Scott Yoo: los conciertos de Brandenburgo (suspendido)
Esta página documenta un concierto pasado.
Conciertos SUSPENDIDOS.
Sábado,28 de marzo, 6:00pm
FESTIVAL DEL CENTRO HISTÓRICO
Templo Santo Domingo
Domingo, 29 de marzo,12:30pm
Centro Cultural El Cantoral
SCOTT YOO, director y violín
MARIA ESTHER GARCIA, flauta (No. 2,4)
ERIKA FLORES, flauta (No. 4)
SAUL WASKOW, flauta (No. 5)
KEVIN TIBOCHE, oboe
POR ANUNCIAR, trompeta
FELISA HERNÁNDEZ SALMERÓN, viola
EUNICE PADILLA, clavecín
Johann Sebastian Bach (1685-1750) Concierto de Brandenburgo No. 1 en Fa Mayor, BWV 1046
Concierto de Brandenburgo No. 1 en Fa Mayor, BWV 1046
Pocos casos existen en la historia de la música en los que es posible determinar con alguna certeza la paternidad de una forma musical. ¿Quién compuso la primera sinfonía? ¿Quién escribió la primera cantata? ¿De quién es el primer poema sinfónico? La respuesta a estas preguntas, y a otras similares, suele ser objeto de controversia entre críticos y musicólogos, y sin embargo, existe una forma musical, el concerto grosso, cuya paternidad es atribuida casi unánimemente al compositor italiano Arcangelo Corelli (1653-1713). Si bien es cierto que compositores del siglo XX como Ernest Bloch, Julián Orbón y Alfred Schnittke han compuesto concerti grossi, esta forma musical está asociada fundamentalmente con el período barroco, y se le considera como el gran paso previo a la creación del concierto solista tal y como lo conocemos hoy. En su aspecto externo, el concerto grosso es una forma musical auténticamente dialéctica, ya que su construcción supone la contraposición de dos elementos opuestos y bien diferenciados, pero complementarios al fin y al cabo. Por una parte, un pequeño grupo de instrumentos que realizan un trabajo colectivo de solistas, que se denomina concertino, y por la otra, un grupo mayor llamado ripieno, que por lo general está integrado por cuerdas y bajo continuo. En su interior, y al menos en los ejemplos más característicos de la forma, el concerto grosso es una de las muestras más acabadas de la forma fugada en la música barroca. Además de Corelli, muchos otros compositores del barroco abordaron la composición de concerti grossi. Entre ellos, Antonio Vivaldi (1678-1741), el más prolífico compositor de conciertos en la historia de la música, y su no menos prolífico colega Georg Friedrich Händel (1685-1759). La abundancia misma de obras concebidas en esta forma durante el barroco sirve para enfatizar el hecho de que el punto culminante de la escritura de concerti grossi se dio en los seis Conciertos de Brandenburgo de Johann Sebastian Bach (1685-1750).
Entre los compositores del barroco, no hay otro cuya vida esté tan ampliamente documentada como la de Bach. Su prolífica carrera puede resumirse en cierta manera a través del itinerario geográfico seguido por el compositor a lo largo de los años, y cada escala de ese itinerario representa todo una época importante en la vida y en la música de Bach. Eisenach, Arnstadt, Mülhausen, Weimar, Köthen, Leipzig, son los hitos fundamentales de ese itinerario, y entre ellos, Köthen es especialmente importante. En diciembre del año de 1717 Bach tomó el puesto de Kapellmeister en la corte del príncipe Leopoldo de Köthen, cargo que habría de ocupar hasta 1723. Durante su estancia en Köthen, Bach vivió con su familia en un ala del castillo del príncipe, gozando de un buen sueldo y del favor de su patrón. Esta privilegiada situación duró hasta la muerte de la esposa del príncipe Leopoldo, mujer ilustrada y amante de la música. Al casarse de nuevo el príncipe, esta vez con una mujer a la que la música le importaba poco, Bach tuvo que apresurar su salida hacia Leipzig. Durante el muy productivo período de Köthen, Bach compuso sus sonatas para violín y clave, las sonatas para viola da gamba y clave, las partitas para violín y las suites para violoncello, la primera parte de El clave bien temperado. Pero el interés de Bach en esta época estuvo centrado primordialmente en la música orquestal, por la sencilla razón de que el príncipe Leopoldo tenía en Köthen una espléndida orquesta a su servicio. En esa orquesta había algunos solistas sobresalientes, y fue para ellos que Bach pensó y escribió algunas de las partes importantes de su música orquestal de ese período: el violinista Josef Spiess, el oboísta Friedrich Rose, los flautistas Heinrich Freitag y Johann Gottlieb Würdig, el trompetista Johann Ludwig Schreiber, el violoncellista Christian Bernhard Linigke, y en las violas da gamba, Christian Ferdinand Abel y el mismísimo príncipe Leopoldo, a quien le gustaba, según sus propias palabras, estar en medio de la armonía. Para esta orquesta de primer nivel, Bach compuso una serie de conciertos instrumentales notables por la solidez de su estructura contrapuntística. Los musicólogos modernos están de acuerdo en que en el año de 1721, quizá con la intención de obtener algún puesto musical, Bach eligió seis de estos conciertos y los dedicó al margrave Christian Ludwig, hijo menor del gran duque de Brandenburgo, quien al parecer tenía también una orquesta de calidad en su corte. La historia nos dice que, finalmente, Bach no obtuvo ningún puesto en Brandenburgo. Sin embargo, los seis conciertos, a los que Bach llamó colectivamente Six concerts avec plusieurs instruments ('Seis conciertos con varios instrumentos'), han llegado hasta nosotros como una de las cimas indiscutibles de la historia de la música barroca.
El Primer Concierto de Brandenburgo lleva como solistas a dos cornos (que en la partitura original están designados como corni da caccia, es decir, cornos de caza), tres oboes, fagot y violín piccolo, cuya parte suele ser tocada hoy con un violín convencional. El primer movimiento del concierto se caracteriza por el empleo claramente antifonal del concertino frente al ripieno, y en el tercer movimiento, la teoría musicológica que indica que el concerto grosso dio origen al concierto solista, cobra valor y actualidad al llevar el violín una parte solista de singular importancia.
Para el Segundo Concierto de Brandenburgo, Bach eligió trompeta, flauta, oboe y violín como integrantes del concertino. Es éste un ejemplo típico del concerto grosso del alto barroco, con una clara influencia de la música de Vivaldi. La notable transparencia de la textura orquestal es dominada por la trompeta, instrumento que en esta obra tiene a su cargo una de las partes más difíciles y de registro más agudo jamás escritas para el instrumento.
En el Tercer Concierto de Brandenburgo desaparecen los alientos: tres violines, tres violas y tres violoncellos llevan las partes principales de la obra. En este concierto, Bach plantea la interacción homogénea entre los tres sub-grupos de cuerdas, y retoma la escritura antifonal del primero de los conciertos, añadiendo además ciertos elementos de construcción que apuntan veladamente hacia un rondó. El segundo movimiento de este concierto, en contraste con los demás de la serie, consta solamente de dos compases en Adagio, a manera de puente, como final de lo que sin duda debió ser un episodio de improvisación a cargo de los músicos. A falta de tal improvisación, la inclusión de estos dos compases puede parecer redundante; es por ello que hoy en día, en interpretaciones de concierto y grabaciones, suelen tomarse tres caminos alternativos, a juicio de los intérpretes. El primero es tocar esos compases tal y como Bach los escribió. El segundo consiste en omitirlos totalmente. Y el tercero, quizá el más interesante y al mismo tiempo el más difícil, es el de permitir a los solistas desarrollar un episodio de improvisación controlada para finalizar con los compases originales de Bach y atacar el tercer movimiento.
Un violín y dos flautas (llamadas flautas de eco por Bach) protagonizan el Cuarto Concierto de Brandenburgo. Hoy en día se asume que Bach se refería a las flautas de pico y no a las flautas traversas, y en la actualidad suelen emplearse aquéllas para la ejecución de este concierto. La escritura de Bach favorece aquí al violín principal, y la influencia de Vivaldi vuelve a hacerse presente, sobre todo en los movimientos exteriores, mientras que el Andante central es más cercano al espíritu de Corelli. El movimiento final es una espléndida fuga concertante de enorme riqueza contrapuntística.
De los conciertos dedicados por Bach al joven margrave de Brandenburgo, el quinto de la serie es especialmente interesante porque además del violín y la flauta traversa, Bach propone un clavecín concertante al que asigna una parte tan importante que de hecho es considerada como la primera parte solista escrita para el instrumento. Los 65 compases que Bach encarga al teclado, sin acompañamiento, son sin duda una de sus páginas más brillantes. El segundo movimiento de este Quinto Concierto de Brandenburgo recuerda la forma de una sonata en trío, con la diferencia de que la parte del clavecín está totalmente escrita, en vez de seguir la costumbre de sugerir solamente el bajo cifrado.
El ciclo de los Conciertos de Brandenburgo finaliza con una obra dedicada exclusivamente a los instrumentos de cuerda. El Sexto Concierto de Brandenburgo pide dos viole da braccio y dos viole da gamba, sustituidas en la actualidad por violas y violoncellos. Se dice que una de las partes de viola da gamba fue escrita por Bach teniendo en cuenta las modestas habilidades de su patrón, el príncipe Leopoldo de Köthen. Este concierto es el más homogéneo de los seis en cuanto al balance de la oposición concertino-ripieno; más que una confrontación, se trata de una equilibrada fusión instrumental, un auténtico diálogo entre iguales.
Juan Arturo Brennan
Allegro
Adagio
Allegro
Menuetto -- Trio -- Menuetto -- Polacca -- Menuetto -- Trio - Menuetto
Johann Sebastian Bach (1685-1750) Concierto de Brandenburgo No. 5 en Re Mayor, BWV 1050
Concierto de Brandenburgo No. 5 en Re Mayor, BWV 1050
Pocos casos existen en la historia de la música en los que es posible determinar con alguna certeza la paternidad de una forma musical. ¿Quién compuso la primera sinfonía? ¿Quién escribió la primera cantata? ¿De quién es el primer poema sinfónico? La respuesta a estas preguntas, y a otras similares, suele ser objeto de controversia entre críticos y musicólogos, y sin embargo, existe una forma musical, el concerto grosso, cuya paternidad es atribuida casi unánimemente al compositor italiano Arcangelo Corelli (1653-1713). Si bien es cierto que compositores del siglo XX como Ernest Bloch, Julián Orbón y Alfred Schnittke han compuesto concerti grossi, esta forma musical está asociada fundamentalmente con el período barroco, y se le considera como el gran paso previo a la creación del concierto solista tal y como lo conocemos hoy. En su aspecto externo, el concerto grosso es una forma musical auténticamente dialéctica, ya que su construcción supone la contraposición de dos elementos opuestos y bien diferenciados, pero complementarios al fin y al cabo. Por una parte, un pequeño grupo de instrumentos que realizan un trabajo colectivo de solistas, que se denomina concertino, y por la otra, un grupo mayor llamado ripieno, que por lo general está integrado por cuerdas y bajo continuo. En su interior, y al menos en los ejemplos más característicos de la forma, el concerto grosso es una de las muestras más acabadas de la forma fugada en la música barroca. Además de Corelli, muchos otros compositores del barroco abordaron la composición de concerti grossi. Entre ellos, Antonio Vivaldi (1678-1741), el más prolífico compositor de conciertos en la historia de la música, y su no menos prolífico colega Georg Friedrich Händel (1685-1759). La abundancia misma de obras concebidas en esta forma durante el barroco sirve para enfatizar el hecho de que el punto culminante de la escritura de concerti grossi se dio en los seis Conciertos de Brandenburgo de Johann Sebastian Bach (1685-1750).
Entre los compositores del barroco, no hay otro cuya vida esté tan ampliamente documentada como la de Bach. Su prolífica carrera puede resumirse en cierta manera a través del itinerario geográfico seguido por el compositor a lo largo de los años, y cada escala de ese itinerario representa todo una época importante en la vida y en la música de Bach. Eisenach, Arnstadt, Mülhausen, Weimar, Köthen, Leipzig, son los hitos fundamentales de ese itinerario, y entre ellos, Köthen es especialmente importante. En diciembre del año de 1717 Bach tomó el puesto de Kapellmeister en la corte del príncipe Leopoldo de Köthen, cargo que habría de ocupar hasta 1723. Durante su estancia en Köthen, Bach vivió con su familia en un ala del castillo del príncipe, gozando de un buen sueldo y del favor de su patrón. Esta privilegiada situación duró hasta la muerte de la esposa del príncipe Leopoldo, mujer ilustrada y amante de la música. Al casarse de nuevo el príncipe, esta vez con una mujer a la que la música le importaba poco, Bach tuvo que apresurar su salida hacia Leipzig. Durante el muy productivo período de Köthen, Bach compuso sus sonatas para violín y clave, las sonatas para viola da gamba y clave, las partitas para violín y las suites para violoncello, la primera parte de El clave bien temperado. Pero el interés de Bach en esta época estuvo centrado primordialmente en la música orquestal, por la sencilla razón de que el príncipe Leopoldo tenía en Köthen una espléndida orquesta a su servicio. En esa orquesta había algunos solistas sobresalientes, y fue para ellos que Bach pensó y escribió algunas de las partes importantes de su música orquestal de ese período: el violinista Josef Spiess, el oboísta Friedrich Rose, los flautistas Heinrich Freitag y Johann Gottlieb Würdig, el trompetista Johann Ludwig Schreiber, el violoncellista Christian Bernhard Linigke, y en las violas da gamba, Christian Ferdinand Abel y el mismísimo príncipe Leopoldo, a quien le gustaba, según sus propias palabras, estar en medio de la armonía. Para esta orquesta de primer nivel, Bach compuso una serie de conciertos instrumentales notables por la solidez de su estructura contrapuntística. Los musicólogos modernos están de acuerdo en que en el año de 1721, quizá con la intención de obtener algún puesto musical, Bach eligió seis de estos conciertos y los dedicó al margrave Christian Ludwig, hijo menor del gran duque de Brandenburgo, quien al parecer tenía también una orquesta de calidad en su corte. La historia nos dice que, finalmente, Bach no obtuvo ningún puesto en Brandenburgo. Sin embargo, los seis conciertos, a los que Bach llamó colectivamente Six concerts avec plusieurs instruments ('Seis conciertos con varios instrumentos'), han llegado hasta nosotros como una de las cimas indiscutibles de la historia de la música barroca.
El Primer Concierto de Brandenburgo lleva como solistas a dos cornos (que en la partitura original están designados como corni da caccia, es decir, cornos de caza), tres oboes, fagot y violín piccolo, cuya parte suele ser tocada hoy con un violín convencional. El primer movimiento del concierto se caracteriza por el empleo claramente antifonal del concertino frente al ripieno, y en el tercer movimiento, la teoría musicológica que indica que el concerto grosso dio origen al concierto solista, cobra valor y actualidad al llevar el violín una parte solista de singular importancia.
Para el Segundo Concierto de Brandenburgo, Bach eligió trompeta, flauta, oboe y violín como integrantes del concertino. Es éste un ejemplo típico del concerto grosso del alto barroco, con una clara influencia de la música de Vivaldi. La notable transparencia de la textura orquestal es dominada por la trompeta, instrumento que en esta obra tiene a su cargo una de las partes más difíciles y de registro más agudo jamás escritas para el instrumento.
En el Tercer Concierto de Brandenburgo desaparecen los alientos: tres violines, tres violas y tres violoncellos llevan las partes principales de la obra. En este concierto, Bach plantea la interacción homogénea entre los tres sub-grupos de cuerdas, y retoma la escritura antifonal del primero de los conciertos, añadiendo además ciertos elementos de construcción que apuntan veladamente hacia un rondó. El segundo movimiento de este concierto, en contraste con los demás de la serie, consta solamente de dos compases en Adagio, a manera de puente, como final de lo que sin duda debió ser un episodio de improvisación a cargo de los músicos. A falta de tal improvisación, la inclusión de estos dos compases puede parecer redundante; es por ello que hoy en día, en interpretaciones de concierto y grabaciones, suelen tomarse tres caminos alternativos, a juicio de los intérpretes. El primero es tocar esos compases tal y como Bach los escribió. El segundo consiste en omitirlos totalmente. Y el tercero, quizá el más interesante y al mismo tiempo el más difícil, es el de permitir a los solistas desarrollar un episodio de improvisación controlada para finalizar con los compases originales de Bach y atacar el tercer movimiento.
Un violín y dos flautas (llamadas flautas de eco por Bach) protagonizan el Cuarto Concierto de Brandenburgo. Hoy en día se asume que Bach se refería a las flautas de pico y no a las flautas traversas, y en la actualidad suelen emplearse aquéllas para la ejecución de este concierto. La escritura de Bach favorece aquí al violín principal, y la influencia de Vivaldi vuelve a hacerse presente, sobre todo en los movimientos exteriores, mientras que el Andante central es más cercano al espíritu de Corelli. El movimiento final es una espléndida fuga concertante de enorme riqueza contrapuntística.
De los conciertos dedicados por Bach al joven margrave de Brandenburgo, el quinto de la serie es especialmente interesante porque además del violín y la flauta traversa, Bach propone un clavecín concertante al que asigna una parte tan importante que de hecho es considerada como la primera parte solista escrita para el instrumento. Los 65 compases que Bach encarga al teclado, sin acompañamiento, son sin duda una de sus páginas más brillantes. El segundo movimiento de este Quinto Concierto de Brandenburgo recuerda la forma de una sonata en trío, con la diferencia de que la parte del clavecín está totalmente escrita, en vez de seguir la costumbre de sugerir solamente el bajo cifrado.
El ciclo de los Conciertos de Brandenburgo finaliza con una obra dedicada exclusivamente a los instrumentos de cuerda. El Sexto Concierto de Brandenburgo pide dos viole da braccio y dos viole da gamba, sustituidas en la actualidad por violas y violoncellos. Se dice que una de las partes de viola da gamba fue escrita por Bach teniendo en cuenta las modestas habilidades de su patrón, el príncipe Leopoldo de Köthen. Este concierto es el más homogéneo de los seis en cuanto al balance de la oposición concertino-ripieno; más que una confrontación, se trata de una equilibrada fusión instrumental, un auténtico diálogo entre iguales.
Juan Arturo Brennan
Allegro
Affetuoso
Allegro
Johann Sebastian Bach (1685-1750) Concierto de Brandenburgo No. 2 en Fa Mayor, BWV 1047
Concierto de Brandenburgo No. 2 en Fa Mayor, BWV 1047
Pocos casos existen en la historia de la música en los que es posible determinar con alguna certeza la paternidad de una forma musical. ¿Quién compuso la primera sinfonía? ¿Quién escribió la primera cantata? ¿De quién es el primer poema sinfónico? La respuesta a estas preguntas, y a otras similares, suele ser objeto de controversia entre críticos y musicólogos, y sin embargo, existe una forma musical, el concerto grosso, cuya paternidad es atribuida casi unánimemente al compositor italiano Arcangelo Corelli (1653-1713). Si bien es cierto que compositores del siglo XX como Ernest Bloch, Julián Orbón y Alfred Schnittke han compuesto concerti grossi, esta forma musical está asociada fundamentalmente con el período barroco, y se le considera como el gran paso previo a la creación del concierto solista tal y como lo conocemos hoy. En su aspecto externo, el concerto grosso es una forma musical auténticamente dialéctica, ya que su construcción supone la contraposición de dos elementos opuestos y bien diferenciados, pero complementarios al fin y al cabo. Por una parte, un pequeño grupo de instrumentos que realizan un trabajo colectivo de solistas, que se denomina concertino, y por la otra, un grupo mayor llamado ripieno, que por lo general está integrado por cuerdas y bajo continuo. En su interior, y al menos en los ejemplos más característicos de la forma, el concerto grosso es una de las muestras más acabadas de la forma fugada en la música barroca. Además de Corelli, muchos otros compositores del barroco abordaron la composición de concerti grossi. Entre ellos, Antonio Vivaldi (1678-1741), el más prolífico compositor de conciertos en la historia de la música, y su no menos prolífico colega Georg Friedrich Händel (1685-1759). La abundancia misma de obras concebidas en esta forma durante el barroco sirve para enfatizar el hecho de que el punto culminante de la escritura de concerti grossi se dio en los seis Conciertos de Brandenburgo de Johann Sebastian Bach (1685-1750).
Entre los compositores del barroco, no hay otro cuya vida esté tan ampliamente documentada como la de Bach. Su prolífica carrera puede resumirse en cierta manera a través del itinerario geográfico seguido por el compositor a lo largo de los años, y cada escala de ese itinerario representa todo una época importante en la vida y en la música de Bach. Eisenach, Arnstadt, Mülhausen, Weimar, Köthen, Leipzig, son los hitos fundamentales de ese itinerario, y entre ellos, Köthen es especialmente importante. En diciembre del año de 1717 Bach tomó el puesto de Kapellmeister en la corte del príncipe Leopoldo de Köthen, cargo que habría de ocupar hasta 1723. Durante su estancia en Köthen, Bach vivió con su familia en un ala del castillo del príncipe, gozando de un buen sueldo y del favor de su patrón. Esta privilegiada situación duró hasta la muerte de la esposa del príncipe Leopoldo, mujer ilustrada y amante de la música. Al casarse de nuevo el príncipe, esta vez con una mujer a la que la música le importaba poco, Bach tuvo que apresurar su salida hacia Leipzig. Durante el muy productivo período de Köthen, Bach compuso sus sonatas para violín y clave, las sonatas para viola da gamba y clave, las partitas para violín y las suites para violoncello, la primera parte de El clave bien temperado. Pero el interés de Bach en esta época estuvo centrado primordialmente en la música orquestal, por la sencilla razón de que el príncipe Leopoldo tenía en Köthen una espléndida orquesta a su servicio. En esa orquesta había algunos solistas sobresalientes, y fue para ellos que Bach pensó y escribió algunas de las partes importantes de su música orquestal de ese período: el violinista Josef Spiess, el oboísta Friedrich Rose, los flautistas Heinrich Freitag y Johann Gottlieb Würdig, el trompetista Johann Ludwig Schreiber, el violoncellista Christian Bernhard Linigke, y en las violas da gamba, Christian Ferdinand Abel y el mismísimo príncipe Leopoldo, a quien le gustaba, según sus propias palabras, estar en medio de la armonía. Para esta orquesta de primer nivel, Bach compuso una serie de conciertos instrumentales notables por la solidez de su estructura contrapuntística. Los musicólogos modernos están de acuerdo en que en el año de 1721, quizá con la intención de obtener algún puesto musical, Bach eligió seis de estos conciertos y los dedicó al margrave Christian Ludwig, hijo menor del gran duque de Brandenburgo, quien al parecer tenía también una orquesta de calidad en su corte. La historia nos dice que, finalmente, Bach no obtuvo ningún puesto en Brandenburgo. Sin embargo, los seis conciertos, a los que Bach llamó colectivamente Six concerts avec plusieurs instruments ('Seis conciertos con varios instrumentos'), han llegado hasta nosotros como una de las cimas indiscutibles de la historia de la música barroca.
El Primer Concierto de Brandenburgo lleva como solistas a dos cornos (que en la partitura original están designados como corni da caccia, es decir, cornos de caza), tres oboes, fagot y violín piccolo, cuya parte suele ser tocada hoy con un violín convencional. El primer movimiento del concierto se caracteriza por el empleo claramente antifonal del concertino frente al ripieno, y en el tercer movimiento, la teoría musicológica que indica que el concerto grosso dio origen al concierto solista, cobra valor y actualidad al llevar el violín una parte solista de singular importancia.
Para el Segundo Concierto de Brandenburgo, Bach eligió trompeta, flauta, oboe y violín como integrantes del concertino. Es éste un ejemplo típico del concerto grosso del alto barroco, con una clara influencia de la música de Vivaldi. La notable transparencia de la textura orquestal es dominada por la trompeta, instrumento que en esta obra tiene a su cargo una de las partes más difíciles y de registro más agudo jamás escritas para el instrumento.
En el Tercer Concierto de Brandenburgo desaparecen los alientos: tres violines, tres violas y tres violoncellos llevan las partes principales de la obra. En este concierto, Bach plantea la interacción homogénea entre los tres sub-grupos de cuerdas, y retoma la escritura antifonal del primero de los conciertos, añadiendo además ciertos elementos de construcción que apuntan veladamente hacia un rondó. El segundo movimiento de este concierto, en contraste con los demás de la serie, consta solamente de dos compases en Adagio, a manera de puente, como final de lo que sin duda debió ser un episodio de improvisación a cargo de los músicos. A falta de tal improvisación, la inclusión de estos dos compases puede parecer redundante; es por ello que hoy en día, en interpretaciones de concierto y grabaciones, suelen tomarse tres caminos alternativos, a juicio de los intérpretes. El primero es tocar esos compases tal y como Bach los escribió. El segundo consiste en omitirlos totalmente. Y el tercero, quizá el más interesante y al mismo tiempo el más difícil, es el de permitir a los solistas desarrollar un episodio de improvisación controlada para finalizar con los compases originales de Bach y atacar el tercer movimiento.
Un violín y dos flautas (llamadas flautas de eco por Bach) protagonizan el Cuarto Concierto de Brandenburgo. Hoy en día se asume que Bach se refería a las flautas de pico y no a las flautas traversas, y en la actualidad suelen emplearse aquéllas para la ejecución de este concierto. La escritura de Bach favorece aquí al violín principal, y la influencia de Vivaldi vuelve a hacerse presente, sobre todo en los movimientos exteriores, mientras que el Andante central es más cercano al espíritu de Corelli. El movimiento final es una espléndida fuga concertante de enorme riqueza contrapuntística.
De los conciertos dedicados por Bach al joven margrave de Brandenburgo, el quinto de la serie es especialmente interesante porque además del violín y la flauta traversa, Bach propone un clavecín concertante al que asigna una parte tan importante que de hecho es considerada como la primera parte solista escrita para el instrumento. Los 65 compases que Bach encarga al teclado, sin acompañamiento, son sin duda una de sus páginas más brillantes. El segundo movimiento de este Quinto Concierto de Brandenburgo recuerda la forma de una sonata en trío, con la diferencia de que la parte del clavecín está totalmente escrita, en vez de seguir la costumbre de sugerir solamente el bajo cifrado.
El ciclo de los Conciertos de Brandenburgo finaliza con una obra dedicada exclusivamente a los instrumentos de cuerda. El Sexto Concierto de Brandenburgo pide dos viole da braccio y dos viole da gamba, sustituidas en la actualidad por violas y violoncellos. Se dice que una de las partes de viola da gamba fue escrita por Bach teniendo en cuenta las modestas habilidades de su patrón, el príncipe Leopoldo de Köthen. Este concierto es el más homogéneo de los seis en cuanto al balance de la oposición concertino-ripieno; más que una confrontación, se trata de una equilibrada fusión instrumental, un auténtico diálogo entre iguales.
Juan Arturo Brennan
Allegro
Andante
Allegro assai
Johann Sebastian Bach (1685-1750) Concierto de Brandenburgo No. 6 en Si Bemol Mayor BWV 1051
Concierto de Brandenburgo No. 6 en Si Bemol Mayor BWV 1051
Pocos casos existen en la historia de la música en los que es posible determinar con alguna certeza la paternidad de una forma musical. ¿Quién compuso la primera sinfonía? ¿Quién escribió la primera cantata? ¿De quién es el primer poema sinfónico? La respuesta a estas preguntas, y a otras similares, suele ser objeto de controversia entre críticos y musicólogos, y sin embargo, existe una forma musical, el concerto grosso, cuya paternidad es atribuida casi unánimemente al compositor italiano Arcangelo Corelli (1653-1713). Si bien es cierto que compositores del siglo XX como Ernest Bloch, Julián Orbón y Alfred Schnittke han compuesto concerti grossi, esta forma musical está asociada fundamentalmente con el período barroco, y se le considera como el gran paso previo a la creación del concierto solista tal y como lo conocemos hoy. En su aspecto externo, el concerto grosso es una forma musical auténticamente dialéctica, ya que su construcción supone la contraposición de dos elementos opuestos y bien diferenciados, pero complementarios al fin y al cabo. Por una parte, un pequeño grupo de instrumentos que realizan un trabajo colectivo de solistas, que se denomina concertino, y por la otra, un grupo mayor llamado ripieno, que por lo general está integrado por cuerdas y bajo continuo. En su interior, y al menos en los ejemplos más característicos de la forma, el concerto grosso es una de las muestras más acabadas de la forma fugada en la música barroca. Además de Corelli, muchos otros compositores del barroco abordaron la composición de concerti grossi. Entre ellos, Antonio Vivaldi (1678-1741), el más prolífico compositor de conciertos en la historia de la música, y su no menos prolífico colega Georg Friedrich Händel (1685-1759). La abundancia misma de obras concebidas en esta forma durante el barroco sirve para enfatizar el hecho de que el punto culminante de la escritura de concerti grossi se dio en los seis Conciertos de Brandenburgo de Johann Sebastian Bach (1685-1750).
Entre los compositores del barroco, no hay otro cuya vida esté tan ampliamente documentada como la de Bach. Su prolífica carrera puede resumirse en cierta manera a través del itinerario geográfico seguido por el compositor a lo largo de los años, y cada escala de ese itinerario representa todo una época importante en la vida y en la música de Bach. Eisenach, Arnstadt, Mülhausen, Weimar, Köthen, Leipzig, son los hitos fundamentales de ese itinerario, y entre ellos, Köthen es especialmente importante. En diciembre del año de 1717 Bach tomó el puesto de Kapellmeister en la corte del príncipe Leopoldo de Köthen, cargo que habría de ocupar hasta 1723. Durante su estancia en Köthen, Bach vivió con su familia en un ala del castillo del príncipe, gozando de un buen sueldo y del favor de su patrón. Esta privilegiada situación duró hasta la muerte de la esposa del príncipe Leopoldo, mujer ilustrada y amante de la música. Al casarse de nuevo el príncipe, esta vez con una mujer a la que la música le importaba poco, Bach tuvo que apresurar su salida hacia Leipzig. Durante el muy productivo período de Köthen, Bach compuso sus sonatas para violín y clave, las sonatas para viola da gamba y clave, las partitas para violín y las suites para violoncello, la primera parte de El clave bien temperado. Pero el interés de Bach en esta época estuvo centrado primordialmente en la música orquestal, por la sencilla razón de que el príncipe Leopoldo tenía en Köthen una espléndida orquesta a su servicio. En esa orquesta había algunos solistas sobresalientes, y fue para ellos que Bach pensó y escribió algunas de las partes importantes de su música orquestal de ese período: el violinista Josef Spiess, el oboísta Friedrich Rose, los flautistas Heinrich Freitag y Johann Gottlieb Würdig, el trompetista Johann Ludwig Schreiber, el violoncellista Christian Bernhard Linigke, y en las violas da gamba, Christian Ferdinand Abel y el mismísimo príncipe Leopoldo, a quien le gustaba, según sus propias palabras, estar en medio de la armonía. Para esta orquesta de primer nivel, Bach compuso una serie de conciertos instrumentales notables por la solidez de su estructura contrapuntística. Los musicólogos modernos están de acuerdo en que en el año de 1721, quizá con la intención de obtener algún puesto musical, Bach eligió seis de estos conciertos y los dedicó al margrave Christian Ludwig, hijo menor del gran duque de Brandenburgo, quien al parecer tenía también una orquesta de calidad en su corte. La historia nos dice que, finalmente, Bach no obtuvo ningún puesto en Brandenburgo. Sin embargo, los seis conciertos, a los que Bach llamó colectivamente Six concerts avec plusieurs instruments ('Seis conciertos con varios instrumentos'), han llegado hasta nosotros como una de las cimas indiscutibles de la historia de la música barroca.
El Primer Concierto de Brandenburgo lleva como solistas a dos cornos (que en la partitura original están designados como corni da caccia, es decir, cornos de caza), tres oboes, fagot y violín piccolo, cuya parte suele ser tocada hoy con un violín convencional. El primer movimiento del concierto se caracteriza por el empleo claramente antifonal del concertino frente al ripieno, y en el tercer movimiento, la teoría musicológica que indica que el concerto grosso dio origen al concierto solista, cobra valor y actualidad al llevar el violín una parte solista de singular importancia.
Para el Segundo Concierto de Brandenburgo, Bach eligió trompeta, flauta, oboe y violín como integrantes del concertino. Es éste un ejemplo típico del concerto grosso del alto barroco, con una clara influencia de la música de Vivaldi. La notable transparencia de la textura orquestal es dominada por la trompeta, instrumento que en esta obra tiene a su cargo una de las partes más difíciles y de registro más agudo jamás escritas para el instrumento.
En el Tercer Concierto de Brandenburgo desaparecen los alientos: tres violines, tres violas y tres violoncellos llevan las partes principales de la obra. En este concierto, Bach plantea la interacción homogénea entre los tres sub-grupos de cuerdas, y retoma la escritura antifonal del primero de los conciertos, añadiendo además ciertos elementos de construcción que apuntan veladamente hacia un rondó. El segundo movimiento de este concierto, en contraste con los demás de la serie, consta solamente de dos compases en Adagio, a manera de puente, como final de lo que sin duda debió ser un episodio de improvisación a cargo de los músicos. A falta de tal improvisación, la inclusión de estos dos compases puede parecer redundante; es por ello que hoy en día, en interpretaciones de concierto y grabaciones, suelen tomarse tres caminos alternativos, a juicio de los intérpretes. El primero es tocar esos compases tal y como Bach los escribió. El segundo consiste en omitirlos totalmente. Y el tercero, quizá el más interesante y al mismo tiempo el más difícil, es el de permitir a los solistas desarrollar un episodio de improvisación controlada para finalizar con los compases originales de Bach y atacar el tercer movimiento.
Un violín y dos flautas (llamadas flautas de eco por Bach) protagonizan el Cuarto Concierto de Brandenburgo. Hoy en día se asume que Bach se refería a las flautas de pico y no a las flautas traversas, y en la actualidad suelen emplearse aquéllas para la ejecución de este concierto. La escritura de Bach favorece aquí al violín principal, y la influencia de Vivaldi vuelve a hacerse presente, sobre todo en los movimientos exteriores, mientras que el Andante central es más cercano al espíritu de Corelli. El movimiento final es una espléndida fuga concertante de enorme riqueza contrapuntística.
De los conciertos dedicados por Bach al joven margrave de Brandenburgo, el quinto de la serie es especialmente interesante porque además del violín y la flauta traversa, Bach propone un clavecín concertante al que asigna una parte tan importante que de hecho es considerada como la primera parte solista escrita para el instrumento. Los 65 compases que Bach encarga al teclado, sin acompañamiento, son sin duda una de sus páginas más brillantes. El segundo movimiento de este Quinto Concierto de Brandenburgo recuerda la forma de una sonata en trío, con la diferencia de que la parte del clavecín está totalmente escrita, en vez de seguir la costumbre de sugerir solamente el bajo cifrado.
El ciclo de los Conciertos de Brandenburgo finaliza con una obra dedicada exclusivamente a los instrumentos de cuerda. El Sexto Concierto de Brandenburgo pide dos viole da braccio y dos viole da gamba, sustituidas en la actualidad por violas y violoncellos. Se dice que una de las partes de viola da gamba fue escrita por Bach teniendo en cuenta las modestas habilidades de su patrón, el príncipe Leopoldo de Köthen. Este concierto es el más homogéneo de los seis en cuanto al balance de la oposición concertino-ripieno; más que una confrontación, se trata de una equilibrada fusión instrumental, un auténtico diálogo entre iguales.
Juan Arturo Brennan
Allegro
Adagio ma non tanto
Allegro
Johann Sebastian Bach (1685-1750) Concierto de Brandenburgo No. 3 en Sol Mayor, BWV 1048
Concierto de Brandenburgo No. 3 en Sol Mayor, BWV 1048
Pocos casos existen en la historia de la música en los que es posible determinar con alguna certeza la paternidad de una forma musical. ¿Quién compuso la primera sinfonía? ¿Quién escribió la primera cantata? ¿De quién es el primer poema sinfónico? La respuesta a estas preguntas, y a otras similares, suele ser objeto de controversia entre críticos y musicólogos, y sin embargo, existe una forma musical, el concerto grosso, cuya paternidad es atribuida casi unánimemente al compositor italiano Arcangelo Corelli (1653-1713). Si bien es cierto que compositores del siglo XX como Ernest Bloch, Julián Orbón y Alfred Schnittke han compuesto concerti grossi, esta forma musical está asociada fundamentalmente con el período barroco, y se le considera como el gran paso previo a la creación del concierto solista tal y como lo conocemos hoy. En su aspecto externo, el concerto grosso es una forma musical auténticamente dialéctica, ya que su construcción supone la contraposición de dos elementos opuestos y bien diferenciados, pero complementarios al fin y al cabo. Por una parte, un pequeño grupo de instrumentos que realizan un trabajo colectivo de solistas, que se denomina concertino, y por la otra, un grupo mayor llamado ripieno, que por lo general está integrado por cuerdas y bajo continuo. En su interior, y al menos en los ejemplos más característicos de la forma, el concerto grosso es una de las muestras más acabadas de la forma fugada en la música barroca. Además de Corelli, muchos otros compositores del barroco abordaron la composición de concerti grossi. Entre ellos, Antonio Vivaldi (1678-1741), el más prolífico compositor de conciertos en la historia de la música, y su no menos prolífico colega Georg Friedrich Händel (1685-1759). La abundancia misma de obras concebidas en esta forma durante el barroco sirve para enfatizar el hecho de que el punto culminante de la escritura de concerti grossi se dio en los seis Conciertos de Brandenburgo de Johann Sebastian Bach (1685-1750).
Entre los compositores del barroco, no hay otro cuya vida esté tan ampliamente documentada como la de Bach. Su prolífica carrera puede resumirse en cierta manera a través del itinerario geográfico seguido por el compositor a lo largo de los años, y cada escala de ese itinerario representa todo una época importante en la vida y en la música de Bach. Eisenach, Arnstadt, Mülhausen, Weimar, Köthen, Leipzig, son los hitos fundamentales de ese itinerario, y entre ellos, Köthen es especialmente importante. En diciembre del año de 1717 Bach tomó el puesto de Kapellmeister en la corte del príncipe Leopoldo de Köthen, cargo que habría de ocupar hasta 1723. Durante su estancia en Köthen, Bach vivió con su familia en un ala del castillo del príncipe, gozando de un buen sueldo y del favor de su patrón. Esta privilegiada situación duró hasta la muerte de la esposa del príncipe Leopoldo, mujer ilustrada y amante de la música. Al casarse de nuevo el príncipe, esta vez con una mujer a la que la música le importaba poco, Bach tuvo que apresurar su salida hacia Leipzig. Durante el muy productivo período de Köthen, Bach compuso sus sonatas para violín y clave, las sonatas para viola da gamba y clave, las partitas para violín y las suites para violoncello, la primera parte de El clave bien temperado. Pero el interés de Bach en esta época estuvo centrado primordialmente en la música orquestal, por la sencilla razón de que el príncipe Leopoldo tenía en Köthen una espléndida orquesta a su servicio. En esa orquesta había algunos solistas sobresalientes, y fue para ellos que Bach pensó y escribió algunas de las partes importantes de su música orquestal de ese período: el violinista Josef Spiess, el oboísta Friedrich Rose, los flautistas Heinrich Freitag y Johann Gottlieb Würdig, el trompetista Johann Ludwig Schreiber, el violoncellista Christian Bernhard Linigke, y en las violas da gamba, Christian Ferdinand Abel y el mismísimo príncipe Leopoldo, a quien le gustaba, según sus propias palabras, estar en medio de la armonía. Para esta orquesta de primer nivel, Bach compuso una serie de conciertos instrumentales notables por la solidez de su estructura contrapuntística. Los musicólogos modernos están de acuerdo en que en el año de 1721, quizá con la intención de obtener algún puesto musical, Bach eligió seis de estos conciertos y los dedicó al margrave Christian Ludwig, hijo menor del gran duque de Brandenburgo, quien al parecer tenía también una orquesta de calidad en su corte. La historia nos dice que, finalmente, Bach no obtuvo ningún puesto en Brandenburgo. Sin embargo, los seis conciertos, a los que Bach llamó colectivamente Six concerts avec plusieurs instruments ('Seis conciertos con varios instrumentos'), han llegado hasta nosotros como una de las cimas indiscutibles de la historia de la música barroca.
El Primer Concierto de Brandenburgo lleva como solistas a dos cornos (que en la partitura original están designados como corni da caccia, es decir, cornos de caza), tres oboes, fagot y violín piccolo, cuya parte suele ser tocada hoy con un violín convencional. El primer movimiento del concierto se caracteriza por el empleo claramente antifonal del concertino frente al ripieno, y en el tercer movimiento, la teoría musicológica que indica que el concerto grosso dio origen al concierto solista, cobra valor y actualidad al llevar el violín una parte solista de singular importancia.
Para el Segundo Concierto de Brandenburgo, Bach eligió trompeta, flauta, oboe y violín como integrantes del concertino. Es éste un ejemplo típico del concerto grosso del alto barroco, con una clara influencia de la música de Vivaldi. La notable transparencia de la textura orquestal es dominada por la trompeta, instrumento que en esta obra tiene a su cargo una de las partes más difíciles y de registro más agudo jamás escritas para el instrumento.
En el Tercer Concierto de Brandenburgo desaparecen los alientos: tres violines, tres violas y tres violoncellos llevan las partes principales de la obra. En este concierto, Bach plantea la interacción homogénea entre los tres sub-grupos de cuerdas, y retoma la escritura antifonal del primero de los conciertos, añadiendo además ciertos elementos de construcción que apuntan veladamente hacia un rondó. El segundo movimiento de este concierto, en contraste con los demás de la serie, consta solamente de dos compases en Adagio, a manera de puente, como final de lo que sin duda debió ser un episodio de improvisación a cargo de los músicos. A falta de tal improvisación, la inclusión de estos dos compases puede parecer redundante; es por ello que hoy en día, en interpretaciones de concierto y grabaciones, suelen tomarse tres caminos alternativos, a juicio de los intérpretes. El primero es tocar esos compases tal y como Bach los escribió. El segundo consiste en omitirlos totalmente. Y el tercero, quizá el más interesante y al mismo tiempo el más difícil, es el de permitir a los solistas desarrollar un episodio de improvisación controlada para finalizar con los compases originales de Bach y atacar el tercer movimiento.
Un violín y dos flautas (llamadas flautas de eco por Bach) protagonizan el Cuarto Concierto de Brandenburgo. Hoy en día se asume que Bach se refería a las flautas de pico y no a las flautas traversas, y en la actualidad suelen emplearse aquéllas para la ejecución de este concierto. La escritura de Bach favorece aquí al violín principal, y la influencia de Vivaldi vuelve a hacerse presente, sobre todo en los movimientos exteriores, mientras que el Andante central es más cercano al espíritu de Corelli. El movimiento final es una espléndida fuga concertante de enorme riqueza contrapuntística.
De los conciertos dedicados por Bach al joven margrave de Brandenburgo, el quinto de la serie es especialmente interesante porque además del violín y la flauta traversa, Bach propone un clavecín concertante al que asigna una parte tan importante que de hecho es considerada como la primera parte solista escrita para el instrumento. Los 65 compases que Bach encarga al teclado, sin acompañamiento, son sin duda una de sus páginas más brillantes. El segundo movimiento de este Quinto Concierto de Brandenburgo recuerda la forma de una sonata en trío, con la diferencia de que la parte del clavecín está totalmente escrita, en vez de seguir la costumbre de sugerir solamente el bajo cifrado.
El ciclo de los Conciertos de Brandenburgo finaliza con una obra dedicada exclusivamente a los instrumentos de cuerda. El Sexto Concierto de Brandenburgo pide dos viole da braccio y dos viole da gamba, sustituidas en la actualidad por violas y violoncellos. Se dice que una de las partes de viola da gamba fue escrita por Bach teniendo en cuenta las modestas habilidades de su patrón, el príncipe Leopoldo de Köthen. Este concierto es el más homogéneo de los seis en cuanto al balance de la oposición concertino-ripieno; más que una confrontación, se trata de una equilibrada fusión instrumental, un auténtico diálogo entre iguales.
Juan Arturo Brennan
Allegro
Cadenza -- Adagio
Allegro
Johann Sebastian Bach (1685-1750) Concierto de Brandenburgo No. 4 en Sol Mayor, BWV 1049
Concierto de Brandenburgo No. 4 en Sol Mayor, BWV 1049
Pocos casos existen en la historia de la música en los que es posible determinar con alguna certeza la paternidad de una forma musical. ¿Quién compuso la primera sinfonía? ¿Quién escribió la primera cantata? ¿De quién es el primer poema sinfónico? La respuesta a estas preguntas, y a otras similares, suele ser objeto de controversia entre críticos y musicólogos, y sin embargo, existe una forma musical, el concerto grosso, cuya paternidad es atribuida casi unánimemente al compositor italiano Arcangelo Corelli (1653-1713). Si bien es cierto que compositores del siglo XX como Ernest Bloch, Julián Orbón y Alfred Schnittke han compuesto concerti grossi, esta forma musical está asociada fundamentalmente con el período barroco, y se le considera como el gran paso previo a la creación del concierto solista tal y como lo conocemos hoy. En su aspecto externo, el concerto grosso es una forma musical auténticamente dialéctica, ya que su construcción supone la contraposición de dos elementos opuestos y bien diferenciados, pero complementarios al fin y al cabo. Por una parte, un pequeño grupo de instrumentos que realizan un trabajo colectivo de solistas, que se denomina concertino, y por la otra, un grupo mayor llamado ripieno, que por lo general está integrado por cuerdas y bajo continuo. En su interior, y al menos en los ejemplos más característicos de la forma, el concerto grosso es una de las muestras más acabadas de la forma fugada en la música barroca. Además de Corelli, muchos otros compositores del barroco abordaron la composición de concerti grossi. Entre ellos, Antonio Vivaldi (1678-1741), el más prolífico compositor de conciertos en la historia de la música, y su no menos prolífico colega Georg Friedrich Händel (1685-1759). La abundancia misma de obras concebidas en esta forma durante el barroco sirve para enfatizar el hecho de que el punto culminante de la escritura de concerti grossi se dio en los seis Conciertos de Brandenburgo de Johann Sebastian Bach (1685-1750).
Entre los compositores del barroco, no hay otro cuya vida esté tan ampliamente documentada como la de Bach. Su prolífica carrera puede resumirse en cierta manera a través del itinerario geográfico seguido por el compositor a lo largo de los años, y cada escala de ese itinerario representa todo una época importante en la vida y en la música de Bach. Eisenach, Arnstadt, Mülhausen, Weimar, Köthen, Leipzig, son los hitos fundamentales de ese itinerario, y entre ellos, Köthen es especialmente importante. En diciembre del año de 1717 Bach tomó el puesto de Kapellmeister en la corte del príncipe Leopoldo de Köthen, cargo que habría de ocupar hasta 1723. Durante su estancia en Köthen, Bach vivió con su familia en un ala del castillo del príncipe, gozando de un buen sueldo y del favor de su patrón. Esta privilegiada situación duró hasta la muerte de la esposa del príncipe Leopoldo, mujer ilustrada y amante de la música. Al casarse de nuevo el príncipe, esta vez con una mujer a la que la música le importaba poco, Bach tuvo que apresurar su salida hacia Leipzig. Durante el muy productivo período de Köthen, Bach compuso sus sonatas para violín y clave, las sonatas para viola da gamba y clave, las partitas para violín y las suites para violoncello, la primera parte de El clave bien temperado. Pero el interés de Bach en esta época estuvo centrado primordialmente en la música orquestal, por la sencilla razón de que el príncipe Leopoldo tenía en Köthen una espléndida orquesta a su servicio. En esa orquesta había algunos solistas sobresalientes, y fue para ellos que Bach pensó y escribió algunas de las partes importantes de su música orquestal de ese período: el violinista Josef Spiess, el oboísta Friedrich Rose, los flautistas Heinrich Freitag y Johann Gottlieb Würdig, el trompetista Johann Ludwig Schreiber, el violoncellista Christian Bernhard Linigke, y en las violas da gamba, Christian Ferdinand Abel y el mismísimo príncipe Leopoldo, a quien le gustaba, según sus propias palabras, estar en medio de la armonía. Para esta orquesta de primer nivel, Bach compuso una serie de conciertos instrumentales notables por la solidez de su estructura contrapuntística. Los musicólogos modernos están de acuerdo en que en el año de 1721, quizá con la intención de obtener algún puesto musical, Bach eligió seis de estos conciertos y los dedicó al margrave Christian Ludwig, hijo menor del gran duque de Brandenburgo, quien al parecer tenía también una orquesta de calidad en su corte. La historia nos dice que, finalmente, Bach no obtuvo ningún puesto en Brandenburgo. Sin embargo, los seis conciertos, a los que Bach llamó colectivamente Six concerts avec plusieurs instruments ('Seis conciertos con varios instrumentos'), han llegado hasta nosotros como una de las cimas indiscutibles de la historia de la música barroca.
El Primer Concierto de Brandenburgo lleva como solistas a dos cornos (que en la partitura original están designados como corni da caccia, es decir, cornos de caza), tres oboes, fagot y violín piccolo, cuya parte suele ser tocada hoy con un violín convencional. El primer movimiento del concierto se caracteriza por el empleo claramente antifonal del concertino frente al ripieno, y en el tercer movimiento, la teoría musicológica que indica que el concerto grosso dio origen al concierto solista, cobra valor y actualidad al llevar el violín una parte solista de singular importancia.
Para el Segundo Concierto de Brandenburgo, Bach eligió trompeta, flauta, oboe y violín como integrantes del concertino. Es éste un ejemplo típico del concerto grosso del alto barroco, con una clara influencia de la música de Vivaldi. La notable transparencia de la textura orquestal es dominada por la trompeta, instrumento que en esta obra tiene a su cargo una de las partes más difíciles y de registro más agudo jamás escritas para el instrumento.
En el Tercer Concierto de Brandenburgo desaparecen los alientos: tres violines, tres violas y tres violoncellos llevan las partes principales de la obra. En este concierto, Bach plantea la interacción homogénea entre los tres sub-grupos de cuerdas, y retoma la escritura antifonal del primero de los conciertos, añadiendo además ciertos elementos de construcción que apuntan veladamente hacia un rondó. El segundo movimiento de este concierto, en contraste con los demás de la serie, consta solamente de dos compases en Adagio, a manera de puente, como final de lo que sin duda debió ser un episodio de improvisación a cargo de los músicos. A falta de tal improvisación, la inclusión de estos dos compases puede parecer redundante; es por ello que hoy en día, en interpretaciones de concierto y grabaciones, suelen tomarse tres caminos alternativos, a juicio de los intérpretes. El primero es tocar esos compases tal y como Bach los escribió. El segundo consiste en omitirlos totalmente. Y el tercero, quizá el más interesante y al mismo tiempo el más difícil, es el de permitir a los solistas desarrollar un episodio de improvisación controlada para finalizar con los compases originales de Bach y atacar el tercer movimiento.
Un violín y dos flautas (llamadas flautas de eco por Bach) protagonizan el Cuarto Concierto de Brandenburgo. Hoy en día se asume que Bach se refería a las flautas de pico y no a las flautas traversas, y en la actualidad suelen emplearse aquéllas para la ejecución de este concierto. La escritura de Bach favorece aquí al violín principal, y la influencia de Vivaldi vuelve a hacerse presente, sobre todo en los movimientos exteriores, mientras que el Andante central es más cercano al espíritu de Corelli. El movimiento final es una espléndida fuga concertante de enorme riqueza contrapuntística.
De los conciertos dedicados por Bach al joven margrave de Brandenburgo, el quinto de la serie es especialmente interesante porque además del violín y la flauta traversa, Bach propone un clavecín concertante al que asigna una parte tan importante que de hecho es considerada como la primera parte solista escrita para el instrumento. Los 65 compases que Bach encarga al teclado, sin acompañamiento, son sin duda una de sus páginas más brillantes. El segundo movimiento de este Quinto Concierto de Brandenburgo recuerda la forma de una sonata en trío, con la diferencia de que la parte del clavecín está totalmente escrita, en vez de seguir la costumbre de sugerir solamente el bajo cifrado.
El ciclo de los Conciertos de Brandenburgo finaliza con una obra dedicada exclusivamente a los instrumentos de cuerda. El Sexto Concierto de Brandenburgo pide dos viole da braccio y dos viole da gamba, sustituidas en la actualidad por violas y violoncellos. Se dice que una de las partes de viola da gamba fue escrita por Bach teniendo en cuenta las modestas habilidades de su patrón, el príncipe Leopoldo de Köthen. Este concierto es el más homogéneo de los seis en cuanto al balance de la oposición concertino-ripieno; más que una confrontación, se trata de una equilibrada fusión instrumental, un auténtico diálogo entre iguales.
Juan Arturo Brennan
Allegro
Andante
Presto
Scott Yoo
Director(a)
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Scott Yoo
Director(a)
Scott Yoo es director principal y director artístico de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México y director musical del Festival Mozaic. Es también anfitrión y productor ejecutivo de la nueva serie de PBS Now Hear This, primera serie sobre música clásica en la televisión estadounidense agendada para prime time en 50 años. Es director del festival de música de Colorado College y fundador del Medellín Festicámara, programa de música de cámara que reúne a artistas de talla mundial con jóvenes músicos desfavorecidos.
En el último año, el Mtro. Yoo dirigió la London Symphony Orchestra y la Royal Scottish National Orchestra en grabaciones para Sony Classical. Ha dirigido las sinfónicas de Colorado, Dallas, Indianápolis, Nuevo Mundo, San Francisco y Utah, y a la Orquesta de Cámara de St. Paul tanto en su festival propio, el Elliott Carter, como en su debut en el Carnegie Hall. En Europa ha dirigido la English Chamber Orchestra, la City of London Sinfonia, la Britten Sinfonia, la orquesta filarmónica de Radio Francia, el ensamble orquestal de Paris, la Odense Symphony y la Sinfónica Nacional de Estonia. En Asia el Mtro. Yoo ha dirigido la Orquesta sinfónica Yomiuri Nippon en Tokio, la Filarmónica de Seúl y Filarmónica de Busan en Corea.
Como defensor de la música de nuestro tiempo, Yoo ha estrenado 71 obras de 38 compositores. Con la orquesta de cámara Metamorphosen, grabó American Seasons de Mark O'Connor para Sony Classical; con la orquesta de cámara John Harbison, trabajando con la soprano Dawn Upshaw para Bridge Records, consiguieron la nominación al National Public Radio Performance Today; y los ciclos de canciones de Earl Kim con las sopranos Benita Valente y Karol Bennett para el sello New World, grabación que recibió el Critics Choice en el New York Times. Otros de sus proyectos de grabación incluyen la obra integral para orquesta de Earl Kim con la Orquesta Nacional de Irlanda RTE para el sello Naxos, las obras de Carter, Lieberson y Ruders, y el ciclo de conciertos para piano de Mozart.
Como violinista, Yoo se ha presentado como solista en la Boston Symphony, la Dallas Symphony, la San Francisco Symphony, la Colorado Symphony, la Indianapolis Symphony, la New World Symphony y la Orquesta de St. Luke's. También ha sido invitado a festivales de música de cámara en todo Estados Unidos, como el Bargemusic, el propio de la Boston Chamber Music Society, con la Chamber Music Society del Lincoln Center, el Kingston Chamber Music Festival, Laurel Music Festival, New Hampshire Music Festival y el Seattle Chamber Music Festival.
Tras comenzar sus estudios musicales a la edad de tres años, recibió el primer premio en el Concurso Internacional de Violín Josef Gingold en 1988, el Young Concert Artists International Auditions en 1989 así como la beca de carrera Avery Fisher en 1994. En 1993 fundó la orquesta de cámara Metamorphosen, que ha dirigido en los conciertos por suscripción en la Jordan Hall en Boston y en el Troy Savings Bank Music Hall en Troy, Nueva York; de gira también en lugares como Avery Fisher Hall y 92nd Street. 'Y' en Nueva York y la Biblioteca del Congreso en Washington.
Scott Yoo nació en Tokio y se crió en Glastonbury, Connecticut. Hijo de madre japonesa y padre coreano, asistió a la Universidad de Harvard, donde obtuvo la licenciatura. Estudió violín con Roman Totenberg, Albert Markov, Paul Kantor y Dorothy DeLay, y dirección orquestal con Michael Gilbert y Michael Tilson-Thomas.
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