Carrillo, Julián - Sinfonía No. 1 en re mayor

Julián Carrillo (1875-1965

Sinfonía No. 1 en re mayor

Largo-Allegro
Andante sostenuto
Scherzo
Allegro con fuoco

Considerando que durante el porfiriato la sociedad mexicana acusó una marcada tendencia a la imitación de lo francés, hubiera sido lógico que Porfirio Díaz, en su afán de premiar las dotes musicales del joven Julián Carrillo, lo enviara a Francia. Sin embargo, en el año de 1899, Carrillo fue a dar a Alemania gracias a la generosidad presidencial, y su estancia en ese país habría de marcar definitivamente su desarrollo musical. De hecho, no sería aventurado afirmar que Carrillo fue el primer (y quizá el único) compositor mexicano de importancia en caer bajo la influencia del romanticismo alemán tardío. El caso es que Carrillo llegó a Leipzig becado por el presidente Díaz y al poco tiempo de su estancia en esa ciudad alemana se incorporó como violinista a la famosa Orquesta de la Gewandhaus, considerada como la orquesta sinfónica más antigua del mundo (fue fundada en 1743) y que por entonces era dirigida por Arthur Nikisch. De sus estudios con Salomón Jadassohn surgieron sus primeras composiciones importantes, entre las cuales su Primera sinfonía ocupa un lugar destacado.

Al C. General Porfirio Díaz,

Presidente de la República Mexicana

Homenaje de gratitud

Leipzig, Alemania 1901

Julián Carrillo

Tal es la dedicatoria que Carrillo puso en el manuscrito de su sinfonía, obra de la cual sin duda se sentía especialmente orgulloso, ya que escribió lo siguiente al respecto:

Se cree que esta fue la primera sinfonía de corte clásico escrita por un músico de América, y fue sin duda la primera de un músico mexicano, y tocada en 1902 en Alemania por una sinfónica alemana y dirigida por el autor, un indio de Ahualulco.

De paso, es preciso notar que Ahualulco es el pueblo potosino en el que nació Carrillo, y que actualmente lleva el nombre de Ahualulco del Sonido 13 en homenaje a la música microtonal del compositor.

La Primera sinfonía de Carrillo es notable por la fidelidad con la que se apega al estilo romántico alemán, al grado de que es imposible detectar en ella algún elemento americano o mexicano. No estaba muy lejos de la verdad el musicólogo Jean-Etienne Marie cuando afirmó que esta sinfonía era la Quinta sinfonía de Brahms; cuando Brahms murió en 1897 Carrillo tenía ya 22 años de edad y apenas dos años después el compositor mexicano entró en contacto directo con la enorme y sólida tradición musical alemana, tradición que asimiló con diligencia a juzgar por el contenido de su Primera sinfonía. El primer movimiento se inicia con una introducción lenta en la que los alientos juegan un papel importante. Esta introducción se encadena con un allegro muy al estilo de Brahms, que culmina con solemnes corales en los metales en los que bien pudiera detectarse la sombra de Anton Bruckner (1824-1896). El segundo movimiento, introducido suavemente por los timbales, es de carácter netamente lírico, y no llega a extremos de pasión ni en su clímax central, que recuerda algunas ideas tempranas de Wagner. El scherzo tiende más a la ligereza y la transparencia que al ritmo inexorable y las acumulaciones masivas de ciertos scherzi germánicos. El final de este movimiento es notable por sus evidentes alusiones bucólicas (de nuevo Bruckner) cimentadas en el uso de los cornos y las maderas. El finale es un enérgico movimiento de gran densidad orquestal, en el que vuelven a aparecer los corales en los metales. La coda del movimiento es especialmente interesante porque alude a elementos claramente extraídos del pensamiento sinfónico de Bruckner, para finalizar en el estilo típico de la música de Brahms. Esto es particularmente llamativo porque la historia dice claramente que Bruckner y Brahms fueron, quizá muy a su pesar, antagonistas irreconciliables en cuanto a la esencia del pensamiento sinfónico.

De la Primera sinfonía de Carrillo, Jean-Etienne Marie dijo lo siguiente:

Esta Primera sinfonía tiene una juventud, un vigor y quizá una gravedad que la hacen digna de figurar en los programas de las orquestas sinfónicas tanto como otras sinfonías de esa época. He aquí una de las últimas sinfonías románticas.

Con el paso de los años, Carrillo habría de abandonar esa vena romántica alemana para seguir su propio camino, trazado a partir de sus experimentos con los microintervalos, es decir, con todos esos sonidos que existen entre las notas de la escala occidental tradicional. En 1923 Carrillo compuso su Preludio a Colón, la primera de sus obras microtonales y, a partir de entonces, siguió con dedicación esa línea de creación musical. Es posible que el evidente contraste entre obras como su Primera sinfonía (estrenada en Leipzig en 1902) y sus piezas microtonales haya contribuido a la poca difusión y escasa comprensión de su música. Así como hay quienes descartan a Carrillo como un músico sin importancia, hay quienes lo ensalzan como el máximo profeta de la música mexicana, sin faltar los charlatanes que pretenden ser sus herederos musicales y le adjudican toda clase de visiones esotéricas que él nunca tuvo. Lo ideal en el caso de Carrillo es escuchar y difundir su música (tanto la tradicional como la microtonal) para después colocarlo en el lugar que merece en el contexto de nuestra historia musical, un lugar que sin duda es importante.

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