RAVEL, MAURICE - Suite *Mamá la Oca*

Maurice Ravel (1875-1937)

Suite Mamá la Oca

Pavana de la Bella Durmiente
Pulgarcito
Laideronette, emperatriz de las pagodas
Conversación de la Bella y la Bestia
El jardín de las hadas

En el año de 1928 Maurice Ravel dictó algunos pasajes autobiográficos a su alumno y amigo, Alexis Roland-Manuel (1891-1966). Uno de esos pasajes decía así:

Mamá la Oca*, serie de piezas infantiles a cuatro manos, data de 1908. El deseo de evocar en estas piezas la poesía de la infancia me ha conducido naturalmente a simplificar mi estilo y a desnudar mi escritura. De esta obra hice un ballet que fue montado por el Teatro de las Artes.* Mamá la Oca fue escrita en Valvin para mis jóvenes amigos Mimí y Jean Godebski.

Tomando la nota autobiográfica de Ravel como punto de partida puede hacerse una primera acotación, en el sentido de que en ese mismo año de 1908 el compositor escribió una de sus más interesantes obras pianísticas, Gaspard de la nuit.

Si algunos de los títulos que componen la suite Mamá la Oca suenan familiares, ello se debe a que provienen de una fuente muy famosa: nacieron de la pluma de Charles Perrault (1628-1703). En el campo de la literatura infantil, Perrault es considerado como uno de los grandes creadores de fantasías para niños. Después de estudiar leyes y trabajar para su hermano Pierre, Charles Perrault comenzó a hacerse famoso con sus escritos, principalmente sus versos burlescos y sus poemas amorosos. Aunque fue miembro de la Academia Francesa y tuvo un importante papel en el desarrollo de la literatura y las artes de su tiempo, Perrault es recordado hoy principalmente por la colección de cuentos de hadas titulada Historias o cuentos del tiempo pasado, conocida también como Cuentos de Mamá la Oca. Esta colección fue publicada originalmente en 1697, pero se supone que Perrault escribió los cuentos mucho tiempo antes, para deleite de sus hijos. Los cuentos de Perrault se caracterizan principalmente porque de ellos está ausente la afectación y la falsa inocencia que aflige a muchos cuentistas de su época. Es probable que la característica principal de la música que escribió Ravel sobre los cuentos de Perrault sea análoga a la virtud principal de las narraciones; así como Perrault evitó escribir cuentos demasiado inocentes sólo porque estaban destinados a los niños, así Ravel, a pesar de su declaración citada arriba, escribió música cuya transparencia y equilibrio no están exentos de algunos retos interesantes para quien escucha la obra, sea niño o adulto. Además de los cuentos de Perrault, el compositor utilizó como fuente narrativa para Mamá la Oca algunas narraciones de Marie Catherine D’Aulnoy y de Marie Leprince de Beaumont. Entre las numerosas grabaciones que se han hecho de Mamá la Oca, una de las más lúcidas es la que fue dirigida por Carlo María Giulini, quien ha dicho lo siguiente respecto a la obra de Ravel:

Mamá la Oca es una obra maestra. Es fantástico lo que Ravel logra con un pequeño número de instrumentos. La variedad de timbre y color es increíble, y también lo es el impacto logrado por la gran sonoridad del final.

De alguna manera, lo dicho por Giulini respecto a Mamá la Oca confirma la impresión de que Ravel, a diferencia de muchos otros compositores, no subestimó a los niños, y al escribir música para ellos puso en la empresa lo mejor de su técnica y su talento.

El estreno de la versión original para piano a cuatro manos de Mamá la Oca se llevó a cabo el 20 de abril de 1910 en la Sociedad Musical Independiente. Desde el punto de vista histórico, ese fue un concierto memorable, porque el mismo Ravel se presentó como pianista, tocando la música de su gran contemporáneo Claude Debussy (1862-1918). Sin embargo, como manda la tradición, el estreno de Mamá la Oca fue encomendado a dos jovencitas que estudiaban el piano en la clase de una de las más destacadas pianistas de su tiempo, Marguerite Long. Así pues, Mamá la Oca fue tocada el día de su estreno por Genevieve Durony y Jeanne Leleu. Cuatro años después el propio Ravel realizó la transcripción para orquesta de Mamá la Oca, añadiendo un preludio, una nueva danza, y algunos interludios que eran necesarios para que la obra pudiera presentarse en forma de ballet. El estreno del ballet, con libreto del propio Ravel, se realizó en el año de 1922. Desde entonces, Mamá la Oca es considerada, junto con Pedro y el lobo de Sergei Prokofiev (1891-1953), como una de las mejores partituras que se han dedicado a los niños.

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