TURINA, JOAQUÍN - *Sinfonía sevillana,* Op. 23

Joaquín Turina (1882-1949)

Sinfonía sevillana, Op. 23

Panorama
Por el Guadalquivir
Fiestas de San Juan de Aznalfarache

Inspirados por un mayor o menor grado de nacionalismo musical, pero siempre guiados por el amor al terruño, compositores de todos los tiempos y todos los estilos han dedicado música al lugar donde han nacido. Precisamente de ese amor al pueblo natal surgió una de las más importantes obras del compositor español Joaquín Turina. Nacido en Sevilla el 9 de diciembre de 1882, Turina realizó sus estudios musicales en su ciudad natal y más tarde en Madrid, y en el año de 1905 se mudó a París, ciudad que por entonces era la meca de todos los músicos que querían perfeccionar sus conocimientos. En la capital francesa, Turina estudió el piano con Moritz Moszkowski (1854-1925) y la composición con Vincent D’Indy (1851-1931). Durante sus estudios en París, Turina absorbió en su lenguaje muchos elementos musicales típicamente franceses, pero gracias a la influencia y los consejos de Isaac Albéniz (1860-1909), hizo un esfuerzo consciente por conservar en su música los rasgos poderosamente españoles que habrían de convertirlo en un auténtico representante del nacionalismo musical de su país. Hacia 1912 Turina comenzó a producir sus primeras obras importantes, la Sonata española y *La procesión del Rocío. *

En 1913, finalizados sus estudios en la capital francesa regresó a España y de inmediato estableció una sólida reputación como compositor. A partir de entonces, su natal Sevilla habría de figurar de manera prominente en su pensamiento musical, y a ella dedicaría obras altamente descriptivas y evocativas, como su famosa Sinfonía sevillana de 1920, y Canto a Sevilla, de 1927, para voz y orquesta. También en sus breves piezas para piano, Turina evocó a Sevilla, componiendo entre otras cosas, Rincones sevillanos y La leyenda de la Giralda. Entre sus composiciones más exitosas cabe mencionar sus numerosas canciones, así como sus dos óperas, Margot (Madrid, 1914) y Jardín de oriente (Madrid, 1923). Además de algunas piezas de música incidental, Turina ensayó con fortuna diversas dotaciones de la música de cámara, en las que creó algunas obras que hasta hoy son favoritas del público que gusta de la música con un fuerte sabor español. Hay que destacar también sus Danzas fantásticas, que existen en versión para piano y en versión orquestal; La oración del torero para cuarteto de cuerdas; y Por las calles de Sevilla para piano.

Entre otras obras de menor importancia en el catálogo de Turina se encuentra una que es interesante porque está relacionada directamente con la Sinfonía Sevillana, el Garrotín para guitarra. Los conocedores afirman que en el tercer movimiento de su Sinfonía sevillana Turina emplea entre otros materiales temáticos dos movimientos de danza típicamente españoles: el garrotín y el zapateado. En particular, es posible identificar el zapateado del tercer movimiento de la sinfonía por su tempo muy vivo y su compás de 6/8 marcado a dos tiempos, con el segundo tiempo muy acentuado. Como modelo del zapateado popular tratado en la música de concierto existe, además de la Sinfonía sevillana de Turina, un muy atractivo Zapateado de Mateo Albéniz, compositor español nacido hacia 1755 y muerto en 1831.

A manera de guía geográfico-turística, recordemos que Sevilla es una de las ocho provincias que conforman la región de Andalucía, y su capital es precisamente la hermosa ciudad de Sevilla que vio nacer a Turina. Provincia y ciudad son celebradas simultáneamente en la Sinfonía sevillana. El primer movimiento es como una evocativa visión panorámica de Sevilla, mientras que el segundo celebra al más importante río del sur de España. Nacido entre la Sierra de Cazorla y la Sierra del poco, el Guadalquivir va a desembocar en el Océano Atlántico cerca de Sanlúcar de Barrameda, después de un trayecto de más de quinientos kilómetros. Situada en la ribera izquierda del Guadalquivir, Sevilla es el único puerto fluvial importante de España, y en su Sinfonía sevillana Turina describe con pinceladas casi impresionistas el paso del Gran Río (Wad-Al-Kebir en árabe) por Sevilla. En el último movimiento de la sinfonía, el compositor celebra las fiestas sevillanas, famosas más allá de sus límites urbanos; basta recordar las procesiones de Semana Santa y la alegre feria que se lleva a cabo después de Pascua.

Finalmente, cabe recordar que la Sinfonía sevillana de Joaquín Turina es solo una parte de la memoria cultural y artística de este bello rincón de España. Muchas de sus calles y casas fueron mencionadas en la obra de Miguel de Cervantes Saavedra, y los pintores Velázquez y Murillo fueron nativos de Sevilla. Y por si hiciera falta alguna otra referencia musical, digamos que en el moderno suburbio sevillano de Los Remedios, cercano al barrio de Triana, se levanta una fábrica tabacalera construida para reemplazar aquella otra que fue locación importante en la ópera Carmen del francés Georges Bizet (1838-1875). Toda esta historia, todo este arte y todas estas tradiciones fueron resumidos de manera brillante y evocativa por Joaquín Turina en su Sinfonía sevillana, escrita en su madurez como compositor y dedicada amorosamente a su tierra.

Consulta todas las actividades que la Ciudad de México tiene para ti