COPLAND, AARON - *El Salón México*

Aaron Copland (1900-1990)

El Salón México

Hubiera querido hacer una breve descripción del viejo Salón México como testigo presencial, pero resulta que el Salón México no fue de mi época, así que debo recurrir a otro testimonio. ¿Y quién en México sabía de salones de baile, teatros de revista y entretenimiento, si no Margo Su? Una breve conversación con esta importante empresaria y conocedora del teatro musical y asuntos afines me resolvió las dudas básicas sobre ese lugar tan peculiar. El Salón México fue quizá el más notable salón de baile de su tiempo en la Ciudad de México. Se hallaba situado a un lado del Teatro Blanquita, en la aguerrida colonia Guerrero, en un pintoresco callejón. Era una casa vieja, acondicionada como salón de baile, y ahí se bailaba fundamentalmente el danzón, teniendo como principal protagonista musical a Acerina y su Danzonera. El baile mismo tenía lugar en el segundo piso de la casa, pero la acción comenzaba desde el primer piso, en el que se podía ver a los pachucos dando los últimos toques a su zoot suit y acomodando los últimos mechones de cabello firmemente sujetos con abundante brillantina. Arriba, el Salón México estaba dividido en varios salones en los que se establecía una clara diferencia de clases. El salón principal estaba reservado para quienes mejor bailaban, y el resto de los salones, en categorías descendentes, para quienes todavía no eran expertos danzoneros. Allá arriba se bailaba, se vendía cerveza por cartones, se marcaban territorios, se hacían conquistas, se planteaban querellas, hasta que el regente de la ciudad de México, con peculiares ideas moralistas y reformistas, mandó echar abajo al Salón México.

Aaron Copland, sin duda el más importante compositor de los Estados Unidos, concibió la pieza en la que recuerda al Salón México en el otoño de 1932 durante su primera visita a México. Copland inició la composición de El Salón México en 1933 y concluyó la obra en Minnesota en 1934. El Salón México fue orquestada en 1936 y ese mismo año se tocó en Nueva York una versión de la obra para dos pianos. En esta partitura Copland cita algunas melodías populares mexicanas, que no son los danzones que se bailaban en aquel tiempo en el Salón México, sino algunas canciones que halló fundamentalmente en el Cancionero mexicano de Frances Toor, y en la obra El folklore y la música mexicana de Rubén M. Campos. Hubiera sido lógico que Copland dijera respecto a El Salón México que con esta obra intentaba poner de manifiesto las raíces más profundas y el sentir más auténtico del pueblo mexicano. Sin embargo, Copland fue un músico muy inteligente como para caer en ese lugar común, y en cambio, dijo esto:

Desde el principio, la idea de escribir una obra basada en las melodías populares mexicanas estaba unida en mi mente con la de un popular salón de baile de la Ciudad de México, el Salón México. Sería tonto de mi parte tratar de poner en sonidos musicales el lado más profundo de México: el México de las civilizaciones antiguas o el México revolucionario de hoy. Para poder hacer eso se necesita conocer profundamente un país. Sólo podía aspirar a reflejar el México de los turistas, y por ello pensé en el Salón México, porque en ese lugar uno podía entrar en contacto, de un modo muy natural, con el pueblo mexicano. Lo que me atrajo no fue la música que oí ahí, sino el espíritu que sentí. Espero haber puesto en mi música algo de ese espíritu.

Es probable que ese espíritu sí esté presente en El Salón México, no sólo gracias a la inteligencia musical de Copland, sino también gracias a la inclusión de melodías mexicanas reconocibles como El mosco, El palo verde y La Jesusita. A través de los años, El Salón México ha sido recibida de diversas maneras por públicos muy distintos. En 1967, durante una gira de conciertos por Europa, Copland llegó a Bolonia, Italia, donde el máximo ídolo musical era Giacomo Puccini (1858-1924), y ofreció al público boloñés un concierto en el que incluyó sus obras Primavera de los Apalaches y El Salón México. Si bien algunos miembros del auditorio abuchearon a Copland, evidenciando un sentir antiamericano bastante común dadas las circunstancias, otra fracción del público aplaudió fervientemente la música del mejor músico de los Estados Unidos. El camerino de Copland se llenó de Admiradores y una rolliza dama italiana le enviaba efusivos besos exclamando: "¡Molto, molto bello, maestro!"

El Salón México fue estrenada el 27 de agosto de 1937 en el Teatro de Bellas Artes de la Ciudad de México por Carlos Chávez al frente de la Orquesta Sinfónica de México, en un programa que incluyó también el Segundo concierto de Brandenburgo de Bach, el Concierto para violín de Beethoven*, El festín de los enanos* de Rolón y el Bolero de Ravel. Al poco tiempo de su estreno, la música de El Salón México comenzó a sufrir innumerables abusos por parte del oficialismo nacional, que la ha utilizado hasta la saciedad para ilustrar toda clase de propaganda gubernamental, especialmente a través de la tediosa Hora Nacional, que es uno de los más graves atropellos radiofónicos que se han perpetrado en nuestro país.

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