Ibarra Groth, Federico - Sinfonía No. 2 Las antesalas del sueño

Federico Ibarra Groth (1946)

Sinfonía No. 2 Las antesalas del sueño

La entrevista que sostengo con Federico Ibarra con motivo del estreno mundial de su Segunda sinfonía tiene como uno de sus temas fundamentales el asunto de la posible existencia de una tradición sinfónica mexicana. Sobre este tema Ibarra afirma que, de hecho, no hay tal tradición sinfónica en la música de nuestro país y que las seis sinfonías de Carlos Chávez (1899-1978) son una excepción que no marca origen, herencia ni continuidad. Cuando menciono a Candelario Huízar (1883-1971) como un posible ejemplo, Ibarra comenta con acierto:

El problema con las sinfonías de Huízar es que todavía no se han difundido lo suficiente como para calibrarlas al interior de una posible tradición sinfónica mexicana. En todo caso, creo que su pensamiento sinfónico estaría más claramente definido en sus poemas sinfónicos, como Imágenes y Pueblerinas.

Como continuación de esta línea de pensamiento, Ibarra procede a comentar que si bien compositores como Manuel M. Ponce (1882-1948), José Rolón (1876-1945) y otros no escribieron sinfonías, sí crearon obras para orquesta sinfónica que pueden ser consideradas como parte importante del pensamiento sinfónico mexicano, junto con partituras orquestales de compositores de generaciones posteriores. En este contexto surge, en 1991, la Primera sinfonía de Federico Ibarra, encargada al compositor por la Orquesta Sinfónica Nacional con motivo del bicentenario luctuoso de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) y estrenada ese mismo año por la OSN bajo la batuta de Enrique Arturo Diemecke. Al año siguiente, Ibarra recibe un encargo para otra orquestal breve y decide abordar la creación de su Segunda sinfonía. El título de la obra, Las antesalas del sueño, es original, inventado por el compositor no como un accesorio descriptivo o programático sino como un comentario sutil al desarrollo de las ideas musicales que forman la columna vertebral de la sinfonía. Al respecto Ibarra menciona que en el desarrollo motívico de Las antesalas del sueño los materiales han sido tratados de manera un tanto análoga a la sucesión de los cuadros que se crean en nuestra mente en los momentos previos al sueño. Dicho de otra manera, las asociaciones son similares a las que ocurren en el proceso de la vigilia. Cuando Federico Ibarra menciona este elemento, pregunto prudentemente si en el desarrollo de su Segunda sinfonía hay algo parecido al proceso de asociación libre, pero el compositor descarta de inmediato el término, por su matiz cabalmente psicoanalítico. Prefiere, en cambio, mencionar que en el proceso de los sueños, los cuadros sucesivos son aparentemente inconexos, pero que en realidad hay una relación entre cada etapa de ese proceso. A la luz de estos conceptos, surge de inmediato la idea del surrealismo, tema en el que Federico Ibarra es un experto.

Al reconocer su cercanía a la estética surrealista, que ha marcado algunas de sus obras anteriores, el compositor menciona que la mejor aproximación posible a un concepto de la música surrealista sería, en todo caso, la improvisación, que es el proceso musical más cercano al fenómeno de libre asociación que se da en el sueño y en sus antesalas. Desde el punto de vista formal, la Segunda sinfonía de Federico Ibarra es análoga a su predecesora, aunque se mueve en un ámbito más lírico y más libre. La obra está concebida en un solo movimiento y en ella pueden detectarse temas (o motivos) que se plantean y más tarde reaparecen, en un esquema muy libre de desarrollo. Una diferencia importante entre las dos primeras sinfonías de Ibarra es el hecho de que la primera fue concebida para una orquesta de dimensiones mozartianas, mientas que la segunda contempla una orquesta de gran tamaño.

En ambas obras, el compositor ha trabajado dentro del límite de una duración muy breve, por lo que planea, para el futuro cercano, la creación de otra sinfonía en la que la dimensión temporal sea más amplia y sus límites estén marcados sólo por el alcance del material musical. La Segunda sinfonía fue escrita por Federico Ibarra en respuesta a un encargo de la Dirección de Actividades Musicales de la UNAM, y la partitura está dedicada a Jesús Medina, quien como director artístico de la Orquesta Filarmónica de la UNAM se encargó de su estreno, el 5 de junio de 1993. En la carátula de la partitura, el compositor ha puesto un epígrafe que dice así: Un ruido sordo Azul y numeroso Preso en el caracol De mi oreja dormida.
El texto es de Xavier Villaurrutia, y no debe ser tomado como un elemento descriptivo, ya que Ibarra eligió este epígrafe después de que su Segunda sinfonía quedó terminada.

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