Concierto de primavera

Esta página documenta un concierto pasado.

Ilustración sobre el concierto

CONCIERTO A REALIZARSE EN EL CONSERVATORIO NACIONAL DE MÚSICA EL DÍA 21, Y EN EL ALTAR A LA PATRIA DEL BOSQUE DE CHAPULTEPEC EL DÍA 22

PIOTR ILYICH CHAIKOVSKI
Polonesa de la ópera Eugene Onegin (6')

EDVARD GRIEG
Selecciones de Peer Gynt (12')

Gustav Holst
Selecciones de Los planetas, Op. 32 (14')

EDWARD ELGAR
Nimrod, de las Variaciones Enigma sobre un tema original, Op. 36 (4')

Marchas Pompa y circunstancia, Op. 39 No. 1 (6')

José Areán
Director(a)
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por Juan Arturo Brennan

Piotr Ilyich Chaikovski  (1840-1893)

Polonesa de la ópera Eugene Onegin (6')

Eugene Onegin es, sin duda, la más popular de la docena de óperas compuestas por Chaikovski. Data de 1878, lo que la coloca, cronológicamente, entre las óperas Vakula el herrero (1875) y La doncella de Orleans (1879). No hay duda de que uno de los atractivos principales de Eugene Onegin es el  hecho de que su libreto, escrito por el compositor en colaboración con Konstantin Shilovski, está basado en un poema de Alexander Pushkin (1799-1837) que es más bien una novela en verso.

San Petersburgo, al inicio del siglo XIX. La noble dama Madame Larina tiene una joven y hermosa hija, Tatiana, quien se ha enamorado de Eugene Onegin, un atractivo joven que es amigo de Lensky. A su vez, Lensky es el novio de Olga, la hermana de Tatiana. Durante toda la noche, Tatiana escribe una larga carta a Onegin, en la que le confiesa sus sentimientos. Al día siguiente, Onegin se encuentra con Tatiana en el jardín. Le dice que las jovencitas como ella deben ser discretas y prudentes, que él no es merecedor de sus atenciones, y que debe olvidarlo.

Más tarde, se celebra una fiesta por el cumpleaños de Tatiana. Entre los asistentes a la fiesta comienzan a correr chismes sobre Tatiana y Onegin, quienes han estado bailando. Molesto por las habladurías de la gente, Onegin decide bailar con Olga, quien había prometido bailar con Lensky. Enojado, Lensky le reclama a Olga y ella, más enojada todavía, le ofrece a Onegin bailar otra pieza con él. El tutor francés de la familia, Monsieur Triquet, canta una canción de alabanza para Tatiana. Cuando el baile se reanuda, Lensky discute con Onegin y lo reta a duelo. Temprano a la mañana siguiente, los dos caballeros se encuentran a la orilla de un arroyo, cerca de un viejo molino. Ninguno de los dos da el primer paso para reconciliarse, y deciden llevar a cabo el duelo. Con su primer disparo, Onegin mata a Lensky.

Han pasado seis años, durante los cuales Onegin ha estado en el extranjero. El joven regresa a San Petersburgo. Se ofrece un  baile en el palacio del príncipe Gremin, quien ahora es el esposo de Tatiana. Entre los invitados al baile está Onegin, quien al encontrarse de nuevo con Tatiana se da cuenta de que la ama. Le escribe una carta a la dama y le pide que se encuentre con él. Ella acepta la cita y cuando se encuentran, Onegin le declara de nuevo su amor y le pide que huya con él. Al principio, Tatiana no sabe qué decir. Después, le responde a Onegin con palabras de amor. Pero finalmente Tatiana le recuerda a Onegin que ella tiene un compromiso de esposa con el príncipe Gremin, y lo despide para siempre.

Ésta, la más popular de las óperas del compositor ruso, recibió un estreno semi-profesional en el Conservatorio de Moscú el 29 de marzo de 1879, bajo la dirección de Nikolai Rubinstein, y fue recibida con cierta frialdad, debida probablemente a que a pesar de su intenso contenido expresivo, se trataba de una ópera con poca acción escénica. El estreno oficial ocurrió en el Teatro Bolshoi de Moscú, el 23 de enero de 1881, bajo la batuta de Enrico Bevignani.

Edvard Grieg  (1843-1907)

Selecciones de Peer Gynt (12')

Así como Edvard Grieg es considerado como el compositor más importante en la historia de Noruega, a Henrik Ibsen (1828-1906) se le tiene como el mayor poeta y dramaturgo noruego. Así, la colaboración entre ambos para la puesta en escena de la obra Peer Gynt puede definirse como la suma de dos talentos gigantes.

El argumento del drama Peer Gynt de Ibsen es muy complicado, pero se puede resumir en unas cuantas líneas. Este campesino noruego, presumido, egoísta y mentiroso, se va por el mundo a viajar y a vivir una serie de fantásticas aventuras. Al final, se encuentra con la horma de su zapato (como se dice coloquialmente) en la persona de un fabricante de botones, quien amenaza con derretir a Peer Gynt como un fallido experimento humano. Peer Gynt es redimido finalmente por el amor de Solvejg, quien le ha permanecido fiel a lo largo de sus andanzas.

En enero de 1874, Ibsen le pidió a Grieg que compusiera música incidental para la puesta en escena de su Peer Gynt. Al principio, Grieg pensó en componer un puñado de números musicales, pero la complejidad del Peer Gynt de Ibsen hizo crecer y crecer el proyecto, y el compositor tuvo que escribir 23 números musicales para cubrir los cinco actos de la obra teatral. La partitura quedó terminada en septiembre de 1875, y se escuchó por primera vez en la ciudad de Christiania (hoy Oslo) el 24 de febrero de 1876, acompañando a la puesta en escena de la versión revisada del Peer Gynt de Ibsen. Compuesta originalmente para voces solistas, coro y orquesta, la música de Grieg para Peer Gynt (que lleva el número de Opus 23 en su catálogo) es hoy más conocida a través de dos suites puramente orquestales; la primera de ellas, marcada con el Opus 46, está compuesta por los números 13, 12, 16 y 7 (en ese orden) de la continuidad musical, mientras que la segunda suite, Opus 55, contiene los números 4, 15, 19 y 18.

Para concluir con un final anecdótico, vale la pena recordar que el estreno el Peer Gynt de Ibsen con la música de Grieg fue enormemente exitoso en la vieja ciudad de Christiania, y que la temporada de la obra sólo se suspendió por una causa de fuerza muy mayor: la escenografía teatral fue consumida por el fuego.

Gustav Holst (1874-1934)

Selecciones de Los planetas, Op. 32 (14')

El nacimiento de la suite sinfónica Los planetas de Gustav Holst tiene una interesante historia, que bien vale la pena de ser narrada otra vez. El gran director de orquesta inglés  Adrian Boult escuchó primero la versión para dos pianos de Los planetas, tocada por dos señoritas que eran asistentes de Holst en la Escuela de San Pablo, donde el compositor era maestro. Poco después, en el otoño de 1918 y en plena Primera Guerra Mundial, Holst se puso en contacto con Boult para hacerle una proposición. El compositor debía partir hacia Salónica, en donde participaría en los proyectos de educación del ejército británico. Sucedió entonces que Balfour Gardiner, un compositor menor cuyo mérito principal fue el de promover continuamente la música de sus colegas, ofreció a Holst un interesante regalo de despedida: una orquesta sinfónica y un auditorio a su disposición durante toda la mañana de un domingo. Fue entonces que, para aprovechar al máximo el regalo, Holst se aproximó a Boult y le propuso que dirigiera la versión orquestal de Los planetas. Así, en la mañana del 29 de septiembre de 1918, con la Orquesta del Queen’s Hall dirigida por Adrian Boult (quien aún no había sido armado caballero por la reina), se escucharon por primera vez Los planetas de Gustav Holst, para gran emoción del compositor y el deleite de muchos de los asistentes. Entre ellos se hallaban algunos miembros de la Sociedad Filarmónica Real, quienes invitaron a Boult a repetir la ejecución de Los planetas en uno de sus conciertos.

Quienes conocen a fondo esta suite y al mismo tiempo saben algo de astrología nos dicen que el significado de cada uno de los siete movimientos de Los planetas debe ser descifrado a partir del perfil astrológico de cada planeta y no a partir de cuestiones mitológicas que tengan que ver con los dioses griegos. Los planetas, un verdadero alarde de maestría en el manejo del color orquestal, tiene muchos momentos felices y asombrosamente poderosos y evocativos, entre los cuales tres merecen especial atención.

El primero es el brutal impulso guerrero de Marte, logrado por Holst a base de un incesante pulso en compás de 5/4. El segundo es la compacta y categórica brillantez de Júpiter, llena de fuerza y de contagiosa energía. El tercero es la conclusión de la obra, en la que el misticismo de Neptuno se presenta bajo el aura de un movimiento que, paradójicamente, carece casi por completo de movimiento y que, hacia sus últimas páginas, introduce sutilmente un coro de voces femeninas que cantan fuera de la escena, vocalizando misteriosas y elusivas armonías sin texto, en un final que parece no terminar nunca.

Edward Elgar  (1857-1934)

Nimrod, de las Variaciones Enigma sobre un tema original, Op. 36 (4')

Además de ser aficionado a la pesca, a las caminatas, a la bicicleta, a los caballos y a las carreras, el compositor inglés Edward Elgar tenía otra afición que hoy es poco conocida: era un asiduo practicante de la criptografía, es decir, de la ciencia que se ocupa de los métodos y los aparatos de las comunicaciones secretas. Sabemos a ciencia cierta que Elgar no era un oficial de inteligencia ni un criptógrafo profesional, de modo que su afición a la criptografía probablemente no iba más allá del cifrado de mensajes triviales, codificación y decodificación de información inofensiva y, quizá, una afición más que pasajera por los juegos de palabras y los crucigramas. Todo esto viene a cuento porque algunos estudiosos afirman que esta afición a la criptografía fue la verdadera fuente de inspiración de las Variaciones Enigma, la más famosa de las composiciones de Elgar. El enigma de estas variaciones, o mejor dicho, uno de los enigmas, perduró durante cerca de cuarenta años. Las identidades de los catorce personajes retratados en esta pieza no fueron reveladas sino hasta después de la muerte de Elgar, ocurrida en 1934. Los análisis que han sido realizados sobre estas variaciones, y la relación de la música con los personajes en cuestión, revelan que la intención de Elgar en casi todos los casos fue claramente anecdótica. El tema original, presentado al inicio de la obra, pasó por la mente del compositor durante una plácida tarde doméstica. Jugando en el piano con el tema, Elgar llegó a la idea de las variaciones y eligió para ellas a personajes muy cercanos, a quienes intentó pintar musicalmente a partir de sus cualidades principales. He aquí la lista de los no tan
enigmáticos personajes.

  1. Caroline Alice Elgar, la esposa del compositor, retratada en una variación lírica y cálida como ella.
  2. H.D. Steuart-Powell, un pianista amigo de Elgar, con quien solía tocar tríos en compañía del violoncellista Basil Nevinson. Esta variación intenta describir las figuraciones pianísticas de Steuart-Powell.
  3. Richard Baxter Townsend, un actor amateur que tenía la peculiar habilidad de cambiar súbitamente el registro de su voz, para asombro del público.
  4. William Meath Baker, un caballero inglés fuerte y enérgico.
  5. Richard Penrose Arnold, hijo del poeta Matthew Arnold, un hombre de ánimo cambiante.
  6. Isabel Fitton, violista aficionada, alumna de Elgar. En efecto, esta variación presenta un solo de viola.
  7. Arthur Troyte Griffith, un amigo de Elgar a quien le encantaban las discusiones.
  8. Winifred Norbury, una dama jovial y vivaz.
  9. August Jaeger, de la casa editora Novello. La alusión a la sonata Patética de Beethoven en esta noble variación se debe, según el propio Elgar, a la memoria de una noche de verano en que la elocuencia de Jaeger afloró en una discusión sobre Beethoven y sus movimientos lentos.
  10. Dora Penny, amiga de Elgar que solía hablar de una manera dubitativa y llena de pausas.
  11. George Robinson Sinclair, organista de la catedral de Hereford, quien es retratado aquí en compañía de su perro Dan, que corre por la ribera del río Wye y finalmente cae al agua.
  12. El violoncellista Basil Nevinson.
  13. Lady Mary Lygon, amiga de Elgar que viajaba por barco rumbo a Australia cuando la música fue escrita. De ahí que el clarinete cite un fragmento de Mar en calma y viaje próspero, obertura de Félix Mendelssohn.
  14. El mismísimo Edward Elgar. Edu era el nombre coloquial que su esposa usaba para él. Se dice que esta última variación-autorretrato describe las luchas y los ideales del compositor, sintetizados en un final triunfal.

Las Variaciones Enigma fueron estrenadas en Londres el 19 de junio de 1899, año en que está fechado el manuscrito. Hans Richter, director del estreno, sugirió a Elgar algunos cambios en la orquestación y la nueva versión fue estrenada tres meses después, bajo la dirección del propio Elgar, en Worcester.

Edward Elgar (1857-1934)

Marchas Pompa y circunstancia, Op. 39 No. 1 (6')

En el catálogo de obras de Sir Edward Elgar, las cinco marchas conocidas colectivamente como Pompa y circunstancia ocupan un lugar destacado en la preferencia del público y son, junto con las Variaciones Enigma y el Concierto para violoncello, su música orquestal más frecuentemente interpretada. Si en principio se antoja extraño que Elgar haya compuesto cinco marchas bajo el mismo rubro, una revisión de su catálogo permite aclarar un poco el panorama y muestra que el compositor tenía una filiación militar (o quizá sólo marcial) muy clara en su pensamiento musical.

Es probable que la asociación más cercana de Elgar con lo militar se haya dado en su matrimonio, y no necesariamente porque su esposa haya tenido el carácter de un sargento. En 1889, el compositor se casó con Caroline Roberts, hija de un mayor del ejército británico y, según dicen, mujer de muy fuerte y enérgica personalidad. Por otra parte, durante la Primera Guerra Mundial el compositor escribió algunas obras de carácter patriótico, ninguna de las cuales llegó a ser realmente  trascendente.

Es evidente que a Elgar le atrajo particularmente la idea de escribir marchas festivas y solemnes sobre un mismo tema, ya que no sólo escribió cinco marchas Pompa y circunstancia, sino que espació su creación a lo largo  de casi treinta años. Las fechas de composición de las cinco marchas de la serie son, respectivamente, 1901, 1901, 1904, 1907 y 1930. Nótese que entre la cuarta y la quinta marcha de la serie pasaron más de 20 años, lo cual explica la razón por la cual la última de ellas tiene menos de la solemnidad de las cuatro primeras y, en cambio, un poco más de humor y ligereza de espíritu. De manera general, las cinco marchas de la serie Pompa y circunstancia están inspiradas en tres fuentes primordiales: la grandilocuencia de la música de Giacomo Meyerbeer (1791-1864), la fuerza expresiva de la música de Giuseppe Verdi (1813-1901) y el impacto del ceremonial cortesano-militar inglés. Y si bien se trata de marchas festivas y brillantes, al escucharlas con atención es posible descubrir en ellas algo oscuro y melancólico, como un subtexto del brillo celebratorio.

Para más detalles, puede mencionarse el hecho de que una de las melodías de la primera marcha Pompa y circunstancia fue utilizada en las ceremonias de coronación de Eduardo VII, ocasión en la que fue cantada con un texto patriótico titulado Tierra de esperanza y gloria. En el año de 1902, esta misma marcha fue arreglada para órgano por Edwin Lemare.

Respecto a la intención de esta música marcial, que es bastante clara en sí misma, Elgar afirmó que sus marchas Pompa y circunstancia eran música para inspirar, melodías para plantarse firmemente frente a los ejércitos y animarlos a la batalla. La popularidad de estas marchas es prueba evidente de que cumplieron su cometido, al menos mientras Inglaterra era todavía un gran imperio. Hoy, estas marchas pomposas y solemnes son al menos un buen  recuerdo de aquellas pasadas glorias imperiales. Por cierto, algunos puristas de la lengua han traducido el título original de estas marchas, Pomp and circumstance, como Pompa y ceremonia o como Pompa y aparato, lo cual no es del todo descabellado, dadas las sutilezas idiomáticas involucradas.

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