Suite de la ópera El amor por tres naranjas, Op. 33 bis
Los ridículos
El mago Tchélio y Fata Morgana
Marcha
Scherzo
El príncipe y la princesa
Fuga
Si alguna vez se acerca usted a uno de nuestros tristemente célebres mercados sobre ruedas (también conocidos como mercados sobre mugre) y pregunta el precio de esas minúsculas, desabridas y casi siempre putrefactas frutas que los marchantes tratan de hacer pasar por naranjas, la respuesta podría hacerle pensar que Prokofiev tuvo agudas premoniciones sobre el estado actual de nuestra agricultura y nuestra economía. Sin embargo, es mera coincidencia, ya que las naranjas no se llegan a cotizar tan caras. El origen de la ópera El amor por tres naranjas es otro...
Entre los años de 1761 y 1765 el dramaturgo italiano Carlo Gozzi produjo diez grotescas obras escénicas llamadas genéricamente fiabe en italiano, y que eran dramatizaciones de leyendas populares y orientales. Con estas obras, Gozzi intentó revitalizar esa interesante pero por entonces moribunda forma dramática conocida como commedia dell’arte, que fue sin duda una de las manifestaciones teatrales más atractivas de su época. Para comprender un poco la peculiar intensidad de estas fiabe no está de más señalar que Carlo Gozzi era un personaje bastante fanático, con manía persecutoria, y que pasó toda su vida defendiendo al arte italiano en contra de influencias extranjeras, reales o imaginadas por él. Entre estas obras escritas por Gozzi, dos son de particular en la historia de la música. Una de ellas, Turandot, que fue la base de la ópera homónima de Giacomo Puccini (1858-1924); y la otra, titulada Fiaba dell’amore delle tre melarancie, que dio título y argumento a la ópera El amor por tres naranjas de Prokofiev.
El argumento de la obra es extenso y complicado, y a su respecto puede decirse que incluye fantasía, comedia, alegoría, teatro del absurdo, y la curiosa y visionaria inclusión del público en la acción de los personajes. Entre éstos, por cierto, hay muchos que son personajes clásicos de la commedia dell’arte: Trufaldino, Pantalone, Fata Morgana, etc. Resulta que al interior de la ópera se está escenificando otra ópera, cuya trama se centra en el hecho de que hay un joven príncipe cuya melancolía sólo puede ser curada por la risa. Cada intento que se hace por curar al príncipe es saboteado por la bruja Fata Morgana, hasta que ella misma sufre un contratiempo que hace reír al príncipe. Trufaldino y Fata Morgana se enfrascan en una pelea y ella, enfurecida, lanza una terrible maldición: el príncipe se ha de enamorar perdidamente de tres naranjas, y las buscará por doquier lleno de lujuria y pasión por ellas. Entre las cosas menos fantásticas que suceden de ahí en adelante, ocurre el príncipe, efectivamente, encuentra a las tres naranjas en una cocina y se las lleva al desierto. De cada una de las naranjas surge una princesa. Dos de las princesas mueren de sed. La tercera princesa es revivida a cubetazos de agua por el público de la ópera. Finalmente, la bruja es derrotada y se unen el príncipe y la princesa en medio del regocijo general.
El amor por tres naranjas no fue muy bien recibida en su estreno, y de hecho nunca ha gozado de gran fama o popularidad. Ante las reacciones negativas de la crítica y el público (y de Igor Stravinski, quien manifestó claramente su disgusto por la ópera de su colega), Prokofiev escribió esto en su autobiografía:
“Algunos críticos han tratado de adivinar de quién me estaba burlando yo: del público, de Gozzi, del género operístico o de aquellos que no saben reír.”
Quizá como una reacción lógica a la fría recepción que tuvo El amor por tres naranjas, el compositor realizó poco después una suite de concierto a partir de la música de la ópera. La suite consta de seis partes: Los ridículos, El mago Celio y Fata Morgana juegan cartas, Marcha, Scherzo, El príncipe y la princesa, Huida.
Esta enredosa y divertida ópera está concebida en un prólogo y cuatro actos divididos en diez escenas; el libreto fue realizado por el compositor sobre el original de Gozzi. El amor por tres naranjas se estrenó el 30 de diciembre de 1921 en Chicago con el mismo Prokofiev como director concertador. La famosa marcha de esta ópera es la introducción musical a una fiesta particularmente delirante, y es el trozo sinfónico más popular de esta ópera de Prokofiev. Por su propia seguridad, se suplica al público no introducir naranjas a la sala de conciertos. Gracias.