a ciertos habitantes de los bosques podemos encontrar por ahí Los pinos de Roma de Ottorino Respighi (1879-1936) y algunas otras músicas dedicadas a algún árbol en particular, o a algún otro bosque de tamaño y configuración diversos. Evidentemente, cualquier obra musical que en su título lleve una mención del bosque nos remite de inmediato al asunto de la música descriptiva, y el poema sinfónico Bosques de José Pablo Moncayo no es la excepción.
Como es el caso de otras obras suyas (siendo el famoso Huapango una de las excepciones notables), Bosques nos presenta a un Moncayo que transita con cierta facilidad por dos terrenos aparentemente inconexos: el nacionalismo muy mexicano, y un impresionismo de corte netamente europeo. Y escribo europeo porque si escribiera francés quizá alguien me reclamaría, con toda razón, que el impresionismo musical no fue provincia exclusiva de los compositores franceses. Sin embargo, parece claro que el lenguaje impresionista manejado por Moncayo en Bosques tiene como raíz, precisamente, la influencia de la música francesa de los primeros años del siglo XX. Esto no deja de ser particularmente interesante a la luz de la revisión de algún apunte biográfico de Moncayo, en el que brilla por su ausencia el por entonces tradicional viaje a Europa (a Francia, preferentemente) para los también tradicionales estudios de perfeccionamiento. Así, parece válido afirmar que los toques impresionistas que Moncayo supo aplicar no sólo en Bosques sino también en otras obras suyas como la Sinfonietta, Tierra de temporal y Llano grande se originaron más en la intuición sonora que en el aprendizaje estrictamente técnico.
Para añadir un poco de sabor auténtico a estas consideraciones sobre Moncayo y el (posible) impresionismo de algunas de sus partituras, oigamos la voz de Blas Galindo (1910-1993), quien se refería a Moncayo en estos términos:
En toda su obra, desde su temprana Sonata para violín y violoncello, se encuentran elementos melódicos de la más alta distinción. En algunos de sus primeros trabajos de estudiante se aprecian influencias veladas de giros melódicos ravelianos. Es importante hacer notar este rasgo, que ya aparece en sus Tres piezas para piano solo. Claro está, la supuesta influencia melódica del compositor francés queda desvirtuada en parte por la concepción rítmica peculiar de Moncayo.
Para poner este breve párrafo en su adecuado contexto, es menester recordar que Galindo formó parte del notorio Grupo de los Cuatro, junto con Moncayo, Salvador Contreras (1910-1982) y Daniel Ayala (1906-1975). Lo que no deja de ser muy interesante es la afirmación que Galindo hace más adelante en el mismo texto en el sentido de que Moncayo no es un compositor nacionalista. El caso es que esas influencias ravelianas que Galindo detectaba en las obras primeras de Moncayo se manifestó también en su producción madura, y al decir de quienes conocen bien su música, Bosques es el ejemplo más acabado de la síntesis entre nacionalismo e impresionismo en el catálogo del compositor del famosísimo Huapango.
Bosques fue la última obra orquestal escrita por Moncayo, y data del año de 1954. El estreno de la obra (sin la presencia del compositor) estuvo a cargo de Blas Galindo, al frente de la Orquesta Sinfónica de Guadalajara. Esta obra, es claro, no corrió con la misma suerte envidiable que el Huapango, ya que debió esperar hasta 1978 para ser estrenada en la Ciudad de México. Por cierto, Moncayo nunca escuchó una interpretación de Bosques.
Para terminar con el asunto de las influencias y los orígenes, recordemos también que en su juventud Moncayo se ganó la vida como pianista de jazz y más tarde fue percusionista de la Orquesta Sinfónica de México. ¿Será posible hallar alguno de estos elementos en la partitura de Bosques?