LISZT, FRANZ - Concierto para piano y orquesta No. 2 en la mayor

FRANZ LISZT (1811-1886)

Concierto para piano y orquesta No. 2 en la mayor

Adagio sostenuto assai - Allegro agitato assai
Allegro moderato - Allegro deciso
Marziale un poco meno allegro - Allegro animato

La biografía de Franz Liszt es rica, como pocas, en situaciones y elementos contradictorios.

Tuvo muchos problemas para hacer que su propia música fuera reconocida, pero solía promover y apoyar generosamente la música de otros compositores. Fue húngaro de nacimiento, pero hablaba en francés y fue educado al estilo alemán. Durante un tiempo fue masón, pero después tomó órdenes religiosas menores y se hizo abate. Su padre, desde su lecho de muerte, le previno en contra de su peculiar afición por las mujeres, lo que no impidió que Liszt se convirtiera en uno de los conquistadores más notables de su tiempo. Inventó el poema sinfónico como forma musical, pero nunca llegó a dominar por entero las sutilezas de orquestación de las que hicieron gala algunos de sus contemporáneos. Este último elemento contradictorio en la música de Liszt se hace más evidente, según los estudiosos, en aquellas de sus obras en las que la orquesta acompaña al piano solista.

Además de haber sido el pianista más brillante de su tiempo, como compositor Liszt expandió notablemente el rango expresivo y técnico del piano, dándole una riqueza de sonido casi orquestal. Además, principalmente a través del piano, el compositor húngaro extendió el lenguaje armónico de su tiempo, prefigurando incluso el abandono de la tonalidad como elemento fundamental de la música, abriendo parte del camino que, a través de la música de Richard Wagner (1813-1883), habría de dar como resultado el pensamiento atonal de Arnold Schoenberg (1874-1951) y sus seguidores. Así, interesado fundamentalmente en el piano como vehículo de su expresión musical, Liszt solía pensar en la orquesta como un elemento secundario ante el instrumento que él mismo dominaba como ninguno de sus contemporáneos. Es por ello, quizá, que sus dos conciertos para piano despertaron en su tiempo algunas críticas que, curiosamente, estaban dirigidas específicamente al acompañamiento orquestal y no a la obra misma como una unidad integral. Como ejemplo de ello, es posible citar este fragmento del diario de George Templeton Strong (1856-1948), un compositor estadunidense a quien además le daba por escribir sobre música:

La parte orquestal de un concierto de Liszt es una cosa muy vil, una especie de concierto con catarro. Una frase que aparece constantemente es como la representación musical de un enorme estornudo, y otro pasaje larguísimo representa, evidentemente, una feroz lucha con el pañuelo. Había también toses, bufidos y períodos de asfixia.

Este breve texto parece confirmar que, aún para quienes la música para piano de Liszt era aceptable, su concepción de la orquesta era incomprensible.

Liszt comenzó a escribir su Segundo concierto para piano en el año de 1839, pero el estreno de la obra no se llevó a cabo sino hasta el año de 1857, el día 7 de enero. La partitura fue dedicada al pianista Hans von Bronsart, y es quizá uno de los excepcionales casos en que Liszt compuso una obra pianística pensada para otro intérprete que no fuera él mismo. El estreno, realizado en el Gran Teatro Ducal de Weimar, fue dirigido por el mismo Liszt, quien aparentemente no quedó del todo satisfecho con su obra, ya que le hizo algunas modificaciones posteriores, y finalmente lo hizo editar en 1863.

En uno de esos ataques de pintoresquismo en los que a veces suelen caer los comentaristas musicales, el crítico estadunidense William Foster Apthorp llamó a este concierto vida y aventuras de unamelodía. A lo que se refería era a la peculiar melodía con la que se inicia el concierto, y que vuelve a aparecer una y otra vez a lo largo de la obra. Este procedimiento musical cíclico fue típico del pensamiento creativo de Liszt y, de alguna manera, lo ligaba espiritualmente a Wagner. Por otra parte, el concierto está concebido en un solo movimiento continuo, aunque hay varios cambios detempoy expresión marcados por Liszt en la partitura. Es interesante mencionar a este respecto que una nota aparecida en un periódico londinense en 1874 señalaba esta variedad de expresión como un grave defecto, asumiendo quizá que un concierto sólo podía escribirse en el formato tradicional de movimientos claramente separados contempiperfectamente diferenciados. Esa misma nota, por otra parte, preguntaba retóricamente si los solistas instrumentales debían ser autorizados a tocar lo que les viniera en gana, asunto que evidentemente preocupaba mucho al crítico en cuestión. Lo que no deja de ser realmente curioso es el hecho de que esa nota apareció en un periódico deportivo.

Para finalizar, cabe mencionar el hecho de que el propio Liszt puso algo de su parte en la polémica generada alrededor de la separación entre el piano y la orquesta en su música, y del conflicto entre las formas tradicionales y su propio concepto de la construcción musical: en la partitura original, su Segundo concierto para piano fue designado como Concierto sinfónico.

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