HÄNDEL, GEORG FRIEDRICH - Concerto grosso en la mayor, Op. 6 No. 11

Georg Friedrich Händel (1685-1759)

Concerto grosso en la mayor, Op. 6 No. 11

Andante larghetto e staccato
Allegro
Largo e staccato
Andante
Allegro

Pocos casos existen en la historia de la música en los que es posible determinar con alguna certeza la paternidad de una forma musical. ¿Quién compuso la primera sinfonía? ¿Quién escribió la primera cantata? ¿De quién es el primer poema sinfónico? La respuesta a estas preguntas, y a otras similares, suele ser objeto de controversia entre críticos y musicólogos, y sin embargo, existe una forma musical, el concerto grosso, cuya paternidad es atribuida casi unánimemente al compositor italiano Arcangelo Corelli (1653-1713). Si bien es cierto que compositores del siglo XX como Ernest Bloch (1880-1959), Julián Orbón (1925-1991) y Alfred Schnittke (1934-1998) han compuesto concerti grossi, esta forma musical está asociada fundamentalmente con el período barroco, y se le considera como el gran paso previo a la creación del concierto solista tal y como lo conocemos hoy. En su aspecto externo, el concerto grosso es una forma musical auténticamente dialéctica, ya que su construcción supone la contraposición de dos elementos opuestos y bien diferenciados, pero complementarios al fin y al cabo. Por una parte, un pequeño grupo de instrumentos que realizan un trabajo colectivo de solistas, que se denomina concertino, y por la otra, un grupo mayor llamado ripieno, que por lo general está integrado por cuerdas y bajo continuo. En su interior, y al menos en los ejemplos más característicos de la forma, el concerto grosso es una de las muestras más acabadas de la forma fugada en la música barroca. Además de Corelli, muchos otros compositores del barroco abordaron la composición de concerti grossi. Entre ellos, Antonio Vivaldi (1678-1741), el más prolífico compositor de conciertos en la historia de la música; Johann Sebastian Bach (1685-1750) en sus magníficos Conciertos de Brandenburgo; y Georg Friedrich Händel, quien hizo notables contribuciones a este género.

En un ensayo sobre la vida y la obra de Händel, Winton Dean describe con claridad los diversos enfoques empleados por el compositor en su música para orquesta (incluyendo en este análisis los conciertos de Händel con instrumentos solistas) y después de mencionar los Concerti grossi Op. 3, afirma lo siguiente:

Mucho mejores son los 12 Grandes Conciertos para cuerdas Op. 6, que con los Conciertos de Brandenburgo de Bach representan una de las dos cumbres gemelas del concierto barroco.

Händel compuso estos doce conciertos Op. 6 entre septiembre y octubre de 1739. Ese año había comenzado con buenos augurios para el compositor. En enero, el estreno de su oratorio Saúl había sido bien recibido por el público; en los meses siguientes, Händel pudo poner en escena las reposiciones de otras de sus obras importantes como El festín de Alejandro, El triunfo del tiempo e Israel en Egipto, que fueron complementadas con algunos de sus conciertos para órgano. En septiembre de ese año Händel escribió la Oda para el día de Santa Cecilia, sobre un texto de Dryden, y comenzó la composición de los doce conciertos del Op. 6, que fueron concluidos el 30 de octubre. Una revisión del catálogo de Händel en el área de su música orquestal permite descubrir algunas cosas interesantes sobre este grupo de conciertos para cuerdas. En fecha posterior a su creación, Händel añadió partes para dos oboes a los conciertos números 1, 3, 5 y 6 de la serie. El Concierto No. 5, además, es un arreglo basado en la obertura de la Oda para el día de Santa Cecilia. A su vez, el Concierto No. 9 contiene materiales de uno de los conciertos para órgano de Händel, así como de la obertura de su ópera Imeneo. El Concierto No. 11 es también un arreglo de un concierto para órgano compuesto previamente. Así, en el caso de los conciertos Nos. 5, 9 y 11, Händel estaba siguiendo la muy común costumbre barroca de crear obras “nuevas” a partir de música ya existente. Los Conciertos Op. 6 aparecieron publicados el 21 de abril de 1740, y esta fue la última obra de Händel en ser publicada por suscripción. Como era la costumbre de la época, estos conciertos fueron tocados por vez primera como preludios o interludios en la representación de algunos de los oratorios de Händel en la temporada 1739-1740.

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