Mozart Wolfgang Amadeus - Sinfonía No. 32 en sol mayor, K. 318

Mozart Wolfgang Amadeus (1756-1791)

Sinfonía No. 32 en sol mayor, K. 318

Allegro spiritoso
Andante
Tempo primo

Entre los años 1770 y 1775, Mozart sufrió un saludable ataque de lo que podría llamarse sinfonitis, ya que en ese período compuso alrededor de 30 de sus sinfonías. De 1775 en adelante, la producción sinfónica de Mozart decayó en cantidad, pero indudablemente aumentó en calidad, ya que de este último período datan numerosas obras maestras de su catálogo sinfónico. Basta mencionar entre ellas la Sinfonía No. 31, París, la Sinfonía No. 35, Haffner, la Sinfonía No. 36, Linz, la Sinfonía No. 38, Praga, la Sinfonía No. 40 y la Sinfonía No. 41, Júpiter, todas ellas consideradas entre lo mejor de la producción de Mozart.

El manuscrito de la Sinfonía No. 32 está fechado el 26 de abril de 1779, lo que indica que esta es la primera sinfonía compuesta por Mozart después de su desastroso viaje a París, en el que el compositor, además de fracasar en su intento de obtener un puesto en la capital francesa, vio morir a su madre. Por lo demás, 1779 no se inició con buenos auspicios para el compositor. A principios de enero, en Munich, Aloysia Weber rechazó la propuesta de matrimonio de Mozart, cosa que lo contrarió profundamente. (Al paso del tiempo, Mozart cobraría venganza poética, casándose con Constanza, la hermana de Aloysia). De regreso en Salzburgo, para sanear un poco su economía, Mozart debió entrar de nuevo al servicio del arzobispo salzburgués Jerónimo Colloredo, al que detestaba con pasión singular. Hacia marzo, terminó una de sus mejores obras de música sacra, la Misa de la Coronación, y en el verano puso los toques finales a la hermosa Sinfonía concertante para violín y viola. En este punto es importante mencionar que en ese mismo año de 1779 Mozart inició la composición de una ópera (o para ser más precisos, un singspiel) a la que puso por título Zaïde, y que habría de quedar inconclusa. Este dato adquiere cierta relevancia en el contexto de esta nota porque algunos musicólogos afirman que la obra que hoy conocemos como la Sinfonía No. 32, fue compuesta por Mozart como obertura para Zaïde. En su ensayo sobre las sinfonías de Mozart incluido en el libro La sinfonía: De Haydn a Dvorák, el musicólogo Hans Keller comenta lo siguiente:

K. 318 (Salzburgo, 1779) es otra obertura, mucho más famosa (que la K. 311a), en sol mayor y "en estilo italiano", como se le conoce generalmente. Einstein piensa que Mozart la escribió para la ópera* Zaïde*.

En esta misma línea de pensamiento, otros estudiosos especulan que quizá esta sinfonía sirvió originalmente como obertura para la música incidental que Mozart compuso para la obra teatral Thamos, rey de Egipto, de Tobias Philipp von Gebler. La primera versión de esta música incidental data de 1773, y en años subsecuentes Mozart le añadió materiales nuevos. Se sabe que Thamos, rey de Egipto, fue representada en Salzburgo en 1780, con la música incidental de Mozart, por lo que no es del todo improbable que realmente se haya utilizado la Sinfonía No. 32 como obertura al drama de Gebler.

Por su estructura en tres movimientos y por su desarrollo formal que tiende a cierta simetría, esta sinfonía en efecto parece más una obertura expandida que una sinfonía de verdad. En este sentido, las opiniones musicológicas citadas arriba adquieren un relieve especial en lo que se refiere a la investigación del origen e intención de esta obra. En cualquier caso, es evidente que por su forma y por su duración esta obra se presta para servir como preludio a una obra mayor; prueba de ello es que Mozart mismo la ofreció para ser utilizada como obertura de la producción de la ópera La villanella rapita, de Francesco Bianchi (1752-1810), realizada en Viena en 1785. Debido a esto, la sinfonía fue conocida como obertura durante un largo tiempo y, de hecho, algunos catálogos contemporáneos todavía la designan como tal. Originalmente, Mozart concibió la partitura de la Sinfonía No. 32 sin trompetas ni timbales, instrumentos que añadió más tarde al manuscrito, precisamente para la puesta en escena de la ópera de Bianchi. La musicología aplicada a esta sinfonía indica que la adición de las trompetas fue realizada por Mozart entre 1782 y 1783, y que la parte de los timbales en el manuscrito autógrafo de la obra fue anotada por una mano distinta a la del compositor.

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