STRAUSS, RICHARD - Suite de la ópera El caballero de la rosa

Richard Strauss (1864-1949)

Suite de la ópera El caballero de la rosa

El 11 de febrero de 1909, el libretista Hugo von Hoffmansthal escribió a Richard Strauss una carta en la que, entre otras cosas, le informaba lo siguiente:

He pasado tres tardes muy tranquilas, haciendo un libreto nuevo y completo para una ópera alegre, transparente en su acción, cuasi una pantomima, con oportunidades para el lirismo, el humor, la broma, y hasta un poco de ballet. Hay dos grandes papeles, uno para un barítono, y otro para una jovencita vestida de hombre, como la Farrar o como Mary Garden.

A decir verdad, esta escueta noticia no permitía discernir a fondo las intenciones de Hofmannsthal, cuya primera colaboración con Strauss en calidad de libretista había sido en la ópera Electra, estrenada en enero de 1909. El caso es que poco tiempo después de recibir la carta en cuestión, Strauss recibió de Hofmannsthal el libreto de la que habría de convertirse en la ópera alemana más popular, y una de las más arraigadas de todo el repertorio: El caballero de la rosa. El libreto llamó la atención de Strauss de inmediato, y el compositor se dio a la tarea de escribir para este texto algunas de sus páginas musicales más brillantes. Como es el caso en casi cualquier ópera, los tres actos de El caballero de la rosa desarrollan una acción larga, compleja y difícil de describir en pocas palabras. Básicamente, la anécdota gira alrededor de la relación amorosa entre una mujer madura y estable y un jovencito de apenas 17 años. Es este jovencito, Octaviano, aquel cuyo papel es representado en escena por una mezzosoprano. Desde el inicio mismo de la ópera, la madura dama expresa serias dudas sobre el futuro de su relación con el jovenzuelo. Después de las usuales intrigas, confusiones, engaños y vueltas de tuerca, Octaviano es enviado como emisario ante una joven dama para entregarle la tradicional rosa de plata que sella el compromiso matrimonial de un noble caballero con ella. Como suele ocurrir en estos casos, el emisario y la destinataria de la rosa se enamoran perdidamente. Al final, la dama madura renuncia a su amor por Octaviano y bendice la nueva relación del joven con la damisela.

La acción de El caballero de la rosa se desarrolla en el ambiente cortesano de Viena, a mediados del siglo XVIII, durante el reinado de la emperatriz María Teresa. Considerando la suerte que el imperio austríaco habría de sufrir hacia las últimas décadas del siglo XIX, el ambiente al que se referían Hofmannsthal y Strauss en su ópera era, entre otras cosas, una fuente de nostalgia, y al mismo tiempo la posibilidad de echar un vistazo retrospectivo a una época importantísima de la cultura germánica. Así, la partitura de El caballero de la rosa nos ofrece valses aquí, valses allá y valses más allá. Este Strauss, más conocido por sus óperas y sus poemas sinfónicos, rescató en esta obra un género musical típico del lugar y la época de referencia, quizá con la intención de rendir homenaje a un período que marcaba claramente la decadencia de un imperio, el principio del fin de todo un modo de vida. Esta referencia musical tan específica a través de los valses le acarreó a Strauss algunos problemas. Por una parte, no faltó quien atribuyera la presencia de estos valses en El caballero de la rosa a la decadencia musical de Strauss. Por otra parte, esos mismos valses propiciaron que en más de una ocasión se anunciara alguna representación de El caballero de la rosa como "el éxito más reciente del Rey del Vals", atribuyendo erróneamente la ópera a Johann Strauss (1825-1899).

Como dato interesante respecto a la invasión de unos géneros por otros, o la tirante colaboración entre géneros, puede mencionarse el hecho de que quince años después del estreno de El caballero de la rosa la obra de Hofmannsthal y Strauss se convirtió en una película, realizada en 1925 por Robert Wiene, el mismo director que en 1919 había realizado una de las obras más importantes del cine expresionista alemán, El gabinete del Dr. Caligari. Por aquellos años, el cine era visto como un enemigo mortal del teatro y la ópera, lo que ocasionó que Strauss se negara en un principio a participar en el proyecto de Wiene. Finalmente, una jugosa oferta de 10,000 dólares ablandó al compositor, quien produjo una suite para la película, basada en la partitura original de la ópera. El mismo Strauss dirigió en 1926 el estreno de esta suite, en Dresde y en Londres. Actualmente, se conocen dos versiones de la suite: una para gran orquesta, y la otra para una pequeña orquesta de salón compuesta por una docena de músicos.

A pesar de que Strauss habría de componer aún otras diez óperas después de ésta, muchos críticos han afirmado que El caballero de la rosa fue el último trabajo escénico duradero, coherente y realmente importante de Strauss. Ello no deja de ser un juicio muy radical, considerando que El caballero de la rosa se estrenó en Dresde en 1911, justamente el día de San Policarpo (26 de enero) cuando a Strauss todavía le quedaban por delante casi cuarenta años de vida y de trabajo. En el año de 1924 el crítico inglés Cecil Gray escribió esto:

Lo único que hallamos en* El caballero de la rosa* es a una cocotte disipada y acabada, con la cara empolvada, los labios pintados exageradamente, el cabello falso y una horrenda risotada.

Todo aquel que haya visto la espléndida reconstrucción visual que en la película Barry Lyndon (Stanley Kubrick, 1975) se hace del siglo XVIII sabrá que si bien Cecil Gray no está muy errado en su descripción, Hofmannsthal y Strauss también se acercaron bastante al espíritu de la época que quisieron describir en El caballero de la rosa.

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