López Antón: Huizar/Turina/Dvořák
Esta página documenta un concierto pasado.
Sábado, 23 de marzo, 18:00 horas
Sala Silvestre Revueltas CCOY
Domingo, 24 de marzo, 12:30 horas
Sala Silvestre Revueltas CCOY
JOSÉ LUIS LÓPEZ ANTÓN, director
Candelario Huízar (1883-1971) Pueblerinas
Pueblerinas
Afirmar que la parte más importante de la producción musical de Niccolò Paganini (1782-1840) es su música para el violín es consecuencia lógica de su oficio como violinista ejecutante. Lo mismo puede decirse con respecto a Frédéric Chopin (1810-1849) y el piano, y de Candelario Huízar respecto a la orquesta. ¿Por qué consideran los musicólogos que la parte más sustancial del catálogo de Huízar está en su música orquestal? Ello se debe, por una parte, al valor intrínseco de las partituras mismas y, por la otra, al hecho histórico de la continua y cercana asociación de Huízar con el trabajo orquestal en diferentes niveles. Antes de involucrarse con los conjuntos orquestales, sin embargo, Huízar ejerció otros oficios. Primero, muy brevemente, el de herrero, como su padre, y más tarde el de orfebre, una especie de herrero refinado y sublimado. Después de un primer contacto temprano con la guitarra, en el ámbito de la música popular, Huízar aprendió a tocar el saxhorn, uno de los instrumentos de aliento inventados por Adolphe Sax. Siguieron después la viola y el violín hasta que, finalmente, Huízar tomó en sus manos el instrumento definitivo de su carrera como intérprete: el corno. Como cornista, Candelario Huízar se inició en una banda de Zacatecas, y al paso de los años se convirtió en cornista de la Orquesta Sinfónica de México fundada por Carlos Chávez (1899-1978). El sólido conocimiento que Huízar adquirió respecto a cuestiones orquestales se debió sólo en parte a su trabajo como instrumentista; otra importante fuente de conocimientos orquestales para él fue su labor como bibliotecario de la misma Sinfónica de México, trabajo que durante años le permitió estar en contacto cercano y frecuente con partituras orquestales de todas las épocas, todos los estilos y todos los lenguajes. Su doble oficio de cornista y bibliotecario explica también el hecho de que además de la composición de sus propias obras sinfónicas, Huízar abordó la orquestación de numerosas obras de otros compositores, entre los cuales se encuentran Liszt, Vivaldi, Bach, Händel, Aldana, Galindo y Franco.
Dentro de su propia producción sinfónica destacan desde luego sus cinco sinfonías, así como tres interesantes poemas sinfónicos: Imágenes (1927), Pueblerinas (1931) y Surco (1935). Como el resto de la música de Huízar, Pueblerinas es una obra de contornos claramente nacionalistas, aunque matizados en ocasiones por aproximaciones a momentos sonoros de corte un poco más abstracto. Formalmente, Pueblerinas está planteada en tres movimientos: dos de ellos de dinámica viva que enmarcan a un movimiento central lento. (Cualquier similitud con el formato del concierto barroco es mera coincidencia). El primer movimiento (Moderato flessibile - Allegro) está desarrollado plenamente a partir de un pensamiento netamente nacional. En él hay melodías y armonías de corte muy mexicano que se alternan con expresiones más secas y austeras. El segundo movimiento de Pueblerinas (Lento) se inicia con una contemplativa melodía en el corno inglés, que servirá también como conclusión de la idea musical, manteniendo siempre un ambiente lírico y calmado. En el tercer movimiento (Allegro vivo) Huízar da una mirada a su pasado y a su origen musical, planteando una sección central orquestada a la manera típica de una banda de pueblo. A lo largo de este poema sinfónico, Huízar emplea muchas melodías originales, que alterna con otras que son citas de materiales folklóricos. Entre estas últimas hay dos de especial importancia: Los panaderos, cuya forma original es un jarabe, y el baile titulado El sauce y la palma. Suele ser costumbre que, al analizar el estilo y el modo de expresión de un compositor, se busquen analogías con la música de otros compositores, analogías a veces interesantes y válidas, a veces un tanto misteriosas e indescifrables. A este respecto, vale la pena mencionar que en un análisis sobre Pueblerinas el musicólogo José Antonio Alcaraz menciona al compositor finlandés Jean Sibelius (1865-1957) como uno de los puntos de referencia de Candelario Huízar, opinión que también es compartida por otro prestigioso musicólogo, Otto Mayer-Serra. Y en un ensayo dedicado a Imágenes, otro de los poemas sinfónicos de Huízar, Alcaraz menciona también al compositor danés Carl Nielsen (1865-1931) como un espíritu musical cercano al de Huízar. Con estos antecedentes, no deja de ser interesante tratar de imaginar cómo Candelario Huízar, este músico mexicano de banda, herrero, orfebre, soldado y paisano de López Velarde, pudiera haberse acercado al vasto, agreste e intemporal paisaje nórdico encarnado de diversas maneras en las partituras de Nielsen y Sibelius.
El poema sinfónico Pueblerinas fue estrenado el 6 de noviembre de 1931 por la Orquesta Sinfónica de México, bajo la dirección de Silvestre Revueltas.
Moderato flessibile-Allegro
Lento
Allegro vivo
Joaquín Turina (1882-1949) Sinfonía sevillana, Op. 23
Sinfonía sevillana, Op. 23
Inspirados por un mayor o menor grado de nacionalismo musical, pero siempre guiados por el amor al terruño, compositores de todos los tiempos y todos los estilos han dedicado música al lugar donde han nacido. Precisamente de ese amor al pueblo natal surgió una de las más importantes obras del compositor español Joaquín Turina. Nacido en Sevilla el 9 de diciembre de 1882, Turina realizó sus estudios musicales en su ciudad natal y más tarde en Madrid, y en el año de 1905 se mudó a París, ciudad que por entonces era la meca de todos los músicos que querían perfeccionar sus conocimientos. En la capital francesa, Turina estudió el piano con Moritz Moszkowski (1854-1925) y la composición con Vincent D’Indy (1851-1931). Durante sus estudios en París, Turina absorbió en su lenguaje muchos elementos musicales típicamente franceses, pero gracias a la influencia y los consejos de Isaac Albéniz (1860-1909), hizo un esfuerzo consciente por conservar en su música los rasgos poderosamente españoles que habrían de convertirlo en un auténtico representante del nacionalismo musical de su país. Hacia 1912 Turina comenzó a producir sus primeras obras importantes, la Sonata española y *La procesión del Rocío. *
En 1913, finalizados sus estudios en la capital francesa regresó a España y de inmediato estableció una sólida reputación como compositor. A partir de entonces, su natal Sevilla habría de figurar de manera prominente en su pensamiento musical, y a ella dedicaría obras altamente descriptivas y evocativas, como su famosa Sinfonía sevillana de 1920, y Canto a Sevilla, de 1927, para voz y orquesta. También en sus breves piezas para piano, Turina evocó a Sevilla, componiendo entre otras cosas, Rincones sevillanos y La leyenda de la Giralda. Entre sus composiciones más exitosas cabe mencionar sus numerosas canciones, así como sus dos óperas, Margot (Madrid, 1914) y Jardín de oriente (Madrid, 1923). Además de algunas piezas de música incidental, Turina ensayó con fortuna diversas dotaciones de la música de cámara, en las que creó algunas obras que hasta hoy son favoritas del público que gusta de la música con un fuerte sabor español. Hay que destacar también sus Danzas fantásticas, que existen en versión para piano y en versión orquestal; La oración del torero para cuarteto de cuerdas; y Por las calles de Sevilla para piano.
Entre otras obras de menor importancia en el catálogo de Turina se encuentra una que es interesante porque está relacionada directamente con la Sinfonía Sevillana, el Garrotín para guitarra. Los conocedores afirman que en el tercer movimiento de su Sinfonía sevillana Turina emplea entre otros materiales temáticos dos movimientos de danza típicamente españoles: el garrotín y el zapateado. En particular, es posible identificar el zapateado del tercer movimiento de la sinfonía por su tempo muy vivo y su compás de 6/8 marcado a dos tiempos, con el segundo tiempo muy acentuado. Como modelo del zapateado popular tratado en la música de concierto existe, además de la Sinfonía sevillana de Turina, un muy atractivo Zapateado de Mateo Albéniz, compositor español nacido hacia 1755 y muerto en 1831.
A manera de guía geográfico-turística, recordemos que Sevilla es una de las ocho provincias que conforman la región de Andalucía, y su capital es precisamente la hermosa ciudad de Sevilla que vio nacer a Turina. Provincia y ciudad son celebradas simultáneamente en la Sinfonía sevillana. El primer movimiento es como una evocativa visión panorámica de Sevilla, mientras que el segundo celebra al más importante río del sur de España. Nacido entre la Sierra de Cazorla y la Sierra del poco, el Guadalquivir va a desembocar en el Océano Atlántico cerca de Sanlúcar de Barrameda, después de un trayecto de más de quinientos kilómetros. Situada en la ribera izquierda del Guadalquivir, Sevilla es el único puerto fluvial importante de España, y en su Sinfonía sevillana Turina describe con pinceladas casi impresionistas el paso del Gran Río (Wad-Al-Kebir en árabe) por Sevilla. En el último movimiento de la sinfonía, el compositor celebra las fiestas sevillanas, famosas más allá de sus límites urbanos; basta recordar las procesiones de Semana Santa y la alegre feria que se lleva a cabo después de Pascua.
Finalmente, cabe recordar que la Sinfonía sevillana de Joaquín Turina es solo una parte de la memoria cultural y artística de este bello rincón de España. Muchas de sus calles y casas fueron mencionadas en la obra de Miguel de Cervantes Saavedra, y los pintores Velázquez y Murillo fueron nativos de Sevilla. Y por si hiciera falta alguna otra referencia musical, digamos que en el moderno suburbio sevillano de Los Remedios, cercano al barrio de Triana, se levanta una fábrica tabacalera construida para reemplazar aquella otra que fue locación importante en la ópera Carmen del francés Georges Bizet (1838-1875). Toda esta historia, todo este arte y todas estas tradiciones fueron resumidos de manera brillante y evocativa por Joaquín Turina en su Sinfonía sevillana, escrita en su madurez como compositor y dedicada amorosamente a su tierra.
Panorama
Por el Guadalquivir
Fiestas de San Juan de Aznalfarache
Antonín Dvořák (1841–1904) Sinfonía No. 8 en sol mayor, Op. 88
Sinfonía No. 8 en sol mayor, Op. 88
En el mundo de la música de concierto, como en el de las demás artes, una buena parte de las anécdotas, historias y chismes giran alrededor de la competencia (leal o desleal) entre compositores e intérpretes por ganar el favor del público, de la crítica, de otros artistas y, en general, por proteger los privilegios propios a cualquier costo. Es por ello que no deja de ser interesante, y en ocasiones muy conmovedor además de instructivo, el hallar en la historia de la música a compositores que, lejos de poner obstáculos en el camino de sus colegas, se dedicaron a apoyarlos y promoverlos incondicionalmente. Tal es el caso, por ejemplo, de la noble actitud asumida por Johannes Brahms (1833-1897) en favor de la música de Antonin Dvořák.
Allá por el año 1877 Brahms tenía un puesto en el Ministerio de Educación de Austria, a través del cual asesoraba a los funcionarios encargados de otorgar becas a jóvenes compositores que mostraran talento y habilidad. Desde ese puesto, Brahms tenía la capacidad de hacer y deshacer carreras a su antojo y, teniendo ese poder, asumió una actitud honesta y generosa ante la música de Dvořák. Hay que recordar que en aquellos tiempos Berlín y Viena veían y oían con cierta desconfianza todo aquello que sonara bohemio, húngaro, gitano o eslavo, y sin embargo, Brahms no dudó en reconocer los méritos de la música de Dvořák, claramente definida por sus raíces bohemias. En una carta escrita en 1877 a su editor Fritz Simrock, en Berlín, Brahms afirmaba esto:
Dvořák ha escrito toda clase de cosas: óperas, sinfonías, cuartetos, piezas para piano. Es ciertamente un individuo muy talentoso y, además, pobre. Le suplico que tenga esto presente.
En otra carta, fechada un año después, en 1878, Brahms le decía esto a Simrock:
Dvořák tiene lo que es más esencial para un músico, y ello se encuentra en las piezas suyas que he oído. En una palabra, no me place sino recomendar a Dvořák de manera general. Además, ustedes tienen sus propios oídos y gran experiencia en los negocios, cosa que también es muy necesaria.
El caso es que las recomendaciones de Brahms surtieron efecto y muy pronto Fritz Simrock se convirtió en el editor de la música de Dvořák, teniendo a partir de 1879 el derecho de prioridad sobre todas las obras nuevas del compositor. En 1885 Simrock pagó seis mil marcos por los derechos sobre la Séptima sinfonía de Dvořák, obra que había encontrado una buena recepción de público y crítica. Sin embargo, cuando Dvořák le ofreció el manuscrito de su Octava sinfonía, escrita en 1889, Simrock ofreció por ella solamente mil marcos. Artista de corazón, pero hombre práctico al fin y al cabo, Dvořák no tuvo otro remedio que acudir a otra casa editora. Remitió entonces su manuscrito a la casa Novello de Londres, firma que finalmente publicó la Octava sinfonía en el año de 1892. Por esta razón, y sólo por ésta, la sinfonía fue conocida durante un tiempo como la Sinfonía inglesa, título totalmente irrelevante y que fue descartado muy pronto.
El primer movimiento de la sinfonía deriva su materia sonora principal de una melodía presentada por la flauta en el registro agudo, y que semeja la llamada de un ave. El Adagio es uno de los fragmentos más contemplativos escritos por Dvořák, y en medio de la solemnidad que es su marca característica, se escucha nuevamente el llamado de la naturaleza, esta vez a cargo de la flauta y el oboe. En el tercer movimiento, algunos analistas han descubierto la sombra de una dumka, forma musical tradicional de Bohemia, de origen ruso, y que Dvořák abordó varias veces en su producción musical. El cuarto movimiento es uno de los más brillantes de todo el catálogo sinfónico de Dvořák. Se inicia con una brillante fanfarria de las trompetas, un tema que es desarrollado a lo largo del movimiento y que regresa al final de la obra, declamado por toda la orquesta, para concluir con una majestuosa y enérgica coda.
El estreno de la Octava sinfonía de Dvořák se realizó en Praga el 2 de febrero de 1890 bajo la dirección del compositor, quien repitió en el podio cuando la obra se estrenó en Londres con la Sociedad Filarmónica, el 24 de abril de ese mismo año. Dvořák inscribió la partitura con una dedicatoria especial:
En agradecimiento a la Academia Bohemia Franz Joseph de Ciencia, Literatura y Arte.
Lo que Dvořák agradecía en esa dedicatoria era su ingreso a la Academia, que habría de realizarse en abril de 1890. Un año después, en 1891, la Octava sinfonía de Dvořák fue interpretada en Viena bajo la batuta del gran director Hans Richter. Después del exitoso concierto, Richter se fue a cenar con Brahms, y el compositor alemán brindó gustosamente con Richter por el éxito de su protegido.
Allegro con brio
Adagio
Allegretto grazioso
Allegro ma non troppo
José Luis López Antón
Director(a)
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José Luis López Antón
Director(a)
José Luis López-Antón es considerado una de las más brillantes y carismáticas promesas de la nueva generación de directores de orquesta en España. Actual director titular y artístico de la Orquesta Sinfónica de Ávila (OSAV), en muy poco tiempo su carrera está teniendo un gran
ascenso.
En pasadas temporadas ha dirigido en España a diversas orquestas como la Orquesta Sinfónica de Radiotelevisión española (ORTVE) , la Orquesta Sinfónica de Castilla y León (OSCyL), la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid (ORCAM), la Orquesta Sinfónica de Navarra, la Orquesta Filarmónica de Málaga, la Orquesta Verum, la Orquesta Clásica Santa Cecilia, la Orquesta Sinfónica de Málaga,, la Joven Orquesta Sinfónica de Castellón, la Orquesta de Segovia, la Orquesta Sinfónica de la Universidad Politécnica de Madrid, la Joven Orquesta Sinfónica de Zamora, el Ensemble de Música Contemporánea del COSCyL, y la Orquesta infantil “In Crescendo” del proyecto socioeducativo de la OSCyL.
También destacan sus presentaciones de temporada de abono en México junto a la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México (OFCM) en la Sala Silvestre Revueltas, la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) en el Palacio de Bellas Artes, la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato (OSUG), la Orquesta Filarmónica de Boca del Río, la Orquesta Sinfónica de San Luis Potosí y la Orquesta Filarmónica de Querétaro (México). En Portugal con la Orquesta Clásica de Madeira, Argentina con la Orquesta Sinfónica de la Universidad Nacional de Cuyo y en El Salvador con la Orquesta Sinfónica Nacional de El Salvador.
En el terreno operístico se destaca por su versatilidad habiendo realizado junto a la Orquesta Sinfónica de Castilla y León el estreno mundial de la óperas Yo, Claudio y Los Comuneros, ambas de Igor Escudero, sobre la obra literaria de Robert Graves y el 500 aniversario de la Batalla de la
Revuelta de los Comuneros, respectivamente.
Recientemente destaca el estreno de la Zarzuela “El Orgullo de Quererte” de Javier Carmena junto a la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid. También destacan en su repertorio La Traviata, la Flauta Mágica, Rigoletto, la Bohème, la zarzuela “La Manta Zamorana” de
Fernández-Caballero, etc. Ha colaborado con artistas líricos de talla internacional como Javier Camarena, Ruth Iniesta, Alejandro Roy, Santiago Ballerini, Maria Rey-Joly, Letitia Vitelaru, Antonio Poli, Enrique Viana, Viktoria Miskunaite.
Ha dirigido en las principales salas de concierto españolas, como son el Auditorio Nacional de Música de Madrid, Palau de la Música de Barcelona, Auditorio de Zaragoza, L’Auditori de Barcelona, Auditorio Miguel Delibes de Valladolid, Kursaal de San Sebastián, Teatro Cervantes
de Málaga, Teatro principal de Vitoria, Auditori de Castellón, Palacio de Congresos de Salamanca Y en importantes festivales como el Otoño Musical Soriano, el Festival de Música Española de León o el Festival Tio Pepe de Jerez.
Actúa con solistas de reconocido prestigio internacional como Gordan Nikolic, Branford Marsalis, Asier Polo, Eddie Vanoosthuyse, Rafael Aguirre, Ana María Valderrama, Carlos Bonell, Iñaki Alberdi.
Próximos compromisos incluyen a la, la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, la Orquesta Sinfónica de Castilla y León (OSCyL), la Orquesta de RTVE, la Orquesta Clásica Santa Cecilia.
Nacido en 1990, realiza sus estudios superiores en el Conservatorio Superior de Salamanca, obteniendo Matrícula de Honor y Premio Extraordinario Fin de Carrera. Durante tres cursos consecutivos obtuvo la Beca para alumnos con Excelente Aprovechamiento Académico de la Junta de Castilla y León como premio a su expediente. Destacan en su formación los maestros Miguel Romea, Andrés Salado, Achim Holub, y Andrew Gourlay, anterior director titular de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, del que ha sido director asistente en diversas producciones. También ha sido asistente de los maestros Vasily Petrenko y Gordan Nikolic. Asimismo, fue director asistente de la Orquesta de la Universidad Alfonso X “El Sabio” en Madrid.
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