Bach, Johann Sebastian - Concierto para clavecín No. 1 en re menor, BWV 1052

Johann Sebastian Bach (1685-1750)

Concierto para clavecín No. 1 en re menor, BWV 1052

Allegro
Adagio
Allegro

Como tantas otras áreas del catálogo de Juan Sebastián Bach, la que se refiere a sus conciertos está llena de coincidencias, duplicaciones, transcripciones y otros enigmas. Además de los seis espléndidos Conciertos de Brandenburgo, lo fundamental de la producción concertante de Bach está concentrado en sus conciertos para violín y sus conciertos para clavecín, que también pueden ser tocados en el piano. La lista de éstos últimos es especialmente interesante, debido a lo anotado al inicio de este texto; he aquí algunos datos al respecto.

  • El Concierto No. 1. BWV 1052 es una reconstrucción de un Concierto para violín perdido, y existe en una versión alterna, BVW 1052-a.
  • El Concierto No. 2 BWV 1053 es, al parecer, la reconstrucción de un Concierto para oboe perdido.
  • El Concierto No. 3 BWV 1054 es una transcripción del Concierto para violín BWV 1042.
  • El Concierto No. 4 BWV 1055 es una reconstrucción de un Concierto para oboe d'amore perdido.
  • El Concierto No. 5 BWV 1056 contiene dos movimientos de un Concierto para oboe perdido.
  • El Concierto No. 6 BWV 1057 es una adaptación del Concierto de Brandenburgo No. 4.
  • El Concierto No. 7 BWV 1058 es una adaptación del Concierto para violín BWV 1041.

Hay también en este apartado del catálogo de Bach cuatro conciertos para dos clavecines, uno de los cuales es una adaptación del Concierto para dos violines BWV 1043, mientras que otro existe en dos versiones, una con y una sin acompañamiento orquestal. Vienen después dos conciertos para tres clavecines y, finalmente, el espectacular Concierto para cuatro clavecines BWV 1065, que es una adaptación del Concierto para cuatro violines RV 580 de Antonio Vivaldi (1678-1741). Con estas obras, y las numerosas piezas que compuso para el clavecín solo, Bach realizó una de las contribuciones más importantes a la literatura, la técnica y el desarrollo histórico del instrumento. Podría decirse, sin exageración, que con la obra de Bach para clavecín, más las de sus contemporáneos Georg Friedrich Händel (1685-1759) y Domenico Scarlatti (1685-1757) y de los clavecinistas franceses, se tiene cubierto lo fundamental de la música para clave. En su pionera biografía de Bach, el escritor Johann Nikolaus Forkel dedica un capítulo entero a Bach como ejecutante del clavecín, cuyo párrafo final dice así:

Al tocar sus propias composiciones tomaba en general un movimiento muy rápido; pero, a pesar de esta rapidez, se arreglaba siempre de manera que su ejecución poseyese una variedad tal que cada trozo pareciese bajo su mano un verdadero discurso. Para expresar emociones potentes no procedía como muchos artistas que golpean su teclado con violencia, sino que, al contrario, empleaba con este objeto dibujos armónicos y melódicos sencillos, prefiriendo conmover así al auditorio por medio de los recursos internos del arte. En esto opinaba muy sensatamente. En efecto, es imposible admitir que la pintura de una pasión pueda consistir en la acción de golpear sobre un instrumento de tal manera que el martilleo y los golpes repetidos impidan escuchar con claridad cada nota aislada, y con mayor razón, percibir bien su encadenamiento.

Leído con un cierto espíritu de aprendizaje, este párrafo de Forkel bien puede ser tomado como un consejo para la buena ejecución del clavecín, ya sea en la música de Bach o la de cualquiera de sus ilustres colegas tecladistas.

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