Händel, Georg Friedrich - Suite No. 1 de la Música acuática, HWV 348

Georg Friedrich Händel (1685-1759)

Suite No. 1 de la Música acuática, HWV 348

Obertura
Adagio e staccato
Allegro
Andante
Presto
Aire
Minueto
Bourrée
Hornpipe
Allegro moderato

La Música acuática de Georg Friedrich Händel es probablemente la única obra famosa que cuenta con el privilegio histórico de haber sido estrenada en varios lugares a la vez. O para decirlo con más propiedad, se trató de un estreno móvil o ambulante, ya que una pieza se estrenó en un lugar, la siguiente un poco más allá, la siguiente todavía más lejos, etc. etc. Para quienes conocen esta brillante música barroca, lo anterior no es ni una broma ni un misterio, sino una simple descripción de lo que ocurrió aquel 17 de julio de 1717. Para ese día, el rey Jorge I de Inglaterra tenía planeado hacer un recorrido entre Whitehall y Chelsea con toda su corte, y decidió realizar ese trayecto por agua en vez de hacerlo por tierra. Este breve paseo, que en circunstancias normales no hubiera llamado la atención de nadie, fue suficientemente espectacular como para dar origen a varias crónicas. Una de ellas se debe a un caballero llamado Friedrich Bonet, quien era el embajador de Prusia en Londres y quien tuvo la oportunidad de atestiguar el singular viaje. En su reporte enviado a Berlín, Bonet decía que el río Támesis se había visto fastuosamente adornado por la presencia de la barca real que transportaba al rey y a su corte, así como por otras barcas que llevaban a los dignatarios invitados. Surcando el río muy cerca de esta barca, prácticamente navegando sobre su estela, otra barca llevaba a un numeroso grupo de músicos que tocaban trompetas, cornos, oboes, fagotes, flautas traversas, flautas dulces, violines y bajos. Esta fluvial orquesta era dirigida con toda la pompa y circunstancia del caso por un caballero elegantemente vestido y ataviado con la indispensable peluca. El resto, como dicen por ahí, es historia: el director de la orquesta, Georg Friedrich Händel, era a la vez el compositor de lo que se tocó en ese viaje, y la obra era la muy famosa Música acuática. En su crónica enviada a Berlín, el embajador Bonet afirmaba que la música había durado más de una hora, lo cual ofrece de inmediato una pista importante sobre la Música acuática: lo que de ella se conoce hoy no es sino un fragmento de la partitura original, misma que se perdió y de la que sólo sobrevivieron copias incompletas. Los musicólogos e historiadores afirman que la Música acuática, en su forma original, debió haber estado formada por más de una veintena de piezas, y que en sus ejecuciones subsecuentes Händel y otros músicos omitieron algunas de ellas, presentaron otras en arreglos distintos a los originales, o bien sustituyeron algunas de las piezas por otras nuevas.

También se sabe que, después del acuático estreno de la obra, Händel le quitó un poco de su carácter de música de banda, añadiendo más instrumentos de cuerda, reduciendo un poco los alientos y proponiendo un clavecín para realizar las labores del continuo. Tanto en su forma original como en la versión fragmentaria que hoy se conoce, la Música acuática de Händel está conformada por una serie de piezas contrastantes, inspiradas sobre todo en las formas de danza que por ese entonces estaban en boga en la ópera francesa. Otros análisis musicológicos parecen indicar que la Música acuática, en su totalidad, pudo haber sido escrita para tres festividades cortesanas distintas, o quizá para ser tocada en tres puntos diferentes del mencionado viaje por el río. Esto se desprende del hecho de que la obra ha sido dividida en tres suites que se distinguen entre sí no sólo por sus tonalidades distintas, sino también por su diferente orquestación. Más aún: estas tres suites fueron publicadas separadamente por dos editores londinenses. En cuanto al número original de instrumentos que Händel utilizó para su Música acuática, el dato más fidedigno se encuentra en las páginas del periódico Daily Courant (en la sección de sociales, por supuesto) del 19 de julio de 1717:

También se vieron muchas otras barcas con personajes de calidad, y tan gran cantidad de botes que por momentos el río se vio totalmente cubierto. Para la música se empleó una barca de la Compañía de la Ciudad, en la que más de cincuenta instrumentos de todo tipo tocaron las más hermosas sinfonías compuestas expresamente para la ocasión por el Sr. Händel, y que gustaron tanto a su majestad que ordenó que se tocaran hasta tres veces en el viaje de ida y vuelta.

Con esto quedaría prácticamente completo este breve texto sobre la divertida Música acuática de Händel, si no fuera por el hecho de que existe otra anécdota al respecto. Se dice que el compositor en realidad escribió la Música acuática en agosto de 1715, para acompañar otro paseo del rey por el río. En esta ocasión (cuenta esta otra leyenda), el caballerango del rey, un tal Kielmansegge (o Kilmanseck), le sugirió a Händel, sin el conocimiento del rey, componer algunas piezas para su paseo por el Támesis. Resulta que el rey Jorge I de Inglaterra había sido antes Georg Ludwig, elector de Hanover y antiguo patrón de Händel en Alemania. Fue a este Georg Ludwig a quien Händel dejó plantado para irse a establecer a Inglaterra. Cuál no sería la sorpresa de Händel cuando, a la muerte de la reina Ana en 1714, la sucedió en el trono el elector de Hanover, quien después de ser coronado le aplicó a Händel una versión barroca de la ley del hielo. Esta anécdota concluye diciendo que al rey Jorge le gustó tanto la música de Händel que al oírla se reconcilió con él. Como ocurre con estas discrepancias en la historia de la música, hay quienes optan por lo mejor de ambas historias, diciendo que Händel compuso parte de la Música acuática en 1715 y luego la completó con piezas nuevas para el viaje fluvial de 1717.

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