BERNAL JIMÉNEZ, MIGUEL - Angelus

Miguel Bernal Jiménez (1910-1956)

Angelus

Desde el punto de vista de la orientación de su música, Miguel Bernal Jiménez no es un músico difícil de descifrar, ya que en su pensamiento musical pueden distinguirse a simple vista (o a simple oído) dos grandes líneas de conducta: la religiosa y la nacionalista. Y si fuera necesario decidir cuál de las dos predominó en su trabajo como compositor, habría que señalar sin duda la vertiente religiosa, que está marcada en su biografía desde muy temprano. Nacido en Morelia, Bernal Jiménez entró en contacto con la religión y su música cuando aún era niño. Sus primeros maestros fueron Felipe Aguilera Ruiz e Ignacio Mier y Arriaga, y gracias a las recomendaciones de ellos, fue enviado a estudiar al Instituto Pontificio de Música Sagrada en Roma, donde se especializó en órgano, canto gregoriano y composición. A su regreso a México, Bernal desarrolló una intensa actividad en el mundo de la música, tanto en la enseñanza como en la investigación y la creación. Fundó el Conservatorio de Morelia, haciendo renacer la gran tradición musical de la antigua Valladolid, representada en el añejo Conservatorio de Las Rosas. Su interés por esa tradición musical lo llevó a investigar asiduamente todo lo concerniente a la música de Morelia, y así descubrió, precisamente en Las Rosas, el que es considerado como el primer archivo musical de América. En ese archivo, Bernal encontró una buena cantidad de música vocal y coral, y algunas interesantes piezas orquestales de Antonio Sarrier, Antonio Rodil y Francisco Moratilla. En el año de 1939 Bernal publicó Morelia colonial, un compendio de sus descubrimientos musicológicos en su ciudad natal. A su trabajo como compositor y sus labores de investigación, Bernal sumó su dedicación en el campo de la difusión de la música, fundando la revista Schola Cantorum y la Sociedad de Amigos de la Música. Su trabajo pedagógico trascendió las fronteras de México, al ser invitado a formar parte del cuerpo docente de la facultad de música de la Universidad de Loyola en Nueva Orleans y del consejo directivo de la Orquesta Sinfónica de Nueva Orleans.

Respecto a su muerte, es posible hallar inexplicables discrepancias en distintas fuentes. En su libro Músicos mexicanos (Editorial Diana, México, 1965) Hugo de Grial afirma que la muerte de Bernal ocurrió en Nueva Orleans. Otras fuentes mencionan que murió en Nuevo León, aunque la realidad del asunto es que falleció en la ciudad de León, Guanajuato, por la que estaba de paso durante una gira que lo había traído de regreso desde Nueva Orleans. No deja de ser una triste muestra del estado precario de nuestra musicología el hecho de que existan discrepancias de este calibre respecto a la biografía de un músico mexicano reciente e importante.

El caso es que a lo largo de su vida y dentro de su pensamiento musical, Bernal Jiménez estuvo siempre muy cerca de la religión. Una mirada a su catálogo indica, sin duda alguna, que la mayor parte de sus obras nacen directa o indirectamente de una inspiración religiosa. Su Angelus para orquesta es una buena prueba de ello. En su sentido religioso original, el Angelus es un rito devocional que se observa en memoria de la Encarnación. Suele recitarse tres veces al día, a las seis de la mañana, a las doce del día y al sonar la campana del Angelus a las seis de la tarde. La forma más simple de este rito puede hallarse ya en el siglo XII, pero su uso común data del siglo XVII. Como referencia a la cercanía de la religión con las artes, vale la pena mencionar la famosa pintura de François Millet (1814-1875) titulada El Angelus, en la que se puede ver a una pareja de campesinos franceses que han suspendido sus labores al atardecer para dedicar unos momentos a la meditación, convocados sin duda por el tañido de las campanas de la iglesia que se ve al fondo de la pintura.

El Angelus fue escrito originalmente en 1943 para órgano o armonio, y el compositor acotó lo siguiente sobre la pieza:

La oración vespertina, acompañada del tañer de campanas y sonar de cánticos apacibles, bucólicos y nostálgicos.

La versión orquestal del Angelus es una de las últimas partituras sinfónicas terminadas por Bernal Jiménez, entre 1954 y 1955.

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