Chaikovski, Piotr Ilych - Francesca de Rimini, op. 32

Piotr Ilich Chaikovski(1840 - 1893)

Francesca da Rimini, Op. 32

Para la lectura de esta nota (y el consecuente disfrute de la bella música a la que se refiere) hace falta poner mucha atención, porque si los hechos históricos son truculentos y complicados, su narración actual no lo es menos. Atención, pues, y tratemos de no perdernos.

Primero, el escenario de la acción. Cerca del pie de los Apeninos, en la costa norte del mar Adriático, se encuentra una pequeña pero interesante ciudad que los antiguos romanos llamaban Arminium, y que hoy conocemos como Rimini. La historia antigua de Rimini es rica y compleja, pero no nos interesa sino hasta la primera mitad del siglo XIII. En aquel tiempo Rimini fue uno de los escenarios importantes de la lucha faccional entre los güelfos y los gibelinos, es decir, entre quienes apoyaban al papa y quienes preferían al emperador. A la cabeza de los güelfos se hallaba la familia Malatesta, que desde tiempo atrás se había establecido en Rimini y en Verrucchio. En el año de 1239, el caballero Malatesta da Verrucchio fue nombrado podestà (alcalde) de Rimini y la lucha contra los gibelinos tuvo una breve tregua cuando su hijo, Malatesta II, se casó con la señorita Concordia Pandolfini, hija del líder de la facción gibelina. Sin embargo, a la muerte de la dama, que fue prematura, la tregua se desvaneció y la lucha continuó con más ferocidad que antes. Y no fue este el único hecho triste que ensombreció la vida de Malatesta II. Un hijo suyo, al que la historia conoce como Gianciotto el Tullido, se casó con Francesca da Polenta, hija del señor de Ravena. Este matrimonio no duró mucho y terminó en forma trágica cuando Gianciotto mató a Francesca y a su amante, Paolo Malatesta, conocido como El Hermoso, y hermano de Gianciotto. Matar al hermano y a la esposa, por más culpables de adulterio que sean, tiene un tinte poderosamente dramático, y la historia de los Malatesta y de la infortunada Francesca da Polenta inspiró obras de varios creadores. Una de ellas es el drama titulado Francesca da Rimini de Silvio Pellico. Otra, mucho más famosa, es un fragmento de La Divina Comedia, obra capital del gran poeta florentino Dante Alighieri (1265-1321).

La primera de las tres partes de La Divina Comedia es una impresionante narración, en labios del propio Dante, de su viaje al infierno en compañía de su colega Publio Virgilio Marón, a quien conocemos coloquialmente como Virgilio. En el quinto de los 34 cantos de que consta el Infierno de La Divina Comedia, Dante y Virgilio descienden del primero al segundo círculo infernal; el poeta florentino nos hace saber que en éste hay menos espacio que en el primero, pero más dolor, "un dolor punzante que origina desgarradores gritos".

En ese segundo nivel del infierno, Dante y Virgilio se encuentran con las almas de los pecadores carnales que sometieron la razón a sus lascivos apetitos. En esta galería de espíritus concupiscentes, los peripatéticos poetas encuentran a Semíramis, Dido, Cleopatra, Helena de Troya... y entre todos ellos, a dos almas "que van juntas y parecen más ligeras que las otras impelidas por el viento". Son las almas de Francesca da Rimini y su amante Paolo Malatesta El Hermoso. Siempre curioso, Dante quiere saber por qué los desdichados amantes están ahí. Las almas de ambos se le acercan y explican cómo el amor los cegó, y cómo la pasión sin límite los condujo a la muerte. Específicamente, Francesca le cuenta a Dante que su amor por su cuñado Paolo fue inspirado por la lectura conjunta de las aventuras sentimentales de Sir Lancelot y su amor por la reina Guinevere (Lanzarote y Ginebra. si mis lectores prefieren las identidades castellanizadas). Mientras el alma de Francesca le cuenta todo esto a Dante, el alma de Paolo llora desconsoladamente. La impresión que ello produce en el poeta lo lleva a terminar así este canto de su Divina Comedia: "Movido de compasión, desfallecí como si me muriera y caí como cae un cuerpo inanimado."

Esta es, grosso modo, la fuente de inspiración que llevó a Piotr Ilyich Chaikovski a componer, en 1876, su hermoso poema sinfónico Op. 32, titulado Francesca da Rimini. Interpretado con menor frecuencia, por ejemplo, que su Romeo y Julieta, este retrato musical de los malogrados amantes es sin duda una de las partituras orquestales más sólidas y completas del compositor ruso. Las sombras del infierno son descritas por Chaikovski con una introducción marcada Andante lugubre, y más adelante, en un Allegro vivo, el compositor pinta los tormentos a los que están sometidos los pecadores. Un Andante cantabile central, presentado por el clarinete, es la descripción lírica de los amantes Paolo y Francesca. Durante el resto de la obra domina la dinámica infernal del Allegro vivo, cuyos temas son recapitulados antes de la breve y dramática coda. Así, con una vívida imaginación sonora, Chaikovski parece llevarnos de la mano en un viaje paralelo al que realizaron Dante y Virgilio por el Bajo Mundo.

¿Qué otro trayecto de importancia realizó Dante en su vida? Principalmente, el del exilio. Expulsado de Florencia fue a dar a Verona, y pasó sus últimos años en una pequeña ciudad de la provincia de Emilia-Romagna, famosa por sus mosaicos. En esta ciudad, a un lado de la iglesia de San Francisco, se levanta un modesto, sobrio monumento de estilo clásico sobre cuya portada se lee una inscripción: DANTIS POETAE SEPULCHRUM: la ciudad en cuestión es Ravena, y no deja de haber cierta poesía en el hecho de que Dante Alighieri esté sepultado en la ciudad que vio nacer a la infortunada Francesca da Rimini, cuyo dolor tanto lo había conmovido.

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