Toussaint, Eugenio - Popol Vuh

Eugenio Toussaint (1954-2011)

Popol Vuh

Allá por el lejano año de 1973, antes de decidirse a dedicar por completo sus talentos (que son muchos) a la música, Eugenio Toussaint estudiaba la carrera de comunicación. En la universidad se hizo amigo de un yucateco aventurero, auténtico hombre de mar y selva que ese año lo llevó a conocer Yucatán y, de paso, a descubrir las innumerables maravillas del mundo maya-quiché. Como persona sensible que fue, Toussaint desarrolló una poderosa y duradera pasión por la cultura maya, y siempre fue un fiel enamorado de pirámides, caracoles, observatorios, estelas, Chac-Mooles, cenotes y todo aquello que hoy recuerda la grandeza de la civilización maya-quiché. Desde entonces, el compositor ha aprovechado varias ocasiones para hacer evidente su fascinación por lo visto. Oído e intuido en aquella, su primera visita a Yucatán. No fue casualidad que en 1976, al fundar un grupo de jazz que ha dejado honda huella en nuestro panorama sonoro, le pusiera por nombre Sacbé, palabra maya que en buen castellano quiere decir Camino blanco.

Años después, en 1980, Toussaint era beneficiario de una de las becas que por esa época otorgaba el FONAPAS (Fondo Nacional Para Actividades Sociales), y ya desde entonces tenía en mente escribir una obra inspirada en las imágenes del Popol Vuh, libro fundamental de la mitología maya-quiché. Pasaron los años, y al principio de la década de los 1990s Toussaint se relacionó profesionalmente con la Sociedad Filarmónica de Conciertos, cuya orquesta sinfónica le ofrecía la oportunidad de componer y estrenar obras orquestales. Así, en una ocasión en que las circunstancias no permitieron que se interpretara su Concierto para violoncello, Toussaint abordó la creación del poema sinfónico Popol Vuh, para lo cual realizó varias relecturas de ese fascinante y divertido libro mitológico.

Texto fundamental del mundo prehispánico, el Popol Vuhofrece una riqueza y una fuerza expresiva que no tienen comparación en las culturas de Mesoamérica. En él se mezclan con asombrosa ductilidad el mundo mágico de los dioses y el mundo tangible de los hombres, en un marco narrativo de claro cimiento antropomorfo, que es uno de sus principales atractivos. En su primera parte, el Popol Vuh habla de la creación y el origen del hombre, fallidamente fabricado por los dioses Tepeu y Gucumatz en varios materiales de dudosa calidad, hasta que descubren que el maíz es la sustancia ideal para darnos vida. La segunda parte del libro es la sabrosa narración de las aventuras de Hunahpú e Ixbalanqué, jóvenes semidioses cuyos ires y venires son el pretexto ideal para la conformación de interesantes moralejas y principios éticos. La tercera parte del Popol Vuh es una descripción del origen de los pueblos quichés, sus migraciones, sus fundaciones, sus guerras, su vida hasta poco antes de la llegada de los conquistadores.

Al abordar el Popol Vuh como punto de arranque de su obra, Eugenio Toussaint no construyó una pieza estrictamente programática; más bien, se refirió en forma general a ciertas imágenes y a ciertos conceptos importantes del texto: la creación del mundo, la fallida fabricación del hombre y su eventual surgimiento, las contiendas entre el bien y el mal, la consolidación de la cultura quiché, su identidad, su espíritu de raza. Y del mismo modo como Tepeu y Gucumatz buscaron y encontraron los materiales adecuados para crear al mundo y al hombre, Eugenio Toussaint buscó y encontró la materia orquestal ideal para su Popol Vuh sinfónico: una concepción sonora emparentada a partes iguales con el poema sinfónico y el concierto para orquesta. A partir del conocimiento específico de la Orquesta Sinfónica de la Sociedad Filarmónica de Conciertos, el compositor creó una partitura con retos y propuestas especiales para ese conjunto y para sus atrilistas. En el marco del concepto de un concierto para orquesta, destacan en Popol Vuh las continuas intervenciones solistas de instrumentos individuales y secciones de la orquesta; surgen así en este ámbito los solos de timbales, arpa, violín y trombones. La materia sonora (el maíz musical, pues) con la que Toussaint ha moldeado su Popol Vuh tiene una raíz claramente tonal en la que los intervalos de tercera menor y cuarta aumentada ocupan un lugar importante. Además, al rehuir por principio el abuso de las escalas pentáfonas tradicionalmente asociadas con las músicas de inspiración prehispánica, Toussaint ha empleado en cambio otras escalas surgidas de diversas líneas de pensamiento sonoro, incluyendo algunas que fueron típicas de la producción de Igor Stravinski. Hay también en la obra algunos ritmos que pudieran ser identificados como mexicanos, así como algún acercamiento a la música de Carlos Chávez (1899-1978) y, claro, ciertos elementos del mundo sonoro del jazz, que nunca estuvo lejos del oído de Eugenio Toussaint. En suma, Popol Vuh es una obra concebida para ser tocada sin demasiada dificultad y, simultáneamente, para ser escuchada sin grandes conflictos. Popol Vuh fue estrenada el 24 de abril de 1991 en la Sala Nezahualcóyotl, por la Orquesta Sinfónica de la Sociedad Filarmónica de Conciertos bajo la dirección de Eduardo Álvarez. Desde entonces, Popol Vuh se ha convertido en una de las obras más populares de Eugenio Toussaint, no solamente con el público sino también con los directores que la han programado varias veces, tanto en México como en el extranjero. Ello quiere decir que, a diferencia de Tepeu y Gucumatz, Toussaint acertó a la primera.

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