Khachaturian, Aram - Concierto-rapsodia para violoncello y orquesta

Aram Khachaturian (1903-1978)

Concierto-rapsodia para violoncello y orquesta

La producción de música concertante de Aram Khachaturian presenta una sencilla e interesante simetría, además de una orientación hasta cierto punto convencional:

  • Concierto para piano (1936)

  • Concierto para violín (1940)

  • Concierto para violoncello (1946)

  • Concierto-rapsodia para violín (1961)

  • Concierto-rapsodia para violoncello (1963)

  • Concierto-rapsodia para piano (1967)

Es interesante notar en esta breve enumeración el hecho de que entre el último de los conciertos y el primero de los conciertos-rapsodia el compositor dejó pasar quince años.

Como antecedente importante del Concierto-rapsodia para violoncello y orquesta, he aquí las palabras del musicólogo Boris Schwarz, quien hace esta observación sobre Khachaturian y su entorno en la década de los 1940s:

Cuando la dirigencia de la Unión de Compositores Soviéticos fue atacada en 1948, Khachaturian pertenecía al grupo de los compositores censurados, junto con Prokofiev y Shostakovich. Sin embargo, en el caso de Khachaturian se trataba más que nada de culpa por asociación, ya que su lenguaje musical colorido y de tintes nacionales estaba muy alejado de cualquier exceso modernista. Sus obras más importantes de los 1940s incluyen el ballet* Gayaneh (1942, que contiene la popular Danza del sable*), la Segunda sinfonía (1943), el Concierto para violoncello (1946) y la Sinfonía-poema (1947, con 15 trompetas adicionales).

Diecisiete años después de componer el Concierto para violoncello, y ya en pleno período de “deshielo” cultural en la Unión Soviética post-Stalin, Khachaturian retomó al violoncello como instrumento solista para crear el Concierto-rapsodia de 1963. En la documentación de la casa editora Boosey & Hawkes, que publica numerosas obras de Khachaturian, aparece esta breve descripción de la pieza, firmada por Daniel Jaffé:

La obra, dedicada a Mstislav Rostropovich, uno de los grandes violoncellistas del siglo pasado, exige del solista dedicación y concentración extraordinarias para superar sus retos tanto técnicos como expresivos. Después de un inicio en el que los metales suenan una potente fanfarria, viene un buen trecho de escritura en estilo de improvisación para el violoncello solista (justo del tipo al que la personalidad sobrehumana de Rostropovich podía dar vida), con momentos de un misterioso acompañamiento orquestal en la elegíaca sección inicial. A esto sigue una sección central semejante a un scherzo, cuyo progreso es interrumpido por el motivo de la fanfarria. Sigue una música reflexiva, casi luctuosa, para el violoncello y la orquesta, con las sardónicas fanfarrias de la flauta que aumentan su amargo sabor, y finalmente se alcanza un clímax orquestal con un apasionado tema en las cuerdas, al que el solista responde tocando un lírico y conmovedor lamento. Un galope final lleva a la obra a su emocionante conclusión.

Los aficionados al rico y evocativo sonido armenio de la música de Khachaturian, combinado con toques de lenguaje moderno, y a la vez interesados particularmente en el violoncello, pueden encontrar algunas grabaciones de este Concierto-rapsodia, a cargo de solistas como Marina Tarasova y Dmitri Yablonsky. Pero sin duda, la grabación estelar es la que presenta a Mstislav Rostropovich como solista, y a la Orquesta Sinfónica Estatal de la Unión de Repúblicas Soviéticas socialistas, dirigida por Aram Khachaturian. De interés muy especial: esta versión existe además en un añejo filme en blanco y negro, de calidad más que respetable. Ver y escuchar juntos a Rostropovich y Khachaturian es ciertamente una experiencia singular. Al momento de redactar esta nota, el filme está fácilmente disponible en YouTube.

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