HAYDN, FRANZ JOSEPH - Sinfonía No. 45 en fa sostenido menor, Hob. I:45, *Los adioses*

Franz Joseph Haydn (1732-1809)

Sinfonía No. 45 en fa sostenido menor, Hob. I:45, Los adioses

Allegro assai
Adagio
Menuet. Allegretto-Trio
Finale. Presto

La anécdota que hay detrás de esta sinfonía de Haydn es sin duda una de las historias más llamativas en los anales de la música. En el año de 1761, Haydn había sido contratado como maestro de capilla asistente por el príncipe Paul Anton Esterházy, y a la muerte de su patrón al año siguiente, el compositor se convirtió en la máxima autoridad musical en la corte del sucesor, Nicolás Esterházy, hermano de Paul Anton. Durante los siguientes 24 años, Haydn se dedicó asiduamente a componer música para la lujosa corte de Esterháza y a perfeccionar su estilo sinfónico aprovechando la disponibilidad de la muy buena orquesta que el príncipe tenía a su servicio. Sin embargo, no todo fue alegría durante esos 24 años, y uno de los momentos de mayor tensión entre el compositor y su patrón ocurrió en 1772.

El príncipe Nicolás, enamorado de su palacio campestre en Esterháza, alargaba año con año sus vacaciones veraniegas, de modo que Haydn y los músicos de la orquesta se veían obligados a pasar a pasar más y más tiempo lejos de sus familias, muchas de las cuales se hallaban instaladas en la cercana ciudad de Eisenstadt. Un buen día, los músicos se quejaron de esta situación con Haydn y el compositor, siempre discreto y diplomático, decidió enviar un sutil mensaje al príncipe. Entonces, concibió y compuso su famosa Sinfonía No. 45, conocida como Los adioses, cuyo último movimiento es un tradicional presto que, sorpresivamente, da paso a un triste adagio. Durante la ejecución de este adagio final, y por instrucciones expresas de Haydn en la partitura, los músicos debían dejar de tocar uno a uno, apagar las velas de sus atriles y retirarse del salón. Así se hizo el día que se estrenó la sinfonía en presencia del príncipe Nicolás, y los músicos fueron saliendo uno por uno hasta que al final sólo quedaron Haydn y el violinista Luigi Tommasini tocando suavemente sus violines con sordina. Finalmente, Haydn y Tommasini dejaron de tocar, apagaron su vela y salieron del salón. Dice la historia que el príncipe Esterházy, hombre intuitivo y generoso, entendió el mensaje de inmediato y dijo:

Bueno, si los músicos se van, lo mejor es que nos vayamos todos.

Y al día siguiente, los cortesanos, los músicos y Haydn dejaron Esterháza para ir a reunirse con sus familias. En tiempos de Haydn, había circulado otra versión respecto al origen de la Sinfonía Los adioses. Se decía que por esas fechas el príncipe Esterházy estaba considerando la idea de deshacer la orquesta de su corte, y que Haydn compuso la Sinfonía No. 45 para evitarlo y así asegurar la principal fuente de trabajo de los músicos de la orquesta. Sin embargo, esta versión fue desmentida por G. A. Griesinger, biógrafo de Haydn que se mantuvo cercano al compositor desde 1799 y a quien el compositor le narró directamente la verdadera historia de Los adioses. Por otra parte, recientemente se han dado a conocer algunos documentos inéditos que arrojan más luz sobre las circunstancias de la creación de esta singular sinfonía. En particular, hay una carta del príncipe Nicolás Esterházy a uno de sus subordinados, un tal Peter von Rahier, en la que le manifiesta su deseo de no ver en Esterháza a las esposas y los hijos de sus músicos, con la excepción de las señoras Haydn, Friberth, Dichtler, Cellini y Tommasini. En la misma carta, el príncipe decía que aquellos músicos que encontraran inaceptable esta orden serían despedidos de inmediato. El noble caballero procedía a decir, más adelante en la misma carta, que en caso de que él se ausentara de Esterháza durante el verano, los músicos tendrían permiso de visitar a sus esposas.

Una de las características estrictamente musicales más interesantes de esta sinfonía está en la elección de la tonalidad de fa sostenido menor, una tonalidad "excéntrica" que se encuentra con muy escasa frecuencia en el repertorio sinfónico. Para la correcta interpretación de esta obra, la orquesta de Haydn en Esterháza tuvo que hacer algunos cambios en los cornos naturales, que estaban afinados en otras tonalidades. Así, Haydn encargó a un cornista y fabricante de instrumentos llamado Joseph Stärzer la adaptación de unos tubos de recambio para los dos cornos de su orquesta, trabajo por el que Stärzer cobró alrededor de dos florines y medio. Más allá de todas estas historias, anécdotas, cartas, cuentos y cuentas que hay alrededor de la Sinfonía Los adioses, lo cierto es que se trata de una obra de una nobleza singular, así como de una rara profundidad expresiva que está basada fundamentalmente en su tonalidad básica, así como en el interesante esquema armónico elegido por Haydn para sus cuatro movimientos. El 22 de febrero de 1838, Félix Mendelssohn (1809-1847) dirigió esta obra al frente de la famosa Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig, y comentó lo siguiente sobre la Sinfonía Los adioses:

Es una piececita curiosamente melancólica.

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