SCHUBERT, FRANZ - Der Erlkönig (El rey de los alisos), para violín solo y cuerdas

Franz Schubert (1797-1828)

Der Erlkönig (El rey de los alisos), para violín solo y cuerdas

Der Erlkönig, D. 328

(Arreglo de Christoph Ehrenfellner)

La historia registra un diálogo interesante entre dos miembros importantes del grupo de amigos y conocidos de Franz Schubert, Joseph von Spaun y Eduard von Bauernfeld. En 1839, once años después de la muerte del compositor, Spaun se dirigió a Bauernfeld con estas palabras:

A pesar de la gran admiración que he tenido por nuestro querido y llorado Schubert durante todos estos años, aún creo que nunca llegará a ser un Haydn o un Mozart en composiciones instrumentales y sacras, pero en la canción es insuperable.

Antes que nada, un comentario pertinente a estas palabras de Spaun. Estrictamente, el autor de ellas tenía razón: Schubert nunca llegó a ser un Haydn o un Mozart en el terreno de la música instrumental y la música sacra, pero hizo algo aún mejor. Llegó a ser un Schubert maduro, creativo, prolífico, expresivo, tanto que si fuera posible jugar hipotéticamente con las temporalidades, bien podría decirse que, en el terreno de la canción de concierto, el Lied, ni Haydn ni Mozart hubieran llegado a ser un Schubert.

En efecto, los bellos y numerosos Lieder de Franz Schubert forman el centro de gravedad de la gran tradición alemana de la canción de concierto, alrededor del cual gravitan sólidamente las figuras de Robert Schumann (1810-1856), Johannes Brahms (1833-1897), Hugo Wolf (1860-1903), Gustav Mahler (1860-1911) y Richard Strauss (1864-1949). La creación de canciones ocupó a Schubert prácticamente durante toda su carrera; sus primeros intentos en esta forma datan de 1810, y sus últimas canciones fueron escritas apenas un par de semanas antes de su prematura muerte. Además de un gran número de canciones individuales de gran valor poético, musical y expresivo, hay en el catálogo de Schubert algunos ciclos vocales de importancia capital en la historia del género; entre ellos sobresalen Winterreise (‘Viaje de invierno’). Die schöne Müllerin (‘La bella molinera’) y Schwanengesang (‘Canto del cisne’), que en realidad es una recopilación de sus canciones realizada por otras manos.

En 1815, Schubert escribió una de sus canciones más memorables, Der Erlkönig, que en su momento fue considerada como su mejor composición hasta entonces. La canción está basada en un poema de Johann Wolfgang von Goethe. En su título, el poema de Goethe y la canción de Schubert se refieren a un personaje que aparece en varias de las mitologías nórdicas. En algunas de ellas, es un dios que preconiza la muerte, mientras que en otras es representado (como en el poema de Goethe) como una criatura malévola que arrastra a los viajeros a su muerte. El título podría traducirse, con cierta libertad, como El rey de los elfos o El rey de los alisos.

En el mismo año de 1815, Schubert revisó la canción y realizó cuatro versiones de ella, antes de publicar la última y definitiva, a la que asignó el número de Op. 1, en 1821

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