JOHN, ADAMS - The Chairman Dances

ADAMS JOHN (1735-1826)

The Chairman Dances

El presidente baila (The Chairman Dances)

Es un hecho histórico incontrovertible del que, por cierto, muchos músicos, críticos e historiadores de han quejado, que sobre todo en sus inicios la ópera tuvo como característica principal la de tener como personajes principales a dioses, semidioses, héroes, emperadores, patricios y toda clase de gente del más elevado status. Fue necesario el paso de muchos años (y muchas óperas) para que los aficionados al género pudieran asistir a la representación de óperas pobladas por personajes más cercanos al mundo real, un poco más de carne y hueso. El verismo italiano hizo una sólida contribución en este sentido, y la ópera contemporánea suele abordar con más frecuencia historias que tienen que ver con protagonistas más cercanos a nuestra experiencia cotidiana. Así, al paso del tiempo, las tribulaciones de Wozzeck han sustituido a las preocupaciones de Orfeo, y las sórdidas peripecias de la vida de Lulú han tomado el sitio de las elevadas empresas de Brunhilda y valkirias que la acompañan. En este contexto de actualización dramática y democratización de los libretos, no deja de ser una aventura ciertamente temeraria el proponer una ópera en la que los personajes protagónicos son Richard Nixon, Henry Kissinger y Mao Zedong (o Mao Tse Tung, como solíamos escribir antes de ser invadidos por los puristas de la transliteración).

En febrero de 1972, el grotesco, llorón y tramposo presidente de los Estados Unidos, Richard Milhous Nixon, dio un importante golpe diplomático al visitar la República Popular China, iniciando así una nueva fase en la distensión entre ambos países, la famosa política del détente, que no es más que un eufemismo para el añejo concepto del reparto que las grandes potencias hacen del mundo para su propio beneficio. Este importante momento de la historia y la política moderna es el eje narrativo de la fascinante ópera minimalista de John Adams titulada Nixon en China. La obra fue puesta en escena en junio de 1988 por la Ópera de Houston, y por una de esas extrañas coincidencias que ocurren cuando uno está cambiando canales televisivos como loco con el control remoto (este vicio se llama zapping), me encontré con la transmisión de la función, realizada por la red de televisión pública (PBS) de los Estados Unidos. Ver y oír ópera por televisión no es fácil, y menos aún si se trata de una ópera contemporánea y minimalista, pero recuerdo con claridad que esa transmisión de Nixon en China resultó una experiencia fascinante, de matices hipnóticos.

La ópera de Adams dedica cada uno de sus tres actos a explorar un día de la histórica visita de Nixon a Mao, a partir no sólo de importantes consideraciones geopolíticas, sino también a base de viñetas más íntimas trazadas sobre las complejas relaciones personales entre los protagonistas. En el tercer acto de la ópera asistimos a un enorme banquete en el Gran Salón del Pueblo en Beijing (sí, la misma ciudad que antes conocíamos como Pekín), ofrecido por Nixon y compañía al Gran Líder del pueblo chino. Durante el banquete, Mao y su esposa Jian Ching (la notoria lideresa de la Banda de los Cuatro) bailan un foxtrot seductor, decadente y... repetitivo. Es precisamente de esta escena de la ópera que surge el foxtrot para orquesta titulado The Chairman dances (‘El presidente baila’). Adaptado por Adams a partir de la música original de la ópera, este foxtrot le fue encargado por la Orquesta de Compositores Estadunidenses, y se estrenó bajo la batuta de Lukas Foss al frente de la Orquesta Sinfónica de Milwaukee el 31 de enero de 1986. En el prefacio a la partitura de The Chairman dances, el compositor ofrece esta descripción de la escena:

Madame Mao, alias Jian Ching, ha irrumpido en el banquete presidencial. Al principio, está parada en el lugar que más estorba a los meseros. Después de unos minutos, saca una caja de linternas de papel y las cuelga por todo el salón. Procede a quitarse la ropa y quedar vestida sólo con una ajustada malla, del cuello hasta los tobillos, abierta hasta la cadera. Ordena a la orquesta tocar y comienza a bailar sola. Mao comienza a excitarse. Finalmente, el presidente desciende de su retrato en la pared y comienzan a bailar juntos el foxtrot. Están de vuelta en la provincia de Hunan, la noche es cálida, están bailando al ritmo del gramófono...

Si se considera el tema de la ópera, la situación de la escena, las características de los personajes y el estilo musical de Adams, no es fácil imaginar qué clase de foxtrot se baila en este banquete operístico. Inconfundiblemente minimalista, inconfundiblemente bailable, The Chairman dances es una pieza inteligentemente construida, en la que el compositor combina sabiamente las melancólicas sonoridades del music-hall con elementos formales y de orquestación más típicos de la música de concierto. Por la relación que guardan con los primeros párrafos de este texto, cito estas palabras de Adams respecto a The Chairman dances, dichas el día del estreno:

Los mitos de nuestro tiempo no son Cupido, Psyché, Orfeo o Ulises, sino personajes como Mao y Nixon.

Es posible que The Chairman dances no sea precisamente el foxtrot que usted querría bailar en su aniversario de bodas, pero ciertamente es una pieza atractiva y con un alto poder de sugestión y sensualidad.

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