Juan Arturo Brennan
Los románticos incurables deben creer que sólo una estación cálida, brillante y hospitalaria como la primavera es capaz de dar origen a la inspiración musical. Sin embargo, lo cierto es que las demás estaciones del año también han inspirado una buena cuota de obras musicales. El invierno en particular, con todas las asociaciones trágicas, dramáticas, tristes y angustiosas que tiene, ha sido el punto de partida para composiciones de muchos autores. Entre ellos es posible mencionar a Vivaldi, Bridge, Britten, Praetorius, Prokofiev, Ysaÿe, Goldmark, Boeck, Telemann, Chopin, Sallinen y Schubert. No es extraño, pues, que el señor Chaikovski haya decidido plantear una relación directa entre su primera sinfonía y el invierno. Después de todo, Chaikovski no sólo fue el compositor romántico por excelencia, sino que además fue originario de un país en el que el invierno es de proporciones realmente monstruosas.
En el año de 1861, después de haber intentado infructuosamente el estudio de las leyes, Chaikovski comenzó sus estudios de armonía y al año siguiente se inscribió en el Conservatorio de San Petersburgo. Al terminar su curso fue nombrado profesor de armonía en el recién inaugurado Conservatorio de Moscú. Para entonces, aún antes de haber formalizado su educación musical, ya había compuesto algunas obras en las que la inspiración era superior a la técnica. Es por ello, quizá, que al melómano chaikovskiano le es muy difícil hallar grabaciones de las obras de juventud del compositor, en particular de aquellas que anteceden a su Primera sinfonía, que es el Opus 13 de su catálogo. Chaikovski abordó la creación de sus Ensueños invernales al mismo tiempo que se incorporaba a la planta docente del Conservatorio de Moscú, que era dirigido por Nikolai Rubinstein. La Primera sinfonía fue escrita entre marzo y agosto de 1866, y en ella el compositor se muestra muy cercano a la inspiración de origen folklórico. En efecto, hallamos en esta sinfonía algunas melodías que tienen su origen en la música tradicional rusa. Para más señas, Chaikovski emplea repetidamente ciertos intervalos, al grado de que algunos musicólogos han hablado incluso de una obsesión. Aquí, la palabra obsesión no es insultante, sino meramente descriptiva: es un hecho que la composición de su Primera sinfonía le provocó a Chaikovski una aguda crisis de nervios y una serie de alucinaciones que habrían de acompañarlo por el resto de su vida. ¿Cuál era la opinión del creador de esta sinfonía respecto a su primer intento sinfónico? En una carta de Chaikovski a un amigo leemos lo siguiente:
A pesar de sus evidentes deficiencias, tengo debilidad por ella, porque es un pecado de mi dulce juventud.
Más tarde, el compositor se referiría a su Primera sinfonía en estos términos en una carta a su amiga y mecenas Nadezhda von Meck:
Aunque es inmadura en muchos sentidos, es fundamentalmente mejor y más rica en contenido que muchas de mis obras más maduras.
Quienes han analizado a fondo esta partitura aseguran que a lo largo de su desarrollo está siempre presente el paisaje ruso; para corroborarlo sólo hay que tener en cuenta los títulos que Chaikovski puso a los dos primeros movimientos de la sinfonía: Ensueños de un viaje de invierno y Tierra de la desolación, tierra de las brumas. En lo que se refiere al plano formal y al espíritu sinfónico, el modelo de Chaikovski fue Mendelssohn, cuya música acostumbraba escuchar y tocar con frecuencia. Así, se puede decir que esta sinfonía contiene simultáneamente algo del arrebato emocional típico de Chaikovski y algo del equilibrio y la mesura de la música de Mendelssohn. Más tarde, para su propia fortuna y la de sus admiradores, Chaikovski mandaría al diablo el equilibrio y la mesura para dedicarse a componer con todo su fuego interno y toda su pasión.
La Primera sinfonía de Chaikovski fue estrenada por partes en diversas fechas, y no recibió su primera ejecución completa sino hasta el año de 1868, bajo la dirección de Nikolai Rubinstein. Seis años más tarde, poseedor de una mejor técnica y un mejor criterio analítico, Chaikovski revisó la sinfonía, modificó algunas de sus partes e hizo algunos cortes en la partitura para equilibrar mejor las proporciones de la obra.
Un dato musicológico interesante respecto a esta Primera sinfonía de Chaikovski es el hecho de que el tercer movimiento es una versión orquestal de uno de los movimientos de la Sonata para piano en do sostenido menor que el compositor había escrito tiempo atrás. Para quienes gustan de hacer comparaciones directas entre diversas músicas inspiradas por asuntos semejantes, se recomienda confrontar el viaje invernal representado por Chaikovski en el primer movimiento de esta sinfonía con el ciclo de canciones Viaje de invierno de Franz Schubert (1797-1828). ¡Vaya diferencia de profundidad emocional inspirada por el trayecto invernal!