BORODÍN, ALEXANDER - Sinfonía No. 2 en si menor

Alexander Borodín (1833-1887)

Sinfonía No. 2 en si menor

Allegro moderato
Scherzo: Prestissimo
Andante
Finale: Allegro

En pleno siglo XXI existen por todas partes melómanos comprometidos que dedican a la música al menos una parte del tiempo libre que les deja su actividad profesional primordial. Por supuesto, no todos estos aficionados musicales han tenido éxito o han logrado reconocimiento en sus labores de música, pero a lo largo de la historia podemos hallar a varios músicos famosos que tuvieron originalmente otra profesión, a la que dedicaron buena parte de sus esfuerzos laborales. De la gran lista de estos músicos con otra ocupación, podemos recordar a unos cuantos:

  • George Antheil (1900-1959), escritor y novelista estadunidense.

  • Kurt Atterberg (1887-1974), ingeniero sueco.

  • Henk Badings (1907-1987), ingeniero holandés.

  • Mili Balakirev (1837-1910), oficial ferroviario ruso.

  • César Cui (1853-1918), general del ejército ruso.

  • Modesto Mussorgski (1839-1891), oficial del ejército ruso.

  • Charles Ives (1874-1954), vendedor de seguros estadunidense.

  • William Billings (1746-1800), curtidor estadunidense.

  • Antonin Dvorák (1841-1904), carnicero bohemio.

  • Anton Bruckner (1824-1896), maestro rural austriaco.

  • Nikolai Rimski-Korsakov (1844-1908), oficial de la marina rusa.

Y nuestra docena de compositores de medio tiempo termina con la figura del que nos interesa hoy: Alexander Borodin, quien dedicó la mayor parte de su vida profesional a la investigación científica en el ámbito de la química, y quien hasta la fecha es considerado, al menos en Rusia, como mejor químico que músico. Como dato interesante puede hacerse resaltar el hecho de que todos los compositores que formaron el famoso grupo nacionalista ruso conocido como Los Cinco están en la lista mencionada: Balakirev, Borodin, Cui, Mussorgski y Rimski-Korsakov. Cada uno de ellos ha corrido con suerte diversa al paso del tiempo: la música de Cui y Balakirev se toca y se escucha poco, mientras que los otros compositores del grupo, con la excepción de Rimski-Korsakov, dejaron un catálogo musical muy breve en comparación con compositores como Piotr Ilyich Chaikovski (1840-1893).

En el caso particular de Borodin, este estado de cosas es más o menos comprensible, ya que inició su carrera de compositor a los 29 años de edad. A pesar de este tardío inicio Borodin mostró siempre un vigoroso y original talento musical que quizá pudo haber desarrollado mejor si no hubiera dedicado lo mejor de su vocación a desentrañar los misterios de la química. Precisamente por el poco tiempo libre que le dejaba su profesión, Borodin bendecía aquellas épocas en las que enfermaba, ya que la cama y el aislamiento le permitían componer con mayor asiduidad. El catálogo de Borodin está formado por dos óperas, cinco obras orquestales, cuatro piezas de música de cámara, una docena de canciones y un puñado de piezas para piano.

La composición de sinfonía fue realizada al mismo tiempo que la de su obra más notoria, la ópera El príncipe Igor. Borodin inició la sinfonía en 1869 y hubo de detenerse después de terminar el primer movimiento cuando le fue sugerida su participación en la creación de una ópera-ballet de composición colectiva que habría de ser realizada en colaboración con Cui, Mussorgski y Rimski-Korsakov. El proyecto no fructificó y Borodin pudo dedicarse de nuevo a su sinfonía, que fue terminada en 1876. Las condiciones del estreno, realizado en 1877, fueron poco favorables y sinfonía fue recibida fríamente y con hostilidad por el público de San Petersburgo, donde Eduard Napravnik dirigió la primera ejecución de la obra. Originalmente, Borodin concibió su Segunda sinfonía como una pieza de música abstracta, pero la influencia nacionalista de sus colegas no se hizo esperar y muy pronto la obra tenía ya un programa descriptivo. El primer movimiento, según ese programa, debía representar una asamblea de príncipes y guerreros rusos del siglo XI. El tercer movimiento habría de referirse a las canciones de los trovadores eslavos, y el cuarto describiría los banquetes de los héroes de la mitología rusa. Más aun, el crítico Vladimir Stassov la llamó Sinfonía Paladín, reafirmando el supuesto carácter heroico de la obra. Lo cierto es que, a pesar de todas estas historias y descripciones, sinfonía de Borodin es fundamentalmente una obra abstracta de gran vigor rítmico y una fluida invención melódica. Entre los puntos notables de la pieza, uno es evidente de inmediato: el inicio del primer movimiento, en el que procediendo de una manera poco usual Borodin expone el tema principal en unísonos secos, comenzando a armonizar hasta varios compases más tarde.

Como solía ser costumbre entre los compositores rusos de aquel tiempo, Alexander Glazunov (1865-1936) y Rimski-Korsakov colaboraron en la edición final de sinfonía de Borodin.

Consulta todas las actividades que la Ciudad de México tiene para ti