Prokofiev, Sergei - Concierto para violín y orquesta No. 2 en sol menor, Op. 63

Sergei Prokofiev (1891-1953)

Concierto para violín y orquesta No. 2 en sol menor, Op. 63

Allegro moderato
Andante assai
Allegro ben marcato

La carrera musical de Sergei Prokofiev comenzó muy temprano cuando a la edad de cinco años compuso intuitivamente una pequeña pieza para piano que repetía sin cesar para asombro de los adultos. El joven Prokofiev puso por título a su pieza Galope hindú, debido a que por esos tiempos los mayores que lo rodeaban hablaban constantemente de una gran hambruna en la India; era el año de 1896. Un año más tarde Prokofiev ya tenía la habilidad suficiente para poner en el papel pautado sus pequeñas creaciones musicales, y a los nueve años de edad terminó la composición de una ópera titulada El gigante, que fue puesta en escena al año siguiente en la propiedad campestre de un tío suyo, con acompañamiento de piano. A partir de entonces quedó claro que el talentoso niño debía seguir una educación musical formal y disciplinada. En 1902, a los once años de edad, Prokofiev comenzó su entrenamiento musical en serio, teniendo como primer maestro al compositor Reinhold Gliére (1875-1956). De ahí en adelante Prokofiev tuvo la suerte de contar entre sus maestros a muchos destacados compositores rusos de su época: Sergei Taneiev 1856-1915), Alexander Glazunov (1865-1936), Anatol Liadov (1855-1914), Nikolai Rimski-Korsakov (1844-1908), entre otros. En la primavera de 1904 Prokofiev ingresó al Conservatorio de San Petersburgo, y el día de su examen de admisión presentó ante el jurado una serie de obras que más parecían las de un estudiante graduado que las de uno que pedía su ingreso a la institución Entre esas obras había cuatro óperas, dos sonatas, una sinfonía y varias piezas para piano. De ahí en adelante la carrera del precoz Prokofiev fue siempre en ascenso. Poco después de su ingreso al conservatorio empezó a tomar clases de piano y muy pronto se convirtió en un solista muy apreciado, tanto en su tierra natal como en el resto de Europa y los Estados Unidos.

Los análisis contemporáneos de la obra de Prokofiev destacan como cualidades principales de su música la claridad, la lucidez, cierta agresividad armónica y tímbrica, una gran vitalidad y un sutil sentido del humor que habita en casi todas sus obras. De un modo más formal, y por ello más válido, el mismo Prokofiev hizo en su autobiografía un somero análisis de la evolución de su estilo. Decía Prokofiev que su música estaba basada en cuatro principios importantes, con un quinto elemento dudoso, según sus propias palabras. El primero de esos elementos es lo clásico, aprendido por Prokofiev en su niñez al oír a su madre tocar en el piano la música de Ludwig van Beethoven (1770-1827). El segundo es la innovación, expresada fundamentalmente en la búsqueda de un lenguaje armónico personal. El tercer elemento es el impulso motor, la vitalidad rítmica de su música, aprendida principalmente de Robert Schumann (1810-1856). El cuarto elemento creativo de Prokofiev, según él mismo, es lo lírico, un elemento que, dadas las otras cualidades de su música, no siempre le ha sido reconocido. El quinto elemento, del que el mismo Prokofiev duda en su autobiografía, es el de lo grotesco, que en sus propias palabras se aproxima más a conceptos como broma, risa y burla. Todos estos elementos están presentes, sin duda, en el Segundo concierto para violín de Prokofiev.

En el año de 1935 un grupo de admiradores del violinista francés Robert Soëtans pidió a Prokofiev que compusiera una obra para él. Prokofiev aceptó el encargo principalmente porque ya tenía anotado algún material musical y se le presentaba la oportunidad de utilizarlo. La composición de la obra incluía, además, la cesión de derechos exclusivos de ejecución para Soëtans durante un año. Inicialmente Prokofiev buscó otro título para la pieza, designándola como Sonata de concierto, pero finalmente se decidió a construir un concierto en la forma tradicional. La historia de la creación de esta obra está estrechamente ligada con la peripatética actividad de Prokofiev como concertista. El primer movimiento fue escrito en París y el resto del concierto en Rusia. El segundo movimiento, por ejemplo, fue terminado en Voronezh, y la orquestación fue concluida en la ciudad de Bakú el 16 de agosto de 1935. La primera audición de la obra fue una muestra más de los alcances internacionales de la carrera de Prokofiev, no sólo como intérprete, sino también como compositor. El Segundo concierto para violín fue estrenado en Madrid el primero de diciembre de 1935, con Robert Soëtans como solista y Enrique Fernández Arbós como director de la orquesta. Apenas un año antes Prokofiev había regresado a establecerse definitivamente en la Unión Soviética, después de quince años de ausencia casi continua. A su regreso, debió pasar por un período de ajuste, ya que tuvo que sentir en carne propia las enormes diferencias que había entre la vida musical de su patria y la del resto de Europa.

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