BERNAL JIMÉNEZ, MIGUEL - El chueco

Miguel Bernal Jiménez (1910-1956)

El chueco

El Chueco

¡Qué tan despistados no andaremos todavía respecto a la vida y la obra de Miguel Bernal Jiménez, que diversas fuentes bibliográficas no logran ponerse de acuerdo sobre el lugar de su muerte! A esto se añade, desde luego, el hecho de que a más de 40 años de la muerte de Bernal Jiménez, aún no se ha realizado el estudio exhaustivo de su obra como compositor y como investigador y educador musical. De ahí que todavía esté vigente la controversia sobre su posición real en la historia de nuestra música: ¿fue Bernal Jiménez un compositor importante, de la talla de Silvestre Revueltas (1899-1940) y Carlos Chávez (1899-1978), o fue solo un músico competente y trabajador? ¿Fue un músico completo y universal, o quizá dedicó demasiado tiempo y esfuerzo a componer música para la iglesia? Es un hecho que dondequiera que se toca la música de Bernal Jiménez se dan cita en número considerable monjas y frailes, aunque ello no debe impedirnos recordar que en algunas de sus partituras hay elementos más profanos, fantásticos y paganos. Tal es el caso de su partitura para el ballet El Chueco.

Sueños, circo, maroma, teatro, símbolos, transformaciones, y una historia que transita entre la crueldad y la ternura, forman la base argumental del ballet El Chueco, cuya descripción sintética es la siguiente:

Por una calle que da al santuario avanzan los peregrinos y los penitentes, que van a pagar sus mandas. Con ellos van los obreros cargando una imagen de Cristo, y los indígenas que llevan a sus enfermos. El Chueco es sacado al quicio de la puerta por la cuidadora, para que vea pasar la procesión. Cuatro muchachos se burlan del Chueco y lo mortifican, hasta que la Güila los dispersa y lo consuela. El Chueco se duerme y aparece el Santero. El Chueco sueña con un monstruo múltiple que es la representación de los cuatro muchachos. El monstruo acosa al Chueco hasta que dos ángeles lo salvan; estos ángeles son la Cuidadora y la Güila. Con ayuda de estos ángeles el Chueco se pone de pie y recupera la facultad del movimiento, que de inmediato pone al servicio de una alegre danza. Poco después, el Chueco despierta del sueño y mira al mundo con otros ojos. Ante ellos se repite el desfile inicial de la historia; pasan los peregrinos, habiendo cumplido sus mandas, y los muchachos, que se abstienen de molestarlo, y la Cuidadora, y la Güila. Por una calle se acerca una tropa de cómicos, acompañada de música. El Chueco es llevado a presenciar los actos de los saltimbanquis. La tropa de cómicos se aleja mientras se acerca otra procesión de peregrinos. El Chueco intenta seguir a los cómicos, pero no puede; la Cuidadora lo arrulla tiernamente.

Miguel Bernal Jiménez ilustró este argumento con una partitura musical variada aunque estática en ciertos momentos. Quien oye la música de El Chueco por primera vez puede hallar en ella algunos puntos fundamentales de desarrollo descriptivo:

  • Un inicio oscuro, que toma cualidades casi impresionistas a través de los instrumentos de aliento.
  • Una breve sección con un interesante ritmo sincopado.
  • El anuncio breve de una trompeta con sordina, que da lugar a un llamativo episodio a cargo del clarinete.
  • Una sección alegre y movida, punteada por el xilófono, que más tarde se repetirá.
  • Un episodio dulce y suave de cuerdas con sordina y las cristalinas notas de la celesta.
  • Otra sección alegre y rítmica, anclada por el güiro, y con características intervenciones de la trompeta en estilo popular.
  • Un episodio casi fúnebre, preludiado por el trombón.
  • Una breve marcha en la que sobresale el flautín; la música se acelera poco a poco.
  • Vuelve la música de charanga de pueblo, con la trompeta y los platillos, y un tema muy a la mexicana.
  • Repite su presencia la trompeta y los metales anuncian la sección final de la música.

Queda de tarea para quien escucha la música de El Chueco tratar de hacer coincidir estos breves apuntes sonoros con los diversos episodios del argumento del ballet.

En primera instancia, escuchar la música de El Chueco puede hacer pensar que en general es música poco bailable. Y no es que a Bernal Jiménez no le interesara la danza; hay que recordar que compuso otras partituras para ballet, como Tingambato y Los tres galanes de Juana. Más bien, la placidez de la música de El Chueco, que parece chocar contra lo fantástico del argumento, pudiera explicarse a través de lo escrito por Luis Sandi respecto al compositor moreliano:

Al revés de Galindo, campesino y revolucionario, Bernal vive la vida tranquila de la ciudad provinciana, en el ámbito oloroso al incienso de los seminarios, catedrales y basílicas.

La música del ballet El Chueco fue compuesta entre 1950 y 1951, y el ballet mismo fue estrenado en el Teatro de Bellas Artes de la Ciudad de México por el Ballet Mexicano, con coreografía de Guillermo Keys y diseños de Antonio López Mancera, el primero de diciembre de 1951. La dirección musical estuvo a cargo del compositor, y los papeles principales fueron bailados por Guillermo Keys como el Chueco y Elena Noriega como la Cuidadora.

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