Dvořák, Antonín - Serenata No. 2 en re menor, op. 44

Antonín Dvořák (1841–1904)

Serenata No. 2 en re menor, op. 44

ANTONIN DVOŘÁK (1841-1904)

Serenata para alientos en re menor, Op. 44
Moderato quasi marcia
Tempo di minuet
Andante con moto
Finale: Allegro molto

Una de las mejores cosas que pudieron ocurrirle a ese buen compositor y noble hombre que fue Antonin Dvořák es el apoyo que recibió del más importante compositor y el más importante crítico de su tiempo: respectivamente, Johannes Brahms (1833-1897) y Eduard Hanslick (1825-1904). En noviembre de 1877, Hanslick escribió una carta a Dvořák en la que le decía lo siguiente:

La simpatía de un artista tan importante y famoso como Brahms debe ser para usted no sólo agradable, sino también útil, y creo que usted debería escribirle y quizá enviarle también algo de su música. Él ha conservado sus Duetos moravos para poder mostrárselos a su editor y recomendarlo con él. Si usted pudiera proporcionar una buena traducción al alemán, ciertamente él se encargaría de que se publicaran. Quizá pueda usted enviarle copias de estos y algunos otros manuscritos. Después de todo, sería ventajoso para usted que sus cosas se conocieran más allá de su estrecha patria checa, lo que en todo caso no le hace a usted mucho bien.

Es interesante recodar que Hanslick, quien podía ser un crítico feroz y rabioso con los compositores a quienes consideraba sus enemigos (Richard Wagner, 1813-1883; Anton Bruckner, 1824-1896), podía también tener gestos de generosidad con músicos afines a sus propias ideas… y a las de su autor favorito, Brahms. La carta citada habría de tener frutos positivos poco después de ser recibida por Dvořák.
Puede decirse que el primer momento de fama de Antonin Dvořák ocurrió con el estreno de la versión para piano a cuatro manos de sus evocativas y brillantes Danzas eslavas. El éxito de estas danzas fue tal que más tarde el compositor realizó la versión orquestal. Es evidente que el afán nacionalista fue uno de los elementos que influyó en el buen recibimiento de las Danzas eslavas por parte del público y los críticos. Entre estos críticos de hallaba Louis Ehlert quien, literalmente, habló maravillas de las danzas de Dvořák. El compositor, siempre generoso, realizó entonces un acto insólito: dedicó al crítico una de sus siguientes partituras, la de la Serenata para alientos Op. 44. Dvořák redactó la Serenata en el año 1878 y al abordar su composición estaba siguiendo una tradición camerística que venia del siglo XVIII, la tradición de los ensambles de alientos conocidos como Harmoniemusik y cuyo más importante exponente fue Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791). Quizá la dotación más usual de la Harmoniemusik era la del octeto formado por pares de oboes, clarinetes, cornos y fagotes. A esta configuración, Dvořák añadió un tercer corno con el objeto de tener un trío capaz de tocar acordes completos en esa región de la orquestación. Después de escuchar el estreno de su Serenata Op. 44, el compositor decidió (como lo habían hecho antes Mozart y otros) reforzar el registro grave de la obra y añadió partes opcionales de contrafagot, violoncello y contrabajo. El año en que Dvořák compuso la Serenata Op. 44 fue particularmente importante para su futuro profesional, ya que la carta mencionada y los buenos oficios de Hanslick y Brahms rindieron los frutos esperados. En 1878 el editor Fritz Simrock, a instancias de Brahms, publicó los Duetos moravos y las Danzas eslavas, hecho que de inmediato impulsó de manera notable la divulgación de la música de Dvořák. La Serenata fue estrenada en el Teatro Provisional de Praga el 17 de noviembre de 1878, bajo la dirección del propio Dvořák, en el marco de un concierto dedicado por entero a sus obras. A partir de ese año, gracias a la divulgación que de sus obras hizo la casa editora de Simrock, la música de Dvořák comenzó a trascender, en efecto, las fronteras de esa “estrecha patria checa”, como la había llamado despectivamente el muy cosmopolita Eduard Hanslick, quien quizá escuchaba con escepticismo desde su torre de marfil las pinceladas nacionalistas y folklóricas de la música de Dvořák, pero a la vez lo apreciaba porque su música se parecía mucho a la de… Johannes Brahms.

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