Gamboa, Eduardo - Jarabe

Eduardo Gamboa (1960)

Jarabe

Con más frecuencia que la estrictamente justificada, los mexicanos solemos alardear de ser grandes conocedores de nuestra música popular. Lo cierto, sin embargo, es que la invasión inexorable de mala música comercial (tanto local como extranjera) ha embotado nuestro entendimiento y ensordecido nuestros oídos ante las manifestaciones tradicionales de la cultura musical de México. Una prueba posible, entre muchas: quizá creemos saberlo todo respecto al jarabe, faltaba más, que es “una música muy nuestra”, pero estoy seguro de que el 99% del público melómano sería incapaz de mencionar otra cosa que no fuera el Jarabe Tapatío, o murmurar algo incomprensible sobre esa medicina espesa y azucarada que quita la tos.

Para curarme un poco en salud (sin necesidad de ingerir jarabe alguno) de mi propio desconocimiento de los asuntos relativos al jarabe, echo mano, una vez más, del siempre divertido Diccionario Técnico de la Música, publicado en Barcelona en 1894 por Felipe Pedrell. Lo primero que llama la atención es que esta rústica enciclopedia de la música no contiene una entrada específica para el término jarabe, sino que aborda directamente algo llamado Jarabe gatuno, al tenor de la siguiente definición, cuya ortografía y demás atributos respeto cabalmente:

Jarabe gatuno. Una clase de baile así denominado en México en los primeros años de este siglo y que según parece debía ser algo más libre que el moderno Can Can. Se dice que proviene de nuestro zapateado. En la Sala de varios de la Bib. Nacional figura un bando impreso en un pliego de papel del sello 4º para los años 1802 y 1803 prohibiendo el pernicioso y deshonesto baile nombrado Jarabe gatuno. Firma el bando D. Félix Berenguer de Marquina, virrey de Nueva España, etc. Dado en México a 15 Diciembre 1802. Dice el virrey: “que en el mes de octubre último llegó a su noticia, con mucho sentimiento de su corazón, que en esta Capital (México) y otros lugares del reino se iba introduciendo un bayle nombrado Jarabe gatuno que por sus deshonestos movimientos, acciones y canto, causaba rubor y desagrado aún á las personas de menos delicada conciencia”.

Y yo, en mi propia delicada conciencia, me pregunto por qué Don Felipe no aclara qué tienen (o tenían) que ver los gatos con el jarabe. De lo que estoy plenamente seguro es de que el Jarabe de Eduardo Gamboa nada tiene de deshonesto, pernicioso ni desagradable. Por el contrario, es una pieza muy sabrosa y perfectamente saludable para el espíritu. Sobre este Jarabe, en su versión sinfónica, su autor hace estos comentarios:

Escrita originalmente para flauta, violín, viola y violoncello, Jarabe constituye el cuarto y último movimiento del divertimento* Transparencias*, que compuse en 1997 para el flautista brasileño Tadeu Coelho, en el marco de un proyecto auspiciado por el Fideicomiso para la Cultura México/Estados Unidos. En 1999 Gonzalo Romeu orquestó la pieza y dirigió su estreno con la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, en esa ciudad. La obra recrea gestos propios de la música popular de Jalisco y de la Huasteca, estructurados en una especie de suite de danzas; de ahí su título.*

La versión original de Transparencias (formada por cuatro partes: Torito, Arrullo, ¡Rompe! y Jarabe) fue estrenada en el Teatro Calderón de Zacatecas el 29 de junio de 1997 durante el Quinto Coloquio Musical de Zacatecas. Poco después, la obra fue grabada en CD, por los mismos intérpretes que la estrenaron, encabezados por Tadeu Coelho en la flauta. Fue para ese CD que escribí una nota sobre la obra, cuya última parte dice así:

El Jarabe con el que concluye Transparencias está basado en un esquema rítmico en el que se alternan los compases de 6/8 y ¾. Aquí, el compositor ha propuesto una escritura muy cantabile para la flauta, tanto que el oyente se ve remitido con frecuencia a las fuentes populares originales de este estilizado Jarabe.

El Jarabe de Gamboa ostenta, además, el privilegio de haber sido la primera obra interpretada, en su concierto inaugural (octubre, 2001) por la entonces recién fundada Orquesta Sinaloa de las Artes, bajo la batuta de Gordon Campbell. Más tarde, el propio Campbell dirigió el Jarabe ante la Orquesta Filarmónica de Montevideo en noviembre del 2003, en un concierto dedicado íntegramente a la música de Eduardo Gamboa, en la capital uruguaya. La primera audición del Jarabe en la Ciudad de México estuvo a cargo de Enrique Diemecke y la Orquesta Sinfónica Nacional, en Bellas Artes, en mayo de 2002.

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