Juan Arturo Brennan
En el verano de 1871 Piotr Ilyich Chaikovski (1840-1893) realizó una visita familiar que tuvo como consecuencia que el compositor escribiera una pequeña suite de danzas para sus sobrinos. Años más tarde, en 1875, el Teatro Bolshoi encargó a Chaikovski la composición de un ballet, y a partir de ese encargo algunos fragmentos de la suite escrita para los sobrinos fueron transformados por el compositor en la materia musical de El lago de los cisnes, cuyo título original en ruso es Lebedinoye ozero. El argumento de este ballet es, sin duda, uno de los más conocidos cuentos fantásticos.
El príncipe Sigfrido, al cumplir los 21 años, debe pensar en elegir esposa, casarse y sentar cabeza. La ocasión de la elección será su fiesta de cumpleaños. Después de la premonitoria aparición de un grupo de hermosos cisnes, Sigfrido se encuentra con la Reina de los Cisnes, quien le cuenta su triste historia. Ella es en realidad Odette, y bajo el influjo de un encantamiento del mago Rothbart ha sido convertida en cisne junto con su séquito. Odette sólo recupera su forma humana entre la medianoche y el amanecer; el resto del tiempo su destino es ser la Reina de los Cisnes, hasta que un amor puro y eterno la redima del maleficio. De inmediato, Sigfrido ofrece a Odette su amor eterno y se dispone a anunciar su compromiso con ella durante la fiesta. Sin embargo, las buenas intenciones de Sigfrido son frustradas por el mago Rothbart, quien tiene una hija, Odile, que es idéntica a Odette. Usando sus malas artes, Rothbart hace que sea Odile la que aparezca en el baile en honor de Sigfrido. El príncipe es engañado por Odile, y es la hija del mago la que recibe la promesa del amor eterno de Sigfrido. Después del tradicional ciclo de engaño y decepción y descubrimiento y remordimiento y recriminación, resulta que el amor entre Sigfrido y Odette es ya imposible, y la situación, irreconciliable. Sigfrido y Odette mueren en el lago, y su amor se realiza sólo en la muerte.
El libreto original del ballet El lago de los cisnes fue realizado por Begitchev y Beltzer, y la obra fue estrenada el 4 de marzo de 1877 en el Teatro Bolshoi, con coreografía de Julius Reisinger. Este estreno resultó un fracaso, y no fue sino hasta el 15 de enero de 1895, cuando se presentó una nueva versión con coreografía de Lev Ivanov y Marius Petipa, que El lago de los cisnes obtuvo la fama y la popularidad de que goza hasta nuestros días, mismas que dependen en gran medida de la música de Chaikovski. Este reestreno de El lago de los cisnes ocurrió en el Teatro Mariinsky de San Petersburgo, y con motivo de la reposición, la partitura original de Chaikovski fue revisada por Riccardo Drigo (1846-1930), quien por entonces era el Kapellmeister del Teatro Imperial de San Petersburgo. En el estreno de esta nueva versión de El lago de los cisnes, el doble rol de Odile y Odette fue bailado por Pierina Legnani; el papel del príncipe Sigfrido fue encomendado a Pavel Gerdt y Alexei Bulgakov bailó a Von Rothbart. En la temporada 1895-1896, este singular ballet fue representado en 16 ocasiones en el Teatro Mariinsky y, curiosamente, al año siguiente no apareció en el repertorio de la compañía. Desde el reestreno de 1895 y hasta 1901, el rol titular del ballet perteneció en exclusiva a Pierina Legnani, y cuando la famosa bailarina italiana regresó a su patria, fue sustituida por una colega rusa, Matilde Kschessinskaya, quien tuvo tanto éxito como aquella bailando Odile y Odette.
No deja de ser interesante el hecho de que una obra tan famosa y conocida, tan sólidamente establecida en el repertorio del ballet clásico, sea presentada alrededor del mundo en distintas versiones. Los conocedores afirman que en Rusia (y demás repúblicas ex – soviéticas) y en Europa del Este, El lago de los cisnes se presenta en tres actos y cuatro escenas, mientras que en el resto del mundo suele ponerse en escena en cuatro actos y cuatro escenas. A lo largo del tiempo, este emblemático ballet ha aparecido con frecuencia en otros medios y en otras presentaciones. Destaca entre ellas el largometraje filmado en 1967 sobre el ballet, protagonizado por Rudolf Nureyev y Margot Fonteyn. Asimismo, la escena final del interesante filme Billy Elliot (Stephen Daldry, 2000) presenta un fragmento de El lago de los cisnes, en una versión de Matthew Bourne que tiene el interés de que todos los cisnes son interpretados por hombres, incluyendo el cisne protagónico, que es bailado, claro, por el epónimo Billy Elliott. Y para más señas, los míticos filmes Drácula (Todd Browning, 1931), con Bela Lugosi, y La momia (Karl Freund, 1932) con Boris Karloff, incluyen en su pista sonora un fragmento de la música de El lago de los cisnes. ¿Qué diría Chaikovski de estas improbables e inesperadas reencarnaciones de su música de ballet?