Hye-Myung Kang

Esta página documenta un concierto pasado.

Ilustración sobre el concierto

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Ottorino Respighi
Los pinos de Roma
Los pinos de la Villa Borghese
Pinos cerca de una catacumba
Los pinos del Gianicolo
Los pinos de la Vía Appia

INTERMEDIO

Vincenzo Bellini
Obertura y aria Casta diva de la ópera Norma

Pietro Mascagni  (1863-1945)
Intermezzo de la ópera Cavalleria rusticana

Giacomo Puccini (1858-1924)
Aria Un bel di vedremo, de la ópera Madama Butterfly

Giuseppe Verdi  (1813-1901)
Obertura y aria Ah, fors’è lui de la ópera La Traviata

José Areán, director artístico
Hye Myung Kang, soprano

José Areán
Director(a)
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Hye-Myung Kang
Soprano
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Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México. UN MOMENTO EN EL ENSAYO - Hye-Myung Kang

por Juan Arturo Brennan
 

Ottorino Respighi (1879-1936)

Los pinos de Roma
Los pinos de la Villa Borghese
Pinos cerca de una catacumba
Los pinos del Gianicolo
Los pinos de la Vía Appia

Como en la mayoría de las ciudades italianas de importancia, las principales atracciones para quien visita Roma se hallan concentradas, con raras excepciones, en la zona central de la ciudad. En un mapa turístico de los que se consiguen en cualquier aeropuerto, terminal de trenes o puesto de periódicos de la capital italiana, es relativamente fácil hallar los cuatro puntos de la traza urbana de Roma que inspiraron a Ottorino Respighi la más famosa de sus composiciones.

En la parte norte de ese hipotético mapa usted podrá ver, detrás de la Plaza de España y detrás de la Plaza del Pueblo, la enorme mancha verde de la Villa Borghese. Es el parque más importante de Roma y en su interior se hallan algunos museos muy interesantes que, como muchas otras cosas en Roma, están en permanente proceso de conservación y restauración. Villa Borghese es para los romanos lo que Chapultepec es para los mexicanos de la capital.

En la esquina inferior derecha de nuestro mapa romano (es decir, al sureste de la ciudad) encontramos la Vía Appia Antigua. Esta es una de las más antiguas vías de comunicación de Europa y fue trazada alrededor de 300 años antes de nuestra era para comunicar a Roma con sus posesiones en el sur. Hoy en día todavía quedan algunos restos de su empedrado original debajo del moderno asfalto. Por donde hoy transitan legiones de turistas en sus autobuses con aire acondicionado, hace siglos transitaban las legiones romanas a su regreso de las guerras de conquista. A los lados de la Vía Appia todavía pueden verse numerosos restos de los monumentos dedicados a los patricios romanos y a los héroes de las legiones guerreras.

Y si bien es posible encontrar catacumbas en diversos puntos de Roma y sus alrededores, las más visitadas son las que quedan, precisamente, por la Vía Appia. Especialmente notables son las catacumbas de San Calixto, consideradas como las primeras tumbas oficiales de los primeros tiempos de la cristiandad. Por ahí cerca pueden visitarse también las catacumbas de San Sebastián y las de Domitila.

Finalmente, si utilizamos el mapa para ir hacia la parte occidental de la Roma turística, nos encontraremos con la Ciudad del Vaticano, y ligeramente al sur de ella, una de las famosas siete colinas de Roma: el Gianicolo. Desde la ribera del Tíber hasta la cima de la colina la caminata es ardua y pesada, pero vale la pena porque desde el Gianicolo pueden apreciarse algunas soberbias vistas de la capital italiana.

Estos son, pues, los cuatro sitios que Respighi describe en su partitura con singular efectividad y un gran instinto para el color orquestal. Cada una de las cuatro secciones de este divertido poema sinfónico ofrece algún atractivo sonoro particular. En Los pinos de la Villa Borghese podemos escuchar el bullicio infantil y la imitación que los niños hacen de una marcha militar. En la sección dedicada a las antiguas catacumbas, Respighi nos ofrece una buena muestra de su conocimiento del canto gregoriano y otras manifestaciones musicales afines. Especialmente interesante y evocativo es el solo de trompeta fuera de la escena, de corte claramente modal y basado en una antigua melodía de canto gregoriano, que le da a esta sección un aura misteriosa y lejana que resulta muy sugestiva. La visita musical que Respighi propone al Gianicolo ocurre de noche; de ahí la enrarecida atmósfera sonora que nos ofrece el compositor. De entre los pinos perfilados por la luz de la luna surge el canto de un ruiseñor. Originalmente, Respighi intentó describir a este ruiseñor con medios estrictamente musicales; pensó en una soprano y en diversas combinaciones instrumentales en las que podían estar incluidos algunos alientos, la celesta, el arpa y el piano. Sin embargo, Respighi no quedó satisfecho con ninguna de estas ideas y eligió un camino muy novedoso: anotó en la partitura que el canto del ruiseñor debía ser reproducido de un disco fonográfico, señalando incluso la marca y el número de serie de la grabación específica. En este sentido, al menos, Respighi fue un auténtico pionero, ya que Los pinos de Roma es la primera obra musical que requiere la intervención de sonidos grabados previamente. El caso es que en cuanto termina de cantar el ruiseñor, desde la lejanía se acerca un insistente ritmo de marcha. Son las legiones romanas que vuelven triunfantes después de anexarse algunos bienes raíces ajenos en beneficio de éste o aquel César. En Los pinos de la Vía Appia Respighi construye un imponente crescendo orquestal en el que se incluye el sonido de las buccine, añejas trompetas romanas que son representadas por losflugelhorns. Esta poderosa sección final de Los pinosde Roma contiene música digna de acompañar cualquier producción del cine de Hollywood dedicada a las hazañas épicas de antaño; pienso, específicamente, en las superproducciones al estilo de Cecil B. De Mille.

Respighi compuso Los pinos de Roma en 1924 y la obra se estrenó en el Augusteo de la capital italiana en la temporada 1924-1925 bajo la dirección de Bernardino Molinari.

Vincenzo Bellini  (1801-1835)

Obertura y aria Casta diva de la ópera Norma

En la región de la Galia, ocupada por los romanos. En un bosque, el sacerdote druida Oroveso oficia una ceremonia en la que los galos expresan su odio por los invasores romanos. El procónsul romano, Pollione, dice a su amigo Flavio que ha abandonado a la sacerdotisa druida Norma, con la que ha tenido dos hijos, por el amor de Adalgisa, otra sacerdotisa. Pollione, inquieto, afirma que ha soñado la venganza de Norma. En un intento por evitar que Pollione, su amado, se ponga en peligro, Norma trata de convencer a los galos de que los dioses no los han llamado a pelear con los romanos, y que Roma caerá víctima de sus propios errores. Norma invoca a la Diosa de la Luna para que traiga la paz. Los galos se van, y aparece Adalgisa para encontrarse con Pollione. Ambos deciden huir juntos. Más tarde, Adalgisa confiesa a Norma que tiene un amante. Norma le perdona haber traicionado su voto de castidad, hasta que se da cuenta de que el amante de Adalgisa es su enamorado, Pollione, el padre de sus hijos. Norma los maldice a los dos y Pollione se va al escuchar la campana del templo que convoca a los galos.

Norma no se atreve a llevar adelante su plan de matar a sus dos hijos. Clotilde, amiga y confidente de Norma, hace llamar a Adalgisa, y Norma decide dejar a sus hijos en manos de ella, a pesar de que es su rival por el amor de Pollione. Adalgisa confiesa a Norma que no quiere ser la esposa de un hombre que ha traicionado a su amiga de esa manera. Adalgisa ofrece hablar con Pollione y pedirle que vuelva con Norma. Las dos sacerdotisas se reconcilian y se manifiestan su amistad. En el bosque, Oroveso aconseja a los galos que no se precipiten a la guerra contra Roma. En el templo de Irminsul, Clotilde le dice a Norma que Adalgisa no ha podido convencer a Pollione de regresar con ella. Norma convoca a los galos y dice que el dios Irminsul ha decretado el exterminio de los romanos. Los galos exigen una víctima para el sacrificio. Entonces, Pollione es apresado en el templo, y llevado ante Norma. En vez de sacrificarlo de inmediato, Norma pide quedarse a solas con Pollione. Rechazada por el procónsul, Norma confiesa públicamente su culpa y es condenada a muerte. Norma entrega sus hijos a Pollione y se dispone a subir a la pira de los sacrificios. Pollione, conmovido por el amor y la lealtad de Norma, decide acompañarla en el sacrificio. Juntos, Norma y Pollione marchan hacia las llamas de la hoguera.

Tal es el argumento de Norma, sin duda la más apreciada de las óperas de Vincenzo Bellini. El libreto de Norma fue elaborado por Felice Romani, quien tomó como fuente una tragedia escrita por Alexandre Soumet y Louis Belmontet, titulada Norma o la infanticida, y que había sido estrenada en abril de 1831 en el Teatro Odeón de París. De inmediato, Bellini supo ver en el desarrollo dramático de la obra el material ideal para una ópera, y en julio de ese mismo año estaba listo para iniciar la composición de Norma, cuyo estreno se había fijado ya para el fin de 1831. Si la tragedia original de Soumet y Belmontet enfatizaba el elemento político y religioso de la historia, Felice Romani le proporcionó a Bellini un libreto en el que se enfatizan los conceptos de amor, infidelidad y sacrificio. La adaptación del original de Soumet y Belmontet hecha por Romani demuestra que en 1831 el mundo de la ópera no estaba preparado para la violencia que más tarde habrían de traer a escena compositores como Giacomo Puccini (1858-1924) y Richard Strauss (1864-1949), a través de un mayor realismo. Donde Romani presentaba a los dos amantes transfigurados, caminando de la mano hacia las llamas purificadoras, los dramaturgos franceses habían descrito a Norma apuñalando a uno de sus hijos, para después arrojarse a la muerte desde un peñasco, con su otro hijo entre los brazos. Norma se estrenó el 26 de diciembre de 1831 en el Teatro de La Scala en Milán, con un reparto en el que figuraron las dos legendarias sopranos Giuditta Pasta y Giulia Grisi.

Pietro Mascagni  (1863-1945)

Intermezzo de la ópera Cavalleria rusticana

La ópera Cavalleria rusticana de Pietro Mascagni fue estrenada en el Teatro Costanzi de Roma el 17 de mayo de 1890 con notable éxito. A pesar de lo que mucha gente piensa, la ópera y su título tienen poco que ver con la caballería. Una traducción más o menos funcional del título de esta ópera sería Caballerosidad rústica, y las posibles confusiones podrían derivar del hecho de que el héroe de esta historia es un joven soldado. El argumento está basado en un cuento del novelista siciliano Giovanni Verga, y el libreto fue escrito por Giovanni Targioni-Tozzetti y Guido Menasci. He aquí una síntesis del argumento.

La acción ocurre en un pequeño pueblo siciliano, la mañana del día de Pascua. Santuzza, que espera un hijo de Turiddu, se angustia al saber que éste la ha dejado por la joven y atractiva Lola, esposa de Alfio, el ganadero del pueblo. Resulta que antes de que Turiddu se fuera a la guerra, Lola era su prometida. Una súplica final de Santuzza a Turiddu para que vuelva con ella resulta infructuosa, así que ella decide contarle a Alfio todo lo que ha pasado. Alfio jura venganza, reta a Turiddu a duelo y lo mata. La ópera está dividida en dos escenas, y el famoso Intermezzo se toca entre una y otra, en un largo momento en que el escenario queda vacío.

Cavalleria rusticana fue el primer y único éxito en la carrera de Mascagni. A pesar de sus obvias carencias, esta ópera llamó mucho la atención y se hizo popular como iniciadora de la corriente del verismo en la ópera italiana, y en este renglón llegó a formar una especie de pareja inseparable con la ópera Payasos (1892) de Ruggiero Leoncavallo (1857-1919). Después de Cavalleria rusticana, Mascagni compuso otras catorce óperas, cada una de las cuales fue un rotundo fracaso. Una de ellas, Las máscaras, se estrenó simultáneamente en siete ciudades en 1901. En cinco de ellas fue recibida con sonoras rechiflas, y en otra se suspendió la función a la mitad de la ópera. Por si fuera poco, la aparición de las primeras óperas maduras de Puccini hizo desaparecer a Mascagni del panorama musical italiano. Fue nombrado director del Conservatorio de Pesaro, pero al poco tiempo perdió el puesto debido a sus frecuentes y prolongadas ausencias. Finalmente, Mascagni trató de dar curso a sus tendencias ideológicas fascistas en la ópera Nerón (1935), con la que intentó vanamente ganar el favor de Benito Mussolini. Lo único que logró, en cambio, fue el rechazo unánime de los músicos italianos valiosos. Totalmente fracasado y desacreditado, Pietro Mascagni murió solo, en un cuarto de hotel, poco después del fin de la Segunda Guerra Mundial.

Giacomo Puccini (1858-1924)

Aria Un bel di vedremo, de la ópera Madama Butterfly

Sobre un drama de David Belasco, el libreto de Madama Butterfly fue elaborado por Luigi Illica y Giuseppe Giacosa, asiduos colaboradores de Giacomo Puccini (1858-1924), autores también de los libretos de Tosca y La bohème. Originalmente, la ópera Madama Butterfly estaba planeada en dos actos, pero finalmente Puccini decidió hacerla en tres. El estreno de Madama Butterfly se llevó a cabo el 17 de febrero de 1904 en el Teatro de La Scala en Milán, bajo la dirección musical de Cleofonte Campanini y con la participación de los cantantes Rosina Storchio, Giovanni Zenatello y Giuseppe De Luca. En su versión original en dos actos, la ópera fue silbada y abucheada por el público de La Scala, no tanto por sus posibles carencias musicales o dramáticas, sino debido a la acción concertada de los enemigos de Puccini. En su divertido libro de anécdotas operísticas, Ethan Mordden describe con todo detalle el fiasco de esa noche, y comenta que lo más probable es que la claque responsable del fracaso inicial de Madama Butterfly haya sido organizada por algunos compositores de menor talla, profundamente envidiosos del trato preferencial que Puccini recibía por parte de los editores Giulio y Tito Ricordi, gracias al cual sus óperas ocupaban (merecidamente, sin duda) el lugar de privilegio en el ámbito de la ópera italiana de su tiempo. En el mismo texto, Mordden también comenta que, por extraño que parezca en este contexto, una de las pocas expresiones de solidaridad recibidas por Puccini la nefasta noche del estreno de su querida Butterfly estuvo a cargo de uno de sus principales competidores, Pietro Mascagni, quien al término de la función se le acercó para decirle: “Tu ópera ha caído, pero se levantará de nuevo.” Semanas después, el 28 de mayo del mismo año, la nueva versión en tres actos fue representada por primera vez en el Teatro Grande de Brescia, de nuevo bajo la dirección de Campanini, y el resultado fue mucho mejor en lo que se refiere a la respuesta del público. Desde entonces, Madama Butterfly es uno de los mayores éxitos taquilleros en la historia de la ópera, y una de las obras más notables en la curiosa vertiente musical del “exotismo oriental” visto y oído a través de la sensibilidad europea. El 10 de julio de 1905, Madama Butterfly fue puesta por primera vez en Londres, en el Covent Garden, con un reparto de mayor altura, encabezado por Enrico Caruso y Emmy Destinn, y de nuevo con la dirección de Cleofonte Campanini.

La efectividad dramática y musical de esta ópera reside no sólo en la natural habilidad de Puccini, sino también en el hecho de que para dar un mayor realismo a este tema oriental el compositor dedicó muchas horas de trabajo a estudiar el timbre de voz de la mujer japonesa, así como algunos aspectos de la vida cotidiana, la religión y la música popular del Japón. Con ello, lo que Puccini logró fue una interesante combinación de su propio estilo, ya maduro, con algunos elementos orientales que adornan con discreción y efectividad esta partitura. El mismo Puccini, en años posteriores al estreno de Madama Butterfly afirmó que, de todas sus óperas, era ésta la que más le gustaba, la que consideraba su mejor trabajo. Decía Puccini: “Butterfly es, sin duda, mi invención más sentida e imaginativa.”  

Giuseppe Verdi  (1813-1901)

Obertura y aria Ah, fors’è lui de la ópera La Traviata

Durante el siglo XIX vivió en Francia una famosa cortesana llamada Marie DuPlessis, que tuvo a sus pies a muchos de los intelectuales y artistas más notables de su tiempo. Entre quienes la conocieron en su salón parisino ocupa un lugar especial el escritor Alejandro Dumas, hijo, quien poco después de conocerla se la llevó a vivir con él y la hizo su amante. Sus respectivos estilos de vida eran incompatibles, y el amorío duró poco. Años después de separarse de Dumas, ella se casó con un caballero inglés. Hacia el final de su vida, aún tuvo energía para un breve romance con el compositor húngaro Franz Liszt (1811-1886), poco antes de morir en París en 1847. Al año siguiente, Alejandro Dumas escribió su novela La dama de las camelias y poco después convirtió el texto en una obra de teatro; sobra decir que en ambas presentaciones, La dama de las camelias es un relato claramente autobiográfico: Marguérite Gautier y Armand Duval no son sino reencarnaciones de Marie DuPlessis y Alejandro Dumas.  Cuando se estrenó la versión teatral de La dama de las camelias, Giuseppe Verdi se encontraba en París; si bien no es del todo seguro que haya visto la obra de Dumas en el teatro, lo cierto es que se sintió atraído por el argumento, del que a la postre saldría el libreto de Francesco María Piave para su famosa ópera La Traviata.

El joven Alfredo Germont cae perdidamente enamorado de la hermosa y voluble cortesana Violetta Valéry. La mujer se sabe enferma, y está consciente de que le queda poco tiempo de vida. Por primera vez, Violetta ha encontrado a un hombre al que puede amar, y decide abandonar la vida frívola y sórdida que ha llevado hasta entonces para irse a vivir al campo con Alfredo. Instalada en su nueva vida y su nueva casa, Violetta es visitada por Giorgio Germont, padre de Alfredo. El viejo le informa a Violetta que el compromiso matrimonial de su hija, hermana de Alfredo, está en peligro debido a los chismes y rumores sobre su reputación de cortesana. Para salvar la situación, Violetta debe abandonar a Alfredo y alejarse de él. Violetta, con enorme dolor, acepta la petición de Giorgio Germont, abandona a Alfredo y regresa con un antiguo protector suyo, el barón Douphol. Más tarde, Alfredo encuentra a Violetta en una fiesta en casa de una amiga de ella, Flora Bervoix. Dolido por el abandono que ha sufrido, y sin saber la razón, insulta a Violetta. Como consecuencia, el barón Douphol lo reta a duelo y su padre lo deshereda. Poco después, Alfredo se entera del sacrificio que ha hecho Violetta, y regresa a ella, sólo para encontrarla moribunda.

Este es el argumento de la ópera tal y como lo narra el libreto de Piave. El estreno de la primera versión de La Traviata, realizado en el Teatro La Fenice de Venecia el 6 de marzo de 1853 fue un fracaso. Después del inesperado (y quizá incomprensible) fracaso inicial del estreno veneciano de esta ópera, Verdi revisó el libreto y la partitura, y la nueva versión de La Traviata se estrenó exitosamente el 6 de mayo de 1854 en el Teatro San Benedetto, también en Venecia. Desde entonces, ha sido una de las óperas favorita de todo el repertorio. Con esta ópera Verdi completó la llamada trilogía popular de sus óperas, que incluye también Rigoletto y  El trovador.

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