Glinka, Mihael - Obertura Ruslan y Ludmilla

Mihael Glinka (1804-1857)

Obertura Ruslan y Ludmilla

Si bien muchos otros compositores rusos (o ex-soviéticos) han alcanzado mayor fama y prestigio en el mundo actual, lo cierto es que Mikhail Ivanovich Glinka fue el primero en ser conocido y reconocido fuera de las fronteras de su patria, siendo además el fundador de la escuela nacionalista en la música de Rusia. Cuando niño Glinka tuvo, entre otras cosas, un tío que se podía dar el lujo de tener una orquesta privada. Gracias a ello, su interés por la música se despertó muy temprano y fue canalizado con estudios formales en San Petersburgo. Además, Glinka estudió piano con John Field y Charles Mayer. Como en el caso de muchos otros compositores, Glinka debió dedicar más tiempo del que hubiera querido a una labor que no le interesaba: fue burócrata en el Ministerio de Comunicaciones, empleo que ciertamente no le permitió hacer carrera política, pero que en sus ratos libres le permitió componer canciones y pequeñas obras de música de cámara. Glinka tuvo más tarde la oportunidad de pasar tres años en Italia, lo que le hizo caer bajo la influencia de Vincenzo Bellini (1801-1835) y Gaetano Donizetti (1797-1848). Sin embargo, al poco tiempo a Glinka se le pasó la afición por lo italiano y se decidió a componer música auténticamente rusa. De regreso en su patria, compuso su primera obra notable, la ópera titulada Una vida por el zar, conocida también con el título Iván Susanin. Inquieto e inconstante, Glinka recorrió España, Francia, Alemania y Polonia durante varios años, regresando esporádicamente a Rusia; en esos viajes estudió y asimiló todo lo que pudo de la música europea de su tiempo. El 16 de marzo de 1845 Glinka fue protagonista de un hecho histórico-musical de singular importancia: algunos fragmentos de sus óperas fueron interpretados en París bajo la dirección de Héctor Berlioz, siendo ésta la primera vez que se escuchaba música rusa de concierto en Europa Occidental. En ese concierto, el público parisino pudo escuchar algunas partes de Iván Susanin y de la segunda ópera de Glinka, Ruslán y Ludmila.

Para la creación de esta ópera, Glinka abordó un poema de Alexander Pushkin, sobre el que construyó un libreto en cinco actos con la colaboración de Valerian Shirkov. El plan original contemplaba que Pushkin revisara el libreto de la ópera, pero Glinka y Shirkov tardaron tanto en la adaptación que Pushkin murió antes de que el texto estuviera listo. Finalmente, la ópera se estrenó en el Teatro Imperial de San Petersburgo el 9 de diciembre de 1842.

La trama del libreto nos dice que la doncella Ludmila desaparece de una fiesta en la que están presentes tres de sus pretendientes, incluyendo a Ruslán. Pronto se descubre que la joven ha sido raptada por el enano Chernomor, y la tarea de Ruslán será la de rescatar a su enamorada. Para ello deberá enfrentar toda clase de fuerzas fantásticas y personajes de cuento de hadas, así como a los otros pretendientes de Ludmila. Como es de esperarse, Ruslán triunfa, derrotando a Chernomor al cortarle la barba.

Al componer Ruslán y Ludmila, Glinka no se apartó por completo de las convenciones de la música del occidente de Europa, especialmente las italianas, pero al mismo tiempo supo imprimir a su ópera un sabor ruso inconfundible, sazonado con referencias musicales armenias, turcas, árabes y finlandesas. El colorido obtenido así por Glinka es sin duda una de las virtudes principales de Ruslán y Ludmila, aunque en un principio este exotismo de corte oriental escandalizó al público y a la nobleza de Rusia. Ello no impidió, sin embargo, que la ópera fuera apreciada como un producto auténticamente nacional, y poco a poco fue ganando en popularidad, de modo que entre 1842 y 1846 Ruslán y Ludmila fue representada 56 veces en Rusia. Si esta interesante ópera de Glinka tiene indudables méritos propios, también es importante por la influencia que ejerció sobre compositores de generaciones posteriores a la de Glinka. En efecto, en la partitura de Ruslán y Ludmila es posible hallar elementos que más tarde serían básicos en la expresión musical de Alexander Borodin (1833-1887), Modesto Mussorgski (1839-1881) y Nikolai Rimski-Korsakov (1844-1908). Si el trabajo del Grupo de los Cinco fue la cúpula del edificio del nacionalismo musical ruso, puede afirmarse sin duda que los cimientos fueron puestos por Mikhail Ivanovich Glinka.

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