MOZART, WOLFGANG AMADEUS - Sinfonía No. 25 en sol menor, K. 183

Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791)

Sinfonía No. 25 en sol menor, K. 183

Allegro con brio
Andante
Menuetto
Allegro

Una rápida mirada al espléndido catálogo sinfónico de Wolfgang Amadeus Mozart permitirá descubrir (quizá para sorpresa de muchos melómanos) que entre las casi cincuenta sinfonías escritas por el compositor salzburgués, sólo dos están en una tonalidad menor. Y más sorprendente aún es el hecho de que las dos están en la misma tonalidad, sol menor, que imparte a ambas obras un singular estado de ánimo dramático. Se trata de la Sinfonía No. 25 y de la Sinfonía No. 40 del catálogo mozartiano, consideradas entre sus mejores logros en este género. Respecto a la elección de una tonalidad menor para este par de sinfonías, varios analistas han mencionado que las dos obras parecen prefigurar las pasiones tormentosas que habrían de habitar de manera más presente el pensamiento sinfónico del romanticismo. Quizá sería más prudente afirmar que se trata de expresiones muy personales de las tormentas que se agitaban en el espíritu de Mozart y que, de alguna manera, forman parte del estilo expresivo de la época llamado Sturm und Drang (tormenta y tensión) y que está muy presente en numerosas sinfonías de Franz Joseph Haydn (1732-1809). De hecho, el musicólogo H. C. Robbins Landon, gran especialista en la música del período clásico, ha aventurado la hipótesis de que para su Sinfonía No. 25 Mozart tuvo como modelo la Sinfonía No. 39 de Haydn, escrita en la misma tonalidad de sol menor. Los movimientos primero, tercero y cuarto de la Sinfonía No. 25 pertenecen, sin duda, a ese mundo severo y en ocasiones oscuro del Sturm und Drang, mientras que el Andante ofrece, como contraste, un ámbito expresivo más luminoso. El musicólogo mozartiano Neal Zaslaw nos recuerda, con mucha lucidez, que los tempestuosos efectos en tonalidades menores que se perciben en la Sinfonía No. 25 y otras obras análogas, habían sido inventados tiempo atrás en los teatros de ópera para representar no sólo las tempestades de la naturaleza, sino también las del alma.

Uno de los textos más ilustrativos sobre la hermosa y dramática Sinfonía No. 25 de Mozart se debe a Hans Keller, quien en el contexto de un análisis global de las sinfonías del compositor, escribió las siguientes líneas:

La más tempana de las dos sinfonías en sol menor, K. 183, es una creación radicalmente diferente. Mozart nunca trató con ligereza a su tonalidad más personal. (No era, sin embargo, su tonalidad más trágica; ésta era re menor, una tonalidad en la que no escribió ninguna sinfonía). La tonalidad de sol menor era para Mozart lo que fa menor era para Haydn y do menor para Beethoven; significativamente, esta sinfonía fue la primera de Mozart en una tonalidad menor, y la primera verdaderamente expresiva. Aquí, la forma y la estructura están más expuestas a la crítica que en el caso de algunas de sus obras más tempranas, pero esta crítica es elogio. Por primera vez, profundamente consciente de su genio, Mozart se atreve. Y precisamente por esta razón, fracasa parcialmente ahí donde en ocasiones anteriores su talento prudente había tenido un éxito demasiado fácil, y por ello, poco significativo. Sólo los malos compositores escriben música crónicamente buena. Un flujo ininterrumpido de música inmaculada es la prerrogativa de la mediocridad; si uno no dice nada, no hay mayor riesgo de arruinar nada.

Como complemento a lo que afirma Keller en el texto citado arriba, se puede comentar que Robbins Landon menciona la segunda mitad del año 1773 como un parteaguas en el desarrollo sinfónico de Mozart. El musicólogo afirma, entre otras cosas, que a partir de ese período los primeros movimientos de las sinfonías mozartianas se presentan como formas sonata más desarrolladas, y que esto pudo deberse a lo aprendido por el compositor en su reciente visita a Viena. Además, Robbins Landon indica que el contraste temático se vuelve más refinado como medio de expresión y más sólido como principio estructural. A la vez, concluye el especialista, las sinfonías de Mozart compuestas a partir de entonces muestran una creciente preocupación con el contrapunto. Ciertamente, la sinfonía No. 25 cumple no sólo la cronología señalada por el musicólogo, sino también las características enumeradas.

Mozart compuso esta sinfonía en Salzburgo, y la partitura está fechada el 5 de octubre de 1773. (Robbins Landon señala que esta fecha fue alterada en el manuscrito autógrafo). Al parecer, el compositor descartó el primer bosquejo que escribió para el segundo movimiento de la obra, del que sobrevive sólo un pequeño fragmento de dos compases de la música para los violines primeros. Los cinéfilos recordarán, sin duda, que el inicio del primer movimiento de la Sinfonía No. 25 fue utilizado muy efectivamente en la película Amadeus, dirigida por Milos Forman en 1984 y basada en la obra teatral de Peter Shaffer, como un leitmotiv que acompañaba algunos de los momentos más tormentosos de la vida de Mozart.

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