La primera nieve

Esta página documenta un concierto pasado.

Ilustración sobre el concierto

Ambos conciertos a realizarse en el Conservatorio Nacional de Música, Auditorio Silvestre Revueltas

Jean Sibelius
Sinfonía No. 6 en re menor, Op. 104 (29')
Allegro molto moderato
Allegretto moderato
Poco vivace
Allegro molto

Intermedio

Carl Nielsen
Sinfonía No. 3, Op. 27, Sinfonía expansiva (37')
Allegro espansivo
Andante pastorale
Allegretto un poco
Finale: Allegro

José Areán, Director Artístico

José Areán
Director(a)
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por Juan Arturo Brennan

Jean Sibelius (1865-1957)

Sinfonía No. 6 en re menor, Op. 104 (29')
Allegro molto moderato
Allegretto moderato
Poco vivace
Allegro molto

Entre las muchas cosas que dicen que dijo Jean Sibelius, dos son especialmente relevantes para comprender su pensamiento musical y, en especial, su pensamiento sinfónico. La primera de ellas fue pronunciada por el gran compositor finlandés durante un encuentro (histórico, sin duda) que sostuvo en Viena con su colega Gustav Mahler (1860-1911). En esa ocasión, mientras discutían amigablemente sobre sus respectivas concepciones sinfónicas, Mahler decía que una sinfonía debía ser como el mundo, y contenerlo todo. Por el contrario, decía Sibelius, una sinfonía no debía ser más que una construcción perfecta de arquitectura musical pura. Es evidente que la postura de ambos es perfectamente defendible a la luz del desarrollo histórico de la sinfonía, como es también evidente que cada uno de ellos se mantuvo fiel a su propia idea sinfónica. La segunda afirmación de Sibelius se refería a la diferencia que percibía entre su lenguaje orquestal y los de sus contemporáneos. Decía Sibelius:

Mis colegas se dedican a ofrecer al mundo una gran variedad de cocteles de todos colores. Yo, a mi vez, ofrezco solamente la más pura agua de manantial.

Sin duda, se trata de una de las metáforas más precisas de la historia de la música. En efecto, la música de Sibelius (y de manera particular su música orquestal) se caracteriza por una gran austeridad tímbrica y por una claridad singular. Esto no quiere decir, ni mucho menos, que las sinfonías de Sibelius tengan un atractivo meramente formal; por el contrario, uno de sus principales aciertos está precisamente en la riqueza sonora lograda por el compositor sin recurrir a los efectos sonoros y a los excesos de orquestación que solían ser usuales en las obras orquestales de muchos de sus contemporáneos. Es probable que esa austeridad sonora tenga sus momentos más puros en las sinfonías Cuarta y Sexta de Sibelius.

Los historiadores suelen mencionar el hecho de que Sibelius abordó la creación de la Sexta sinfonía teniendo muy presente la profunda impresión que le había causado la audición de la Quinta sinfonía de Anton Bruckner (1824-1896). En particular, Sibelius se refirió a la profundidad de concepto y expresión y al sentido religioso de la obra de su ilustre colega austriaco. Y de hecho, en sus propios términos, Sibelius logró impartir algo de esa profundidad a su Sexta sinfonía. En una carta fechada en 1918, Sibelius daba noticia de las ideas que lo animaban por entonces a concebir, casi a la manera de una trilogía, sus sinfonías Quinta, Sexta y Séptima. Escribía Sibelius:

Mis nuevas obras están planeadas y bosquejadas en parte. La Quinta sinfonía, en una nueva forma, prácticamente condensada de nuevo; trabajo en ella a diario. La Sexta es de un carácter salvaje y apasionado. Sombría con contrastes pastorales. Probablemente en cuatro movimientos con el final elevándose en un sombrío rugido de la orquesta, en el que se ahoga el tema principal. La Séptima sinfonía. Gozo de vivir, vitalidad, con pasajes appassionato. En tres movimientos, el último de ellos un rondó helénico. Todo esto, con las reservas del caso...

Este fragmento de la correspondencia de Sibelius es particularmente interesante por lo que revela de sus procesos creativos. ¿Forman en realidad una trilogía coherente sus tres últimas sinfonías? ¿O son tan distintas e independientes como las otras cuatro de su catálogo? Las opiniones sobre este punto divergen, pero lo más interesante del texto citado es el hecho de que, finalmente, la Sexta sinfonía de Sibelius solo conservó el carácter pastoral mencionado por el compositor. Nada hay de salvaje ni apasionado en ésta, la más equilibrada de todas sus sinfonías. Tampoco se materializaron los rugidos orquestales que el compositor preconizaba, aunque sí es posible hallar numerosos pasajes sombríos. El esquema en cuatro movimientos, aparentemente tradicional, representa otro de los fascinantes espejismos formales de Sibelius. Como en otras de sus sinfonías, la presencia de motivos de un movimiento en los otros imparte un sólido sentido de unidad a la obra. Desde el punto de vista armónico, la sinfonía es especialmente atractiva por el planteamiento modal que aparece en varios puntos importantes del desarrollo. Sobre este punto, hay quienes afirman que estas incursiones en la armonía modal constituyen la referencia directa a la música de Bruckner, mientras que otros afirman que por esas fechas Sibelius se hallaba particularmente interesado en la música de Giovanni Pierluigi da Palestrina (ca. 1525-1594), cuya influencia pudo haber motivado esas referencias a lo modal. A pesar de que la Sexta sinfonía de Sibelius no ha alcanzado la popularidad de la Segunda o la Quinta, ha sido defendida (con plena justicia) por numerosos analistas. Entre ellos, David Cherniavsky, quien dice lo siguiente:

La Sexta sinfonía es la etapa final de la búsqueda, o del encuentro espontáneo, de la unidad total.

A su vez, Ralph Wood se refiere a la obra en estos términos:

Un deslumbrante despliegue de una técnica tan personal y tan segura que sus logros mismos están ocultos en su maestría y en su síntesis total con su materia musical.

La Sexta sinfonía de Jean Sibelius se dio a conocer en 1923. El estreno se realizó en Helsinki el 19 de febrero de ese año, bajo la dirección del propio Sibelius. Poco después del estreno, Sibelius viajó a Italia para dirigir su Segunda sinfonía en Roma y entró de lleno a la elaboración de su Séptima sinfonía, que habría de ser la última de su catálogo.

Carl Nielsen (1865-1931)

Sinfonía No. 3, Op. 27, Sinfonía expansiva (37')
Allegro espansivo
Andante pastorale
Allegretto un  poco
Finale: Allegro
 

Mucho se ha especulado, verbalmente y por escrito, sobre las posibles similitudes entre Carl Nielsen y el gran compositor finlandés Jean Sibelius (1865-1957), tanto en sus vidas como en su música. De hecho, Nielsen y Sibelius comparten algunas características musicales, principalmente en lo que se refiere a la forma sinfónica, pero algunos especialistas han preferido explorar las diferencias entre uno y otro en vez de acentuar sus cualidades comunes. A este respecto, una de las observaciones más interesantes corresponde a Lionel Salter, quien afirma que mientras la música de Sibelius nos habla de un interés primordial por el paisaje, la de Nielsen está más cerca del hombre. ¿Justificación suficiente para calificar a Sibelius como un compositor frío y distante? Difícilmente. El caso es que algunos han tratado de simplificar demasiado esta controversia, afirmando simplemente que Nielsen fue el Sibelius danés. Nielsen, que fue un hombre poseedor de un envidiable sentido del humor, quizá se hubiera divertido afirmando lo opuesto, diciendo con una pícara sonrisa que en realidad Sibelius era el Nielsen finlandés.

La fascinación de Nielsen con la inagotable variedad de los seres vivos, el hombre en particular, está bien documentada en Mi niñez, obra autobiográfica que es considerada como uno de los clásicos contemporáneos de las letras danesas. De esas memorias de infancia, el siguiente fragmento:

En cada hombre y mujer hay algo que deseamos conocer, algo que, a pesar de los defectos y las imperfecciones, nos gustará una vez que lo conozcamos. Y el solo hecho de que al leer sobre la vida de una persona podamos pensar “Sí, yo habría hecho lo mismo”, o quizá “No debió de haber hecho eso”, es valioso porque es vital y fructífero.

Las dos primeras sinfonías de Nielsen participan del amiente sonoro de Johannes Brahms (1833-1897), Antonin Dvorák (1841-1904) y Johan Svendsen (1840-1911), así como las primeras sinfonías de Sibelius dejan traslucir la influencia de Piotr Ilyich Chaikovski (1840-1893) y Alexander Borodin (1833-1887). Al emprender la composición de su Tercera sinfonía en 1911, Nielsen mostraba más independencia, más madurez y más seguridad, así como la capacidad de expandir el desarrollo de su material temático sin caer en lo superfluo. Su manejo del sonido se hizo más preciso y definido, su impulso rítmico más enérgico y decisivo. Sin embargo, el avance más notable en su pensamiento sinfónico que se puede detectar en la Sinfonía expansiva es precisamente el que lo coloca más cerca de Sibelius: la creciente maestría en el manejo de la tonalidad progresiva, y la capacidad de borrar los esquemas formales tradicionales y al mismo tiempo conservar una estricta cohesión en su materia musical. De esta obra, el musicólogo y compositor Robert Simpson afirma:

El título de la Tercera sinfonía de Nielsen significa el crecimiento del poder de la mente, y la expansión de la vida que emerge de ella.

Para comprender mejor el contexto cronológico de la _Expansiva de Nielsen, vale la pena recordar que fue escrita el mismo año de la muerte de Gustav Mahler (1860-1911), y que es contemporánea de la Cuarta sinfonía de Sibelius, la Sinfonía del mar de Ralph Vaughan Williams (1872-1958) y El pájaro de fuego de Igor Stravinski (1882-1971).

De interés particular, el segundo movimiento de la Sinfonía expansiva, Andante pastorale, en el que el compositor  introduce dos voces utilizadas como instrumentos, una soprano y un barítono que vocalizan elegantemente sin texto. Existe la alternativa, propuesta por Nielsen, de sustituir las voces por un clarinete y un trombón, respectivamente. El propio Nielsen dirigió el estreno de su Sinfonía expansiva el 28 de febrero de 1912, en Copenhague, al frente de la Real Orquesta Danesa, en un programa que incluyó también su Concierto para violín. La sinfonía fue un éxito inmediato, y en los meses subsecuentes el compositor dirigió la obra en Holanda, Suecia, Finlandia y Alemania.

La Tercera sinfonía es sin duda un buen muestrario de las mejores cualidades de Carl Nielsen, un compositor que, nacido en pleno período romántico, se mantuvo al margen del romanticismo; que heredó el diseño formal de Brahms pero que nunca fue invadido por la melancolía brahmsiana; que fue un compositor claramente danés, pero no un nacionalista en el concepto tradicional del término; y que fue, finalmente, un compositor de espíritu independiente en una época en la que el subjetivismo lo devoró todo a su paso. El título original que Nielsen puso a esta sinfonía no está en danés sino en italiano: Sinfonia espansiva.

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