Juan Arturo Brennan
Judío de origen, suizo de nacimiento y estadunidense por naturalización, Ernest Bloch fue un compositor que, sin olvidar sus raíces, intentó ser un músico universal. Y si bien es cierto que en su catálogo es posible hallar obras que nada tienen que ver con la cultura judía, lo cierto es que una parte importante de ese catálogo está dedicado precisamente a obras que tienen que ver con temas judíos. Tal es el caso de partituras suyas como Abodah, Tres cuadros de la vida hasídica, Meditación hebrea, Avodath Hakodesh, De la vida judía, Suite hebrea, Tres poemas judíos, la Sinfonía Israel y, en especial, Schelomo, una de sus obras más significativas.
Salomón, cuya muerte está fechada hacia alrededor del año 934 a.C., fue el segundo rey de los reinos unidos de Judea e Israel, y tanto en la Biblia como en la tradición oral milenaria, es considerado como el hombre sabio por excelencia. Según las listas del Libro de las Crónicas, Salomón fue el cuarto hijo de David nacido en Jerusalén. Salomón, que significa paz o prosperidad, fue el nombre que le dieron sus padres, aunque el profeta Natán se refería a él con el nombre de Jededías, que significa amado del Señor. Salomón se convirtió en rey a través de una intriga política cuidadosamente planeada por Natán y Betsabé. Cuando parecía inminente la muerte del viejo rey David, su hijo mayor, Adonijah, intentó apoderarse del trono. Entonces, Natán hizo creer al viejo rey que había prometido su trono al hijo de Betsabé, tras lo cual David cedió su corona a Salomón. En el Libro de los Reyes se narra la visita de Salomón al santuario de Gibeón, en el que en vez de pedir riquezas pide sabiduría para ser un buen rey y un buen juez. A partir de ahí, todas las historias relativas al rey Salomón enfatizan su equidad, su buen juicio y su sentido de la justicia. Debido a estas cualidades suyas, algunos autores se apropiaron de su nombre para firmar sus propios textos; entre ellos destacan tres libros bíblicos: Proverbios, Eclesiastés y el Cantar de los Cantares. Schelomo es, simplemente, el nombre hebreo de Salomón, personaje al que Ernest Bloch alude en la que probablemente sea su obra más conocida.
Hacia 1916, Bloch viajó a los Estados Unidos como miembro del grupo artístico de la pianista, actriz, bailarina y coreógrafa de origen canadiense Maud Allan. La gira resultó un fracaso y la compañía quebró, de modo que Bloch se quedó varado en un país extraño, sin trabajo y sin dinero. Para su fortuna, encontró a algunos colegas solidarios que lo ayudaron con dinero, encargos, contactos, etc. Hacia 1919, Bloch había recuperado la estabilidad y en ese año obtuvo los mil dólares del Premio Elizabeth Sprague Coolidge por su Suite para viola y piano. A partir de ese premio la fama y el prestigio de Bloch crecieron notablemente en los Estados Unidos, país del que se hizo ciudadano en 1924. Fue precisamente en 1916, año de la desastrosa gira con la compañía de Maud Allen, que Bloch inició la composición de Schelomo, un cálido y noble retrato del rey sabio en el que un violoncello representa la voz de Salomón.
En 1915, un violoncellista amigo de Bloch llamado Alexander Barjanski había sugerido al compositor la creación de una pieza para violoncello y orquesta. En ese tiempo, Bloch estaba profundamente involucrado en el estudio de la Biblia, y mientras buscaba un tema para la nueva obra, vio en casa de Barjanski una figurilla de cerámica, hecha por la esposa del violoncellista, que representaba a Salomón; fue así que nació la idea para la composición de Schelomo. A lo largo de la obra, el violoncello está tratado de una manera declamatoria, casi como si fuera una voz humana. De hecho, el musicólogo Guido M. Gatti ha afirmado que el canto del solista en Schelomo tiene el carácter de la prosa talmúdica. Construida a partir de dos temas principales, la obra de Bloch presenta un interesante tránsito por distintos estados de ánimo y, según algunos analistas, es posible hallar algunas sutiles analogías entre Schelomo y el Don Quijote (1897) de Richard Strauss (1864-1949), la más evidente de las cuales es la elección del violoncello para asumir el papel del personaje retratado musicalmente.
Schelomo recibió su estreno mundial en un concierto dedicado íntegramente a la música de Bloch, que se llevó a cabo bajo el patrocinio de la Sociedad de Amigos de la Música en Nueva York, el 3 de mayo de 1917. En ese concierto se tocó también la Sinfonía Israel de Bloch, obra contemporánea de Schelomo.