Sibelius: 5a Sinfonía

Esta página documenta un concierto pasado.

Ilustración sobre el concierto

CONCIERTO EN EL CONSERVATORIO NACIONAL, 18 hrs.

Jean Sibelius
El cisne de Tuonela (9')

François Daudin Clavaud
Noche oscura, salmodia para tres flautas y orquesta* (20')

Primera parte
Por la secreta escala disfrazada
Más cierto que la luz del mediodía

Segunda parte
Oh noche, que guiaste

Tercera parte
Allí quedó dormido y yo le regalaba
Cesó todo, y dejéme

INTERMEDIO
 
Jean Sibelius
Sinfonía No. 5 en mi bemol mayor, Op. 82 (32')
Tempo molto moderato-Largamente
Allegro moderato
Andante mosso, quasi allegretto
Allegro molto

*Estreno mundial

José Areán, Director Artístico
Trío d'Argent, flautas

José Areán
Director(a)
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Trío D'Argent

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por Juan Arturo Brennan
 

Jean Sibelius

El cisne de Tuonela (9')

Como en el caso de los otros tres poemas sinfónicos que forman el ciclo Cuatro leyendas del Kalevala, Jean Sibelius cuenta en El cisne de Tuonela una de las muchas historias contenidas en el libro fundamental la épica nacional finlandesa, el Kalevala. En este caso particular, la fuente textual del poema sinfónico se halla en el Runo 14 del Kalevala, y la historia que allí se narra tiene interesantes paralelos con las mitologías de otros tiempos, otras culturas y otras latitudes. En especial, resulta más o menos fácil hallar la analogía entre la anécdota del Runo 14 y la añeja leyenda de los doce trabajos de Hércules.

Como en los otros tres poemas sinfónicos (a veces llamados Las leyendas de Lemminkäinen), el héroe de El cisne de Tuonela es el aguerrido, temerario y seductor Lemminkäinen, uno de los personajes principales del Kalevala. En una de sus aventuras, Lemminkäinen se empeña en ganar la mano de la hija de Louhi, dama y señora de Pohjola, la oscura región del norte. Esto representa uno de los giros narrativos más interesantes del Kalevala, ya que esta gran épica del pueblo finlandés se plantea fundamentalmente como una lucha interminable entre Kalevala, la tierra de héroes, y Pohjola, que es la representación del enemigo a vencer. Así, no deja de ser fascinante el que Lemminkäinen enfoque sus deseos amorosos precisamente en la hija de la malvada señora de Pohjola, su principal enemiga. De nuevo, se antoja indispensable hacer memoria y recordar en cuántas historias y leyendas de diversas culturas se da el caso de la pasión amorosa entre enemigos; sin ir más lejos, la historia de la ópera está llena de casos así. Sucede, pues, que Lemminkäinen debe cumplir tres tareas para hacerse acreedor a la mano de la hija de Louhi. Estas tres tareas consisten en lazar un alce, domar un potro salvaje, y matar al cisne de Tuonela con una sola flecha. Tuonela, uno de los lugares más importantes en la simbología del Kalevala, es la tierra de los muertos, el infierno de la mitología finlandesa. Tuonela está rodeada de un río de rápidas corrientes y agua negra. Sobre el río, flota majestuoso el cisne de Tuonela, cantando misteriosas e hipnóticas melodías. En su afanosa búsqueda de los favores de la doncella de Pohjola, Lemminkäinen cumple las dos primeras tareas que le han sido encomendadas, y se presenta a pedir en matrimonio a la hija de Louhi. Esto es lo que dice al respecto el Runo 14 del Kalevala:

La dama Louhi sólo le respondió:
“Te daré a mi hija
Para que sea tu prometida
Cuando mates al hermoso pájaro
Al cisne de Tuonela que nada en el negro río
Cerca del sagrado remolino, con un solo tiro
Usando una sola flecha.”
Entonces el aventurero Lemminkäinen
El guapo e inteligente
Fue donde cantaba el cisne
Buscando al ave de largo cuello
Por las oscuras profundidades
Por las cavernas de los muertos.
Con el arco sobre el hombro
Y su morral a la espalda
Se fue hacia el negro río de la muerte
Donde rugía el sagrado remolino
A paso rápido, con veloz cadencia.

En este punto de la narración la tarea de Lemminkäinen se complica. Un pastor ciego que habita las regiones de Tuonela lo oye llegar a sus dominios. El pastor saca del río una vara de cicuta de agua y con ella hace una flecha que le sirve para atravesar a Lemminkäinen. Así, antes de cumplir la tarea de matar al cisne de Tuonela, el enamorado aventurero muere envenenado por la flecha del pastor ciego. Después, el pastor descuartiza el cadáver de Lemminkäinen y lo tira por el remolino del río. Así lo describe el Kalevala:

Entonces el sangriento hijo de Tuoni
Tajó el cuerpo con su sable
Lo cortó con su cuchilla
En cinco trozos lo cortó
En ocho trozos lo partió
Y los arrojó al río de Tuoni
A las profundas aguas de Manala.
“Quédate ahí hasta el fin del tiempo
Con tu arco y tus flechas
Matando cisnes en el río de Tuoni
Matando aves en sus riberas.”
Este fue el fin de Lemminkäinen
La muerte del valiente amante
En el lodoso río de la muerte
En las cavernas de los muertos.

Lo que resulta especialmente atractivo del poema sinfónico que se refiere a estos violentos hechos es que Sibelius optó no por describir la búsqueda de Lemminkäinen, ni su encuentro con el pastor, ni su muerte y descuartizamiento, sino por pintar un austero cuadro sonoro en el que simplemente describe las aguas de Tuonela (una mágica textura a cargo de las cuerdas) y al majestuoso cisne que se desplaza sobre sus aguas cantando elusivas melodías que el compositor asigna al corno inglés. Con estos dos elementos, cuerdas y corno inglés, Sibelius logra una de sus partituras más hermosas, llena de riquezas armónicas y melódicas, y con una enorme capacidad de evocación. Para la composición de El cisne de Tuonela (Tuonelan joutsen, como dicen los finlandeses en su bello y misterioso idioma) Sibelius utilizó básicamente los materiales que años atrás había concebido como preludio para la ópera La construcción del barco, que nunca llevó a cabo. El poema sinfónico fue compuesto en 1893 y estrenado, con los otros tres del ciclo, el 13 de abril de 1896. En el siguiente poema sinfónico de la serie, Lemminkäinen en Tuonela, Sibelius narra musicalmente la muerte y la resurrección del temerario héroe. Porque han de saber ustedes que, gracias a las artes mágicas de su madre, los trozos dispersos de Lemminkäinen fueron reunidos y...

François Daudin Clavaud

Noche oscura, salmodia para tres flautas y orquesta* (20')

Primera parte
Por la secreta escala disfrazada
Más cierto que la luz del mediodía

Segunda parte
Oh noche, que guiaste

Tercera parte
Allí quedó dormido y yo le regalaba
Cesó todo, y dejéme

Año de 1984. En el seno de la Escuela Normal de Música de París, tres jóvenes flautistas deciden unir su talento, su trabajo y sus ganas de hacer música, y conforman un ensamble singular: Trio d’Argent, el Trío de Plata, grupo que hasta la fecha se mantiene con su formación original y que desde sus inicios se posicionó como el más importante conjunto de su tipo en el mundo. Asesorado desde su concepción por enormes representantes de la gran escuela francesa de flauta (Jean-Pierre Rampal y Alain Marion), el Trio d’Argent inicia su carrera internacional a partir de 1989, y desde entonces ha dejado su luminosa huella musical a lo largo y a lo ancho del mundo musical, ofreciendo más de 1,500 conciertos a lo largo de tres décadas de labor ininterrumpida. A su participación constante en toda clase de eventos y festivales por todo el mundo, el Trio d’Argent añade un importante trabajo interdisciplinario, y cuenta con una interesante discografía que abarca desde Joseph Haydn hasta François Daudin Clavaud. Si este último nombre no le suena conocido, lector, le informo que se trata de uno de los miembros fundadores (junto con Michel Boizot y Xavier Saint-Bonnet) del Trio d’Argent. En efecto, a sus labores como intérprete François Daudin Clavaud ha añadido un compromiso importante con la composición.

Originario de Lille, Daudin Clavaud el compositor ha permitido que diversas influencias sonoras y culturales de todo el mundo habiten sus composiciones. A partir del inicio de la década de los 1990s, su trabajo creativo se involucra crecientemente con la palabra y el texto. Y si bien un buen número de sus composiciones tiene como protagonista a la(s) flauta(s), Daudin Clavaud también ha compuesto obras para otros medios, incluyendo diversos ensambles de cámara, piezas para la escena, un oratorio y algunas obras para lo que allá en Francia se llama orchestre d’harmonie y que nosotros podríamos llamar banda de alientos. Entre sus proyectos recientes más atractivos se encuentra la creación, en colaboración con Leon Milo, de un sistema de improvisación asistida por computadora. Por otra parte, Daudin Clavaud ha establecido una particular conexión con México, a través de varias presentaciones del Trio d’Argent en nuestro país, y a través también de la realización de arreglos de música mexicana (La Sandunga, Dios nunca muere) para los tres flautistas franceses.

Con motivo de la primera audición de su obra Noche oscura para tres flautas y orquesta, François Daudin Clavaud envía estas líneas a manera de nota de programa (o note d’intention, como lo indica él mismo en su envío):

En cuanto que la literatura evoca la « noche oscura », y  es a la noche de San Juan de la Cruz a la que se refiere en primer lugar, la « noche oscura » puede designar igualmente el momento ético del encuentro con un « otro » que puede ser sagrado o no. El encuentro o la unión es, según San Juan de la Cruz, primeramente una pérdida, la pérdida del sentimiento de una persona, la pérdida de mí. Y en este vacío del alma hay lugar para la recepción de la gracia. Noche oscura para tres flautas y orquesta está inspirada en el poema La noche oscura de San Juan de la Cruz. A lo largo de toda la obra, compuesta por tres partes, las flautas salmodian un canto en el que la melodía se apoya palabra por palabra en las ocho estrofas del poema para revelar lo indecible. En estos pasajes, las flautas son liberadas de toda proeza virtuosística y tratan de igualar la intensidad de una voz cantada a través de la fonación, una voz trascendente que tiende hacia la experiencia de la « noche oscura ». Entre las estrofas así escandidas se insertan pasajes más concertantes en los que las flautas y la orquesta utilizan la microtonalidad para dar la impresión de una nuba imaginaria, vestigio de una presencia árabe en la península ibérica hasta el siglo XV, apenas un centenar de años antes de la redacción de La noche oscura en Toledo.

Noche oscura recibe su estreno absoluto el 14 de marzo de 2015, con el Trio d’Argent y la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, dirigida por José Areán.

LA NOCHE OSCURA

San Juan de la Cruz
En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
(¡oh dichosa ventura!)
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.                    
 
A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
(¡oh dichosa ventura!)
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.                    
 
En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz ni guía                              
sino la que en el corazón ardía.                
 
Aquésta me guïaba
más cierta que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.      
 
¡Oh noche que me guiaste!,
¡oh noche amable más que el alborada!,
¡oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada!                  
 
En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.              
 
El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.                  
 
Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el amado,
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.                    

Jean Sibelius (1865-1957)

Jean Sibelius
Sinfonía No. 5 en mi bemol mayor, Op. 82 (32')
Tempo molto moderato-Largamente
Allegro moderato
Andante mosso, quasi allegretto
Allegro molto

Cuando se escriba la historia definitiva (si tal cosa es posible) de la música de nuestro tiempo, alguien preguntará retóricamente: ¿quién fue el gran sinfonista del siglo XX? Y esta hipotética pregunta tendrá solamente dos respuestas posibles: Dmitri Shostakovich (1906-1975) o Jean Sibelius. Entre las obras que pudieran inclinar la balanza en favor del finlandés Sibelius estaría, claramente, su Quinta sinfonía.

Como muchas otras sinfonías famosas, la Quinta sinfonía de Sibelius nació bajo la sombra de un período tormentoso. La Primera Guerra Mundial corría su apocalíptico curso cuando, en 1915, Sibelius escribió en su diario:

Estoy de nuevo en un barranco profundo. Pero alcanzo a ver en la penumbra la montaña que con seguridad venceré. Dios abre su puerta por un momento, y su orquesta toca mi Quinta sinfonía.

 

Esta particular visión de Sibelius sobre esta obra está matizada por el hecho de que es una pieza que sufrió varias modificaciones, y de la que han existido tres versiones distintas. La primera de estas versiones fue terminada por Sibelius en 1915 y se estrenó bajo su dirección en diciembre de ese mismo año, en Helsinki, en un concierto con el que el compositor celebró su quincuagésimo aniversario. La segunda versión de la Quinta sinfonía, que data de 1916, se estrenó casi inmediatamente después de ser terminada, pero aún entonces, Sibelius no estaba del todo satisfecho con la obra. En la primavera de 1918, el compositor anotó lo siguiente:

Trabajo a diario en mi Quinta sinfonía, dándole nueva forma, componiéndola casi de nuevo. El primer movimiento se parece al antiguo, y el tercero es parecido al final del antiguo primer movimiento. El cuarto movimiento tiene los viejos temas, pero son más fuertes en esta revisión. Toda la sinfonía es, si me permito decirlo, un clímax vital hasta el fin. Triunfal.

Y en efecto, esa es la impresión que causa la audición de esta obra, desde su primer tema, que es como una triste fanfarria para corno, hasta el majestuoso final del último movimiento, que es uno de los momentos más nobles y poderosos de toda la producción de Sibelius. En ese final, el compositor finlandés retoma el tema que los cornos han establecido al inicio del movimiento, un tema que asciende y desciende como el imponente oleaje de un mar nórdico. Con este tema Sibelius va construyendo un clímax solemne y triunfal en el que es posible hallar algunas disonancias. En el momento culminante, la música se detiene inesperadamente... y Sibelius concluye entonces su Quinta sinfonía con seis poderosos acordes, separados por vibrantes, tensos, potentes momentos de silencio. (¡Cuántas ejecuciones de la Quinta de Sibelius han sido arruinadas por la irrupción de los nefastos aplausos del público incontinente en esos compases de silencio!)

La tercera y última de las versiones de la Quinta sinfonía de Jean Sibelius quedó lista en 1919 y se estrenó el 24 de noviembre de ese año. Un par de años después Sibelius habría de lograr uno más de sus éxitos al dirigir la obra en Londres, con la Orquesta del Queen’s Hall. Para comprender el sitio que esta sinfonía ocupa en el contexto musical de las primeras décadas del siglo XX, conviene un acercamiento a este texto escrito por John N. Burk en una nota de programa de la Orquesta Sinfónica de Boston:
 

A un mundo acostumbrado a los colores lujosos, a la orquestación inflada, al cromatismo extremo, Sibelius ha ofrecido una sinfonía de tema elemental, moderada, casi tradicional en su forma, austera en su instrumentación. Los temas son tan simples que al ser escuchados parecen indefinidos; la sucesión de movimientos no rompe con el pasado. Sin embargo, cualquier asomo de atraso o de severidad académica es arrastrado por la música misma. No hay duda de que Sibelius se propuso los medios ideales para la materia de su sinfonía, y al utilizarlos con gran efectividad creó una estructura sonora de una fuerza, variedad y grandeza que ningún enfoque más lujoso pudo haber mejorado.
 
Para concluir, es posible mencionar que en un interesante análisis formal de la Quinta sinfonía de Sibelius, el musicólogo Harold Truscott afirma que en esta obra el compositor finlandés mantiene sus ligas con el pasado musical a través de ciertas reminiscencias estilísticas y formales de Mozart y de Schubert. Al margen de esta observación de Truscott, es claro que esta sinfonía pertenece, definitivamente, a la música del siglo XX. Y a su mejor música, sin duda alguna.

COLOFÓN. Durante un viaje a Finlandia realizado en el verano de 1996 descubrí que, tal y como hace unos años ocurrió con la versión original del Concierto para violín de Sibelius, sus herederos han permitido que se realice la grabación de la versión original de la Quinta sinfonía. Compararla con la versión final es un ejercicio fascinante, y una buena oportunidad de conocer los mecanismos creativos de este gran compositor. Tan interesantes son, entre una versión y otra, las semejanzas como las diferencias.

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